Agustín Valenzuela considera que "no se debe banalizar" el coronavirus comparándolo con la gripe. Y sabe muy bien de lo que habla: es doctor en Bioquímica, experto en virología e inmunología e investigador del Instituto de Enfermedades Tropicales de la Universidad de La Laguna. Además, acaba de incorporarse al recién creado Comité Científico de Canarias por la Alerta del Coronavirus de Wuham. También, ha trabajado en el Instituto Pasteur de París, uno de los más prestigiosos del mundo, y trata de hallar la razón primaria que impulsa a estos virus a actuar en el cuerpo humano para ayudar a desarrollar vacunas.

¿Por qué es distinto este coronavirus a otros?

Los coronavirus, como otros virus, cuando se quieren clasificar se recurre a leer su información genética y su genoma comparándolo con otros. El 2019nCoV tiene su información genómica en forma de una hebra de ácido ribonucleico con polaridad positiva. Cuando se leen las letras del código genético que tiene este genoma, se ve que hay genes que son típicos de la familia del coronavirus a pesar de que, morfológicamente, los virus que se han aislado también pertenecen a otros virus de la misma familia. Cuando comparamos la secuencia genética, no se parece a los coronavirus humanos que conocíamos. Cabe recordar que hasta el momento teníamos constancia de seis, dos letales como el SARS o el MERS -este se parecería mucho al SARS desde el punto de vista de los efectos patogénicos-, y otros cuatro que se desarrollan con un cuadro leve que se maneja bien. Mirando y combinando la secuencia en dos genes principales, el 2019nCoV tiene similitudes con un virus de murciélago, pero el resto del genoma no se parece a ningún otro coronavirus conocido. Es nuevo, de ahí que se le haya denominado, de momento, de forma transitoria coronavirus de Wuhan o con el nombre 2019nCoV. Seguramente habrá una conferencia internacional de expertos y tarde o temprano se le pondrá un nombre distinto.

Se ha dicho mucho que es como una gripe. ¿Es realmente tan parecido a este virus?

Los virus de la gripe son del tipo influenza, y esto es un coronavirus, por lo tanto, no tiene nada que ver. Es cierto que este coronavirus infecta de forma predominante a través del tracto respiratorio y el cuadro sintomático se parece mucho al de la gripe aguda. Sin embargo, hay que tener en cuenta que los coronavirus afectan también a la tiroides, el bazo, el riñón e incluso puede generar un trastorno neurológico, como el SARS. De ahí que las personas que tienen comorbilidades o enfermedades crónicas, o tengan cierta edad, se expongan a un mayor riesgo de sufrir una infección grave que pueda llegar a ser letal. Tampoco creo que sea bueno banalizar y compararlo con una gripe porque la población no tiene ningún tipo de miedo a infectarse por gripe y mucha gente no se vacuna aun estando en un grupo de riesgo. Sería adecuado empezar a vacunarse de gripe siendo de riesgo y cuando salga un fármaco o vacuna de coronavirus, también.

¿Por qué la expansión de este virus ha causado tanta alarma?

La alarma viene causada sobre todo por China. Y es que este país cuenta con una alta densidad de población [es el país más poblado del mundo, con 1.400 millones de habitantes], una importante actividad socioeconómica y es una potencia mundial, tres condicionantes que lo mantienen en el punto de mira cuando nos tenemos que enfrentar a un nuevo virus para el que no existe inmunidad, ni vacuna ni tratamiento. China no se puede permitir lo que ocurrió en 2003 con el SARS, por su imagen y también por su concienciación desde el punto de vista de Salud Pública, que lleva en su acción cooperativa One Belt One Road. Pero, al final, esto no es cuestión de generar pánico, sino de actuar con sentido común, científico y en salud pública. Y creo que es una responsabilidad mayor que los chinos están asumiendo muy bien.

Se especula sobre el origen de la infección en humanos. ¿Cuál es la teoría más plausible?

Este coronavirus seguramente viene de una especie de murciélago, que habrá infectado a otro animal y que se habría recombinado con otro coronavirus de ese animal y a partir de ahí ha saltado a la especie humana. Esta es por el momento la teoría. A tenor de su secuencia genética, hay parte que se parece a un coronavirus de murciélago que es conocido, y se está buscando cuál es el huésped animal. Es importante responder a esa pregunta para saber su el origen y qué condicionamiento o conducta hemos seguido para infectarnos y tener cuidado de que no vuelva a repetirse. No necesariamente ha tenido que sufrir esta recombinación en el mercado de Wuhan. Probablemente haya sido antes, y eso es lo que los científicos ahora mismo están explorando. La genómica es fundamental, así como el seguimiento y la inversión en ciencia y virología para controlar ese tipo de infecciones que nos pueden afectar como están haciendo ahora mismo.

¿Qué se está haciendo para conseguir una vacuna?

Habiéndose liberado la información sobre secuencia genómica, los países que tienen más inversión científica y se toman en serio las enfermedades infecciosas rápidamente se han puesto a clonar la secuencia, a producir el virus en cultivo, a desarrollar vectores vacunales y a probar fármacos que ya conocemos contra otros virus. No nos cabe duda de que al final acabarán encontrando algo. La pregunta es por qué nosotros no estamos llevando a cabo estos proyectos. Y deberíamos empezar a hacerlo, porque, aunque siempre hay algún grupo en España que está a la cabeza, no hemos establecido una estructura como tal, y ahí es donde tenemos que luchar. Tenemos que tener la capacidad de aportar nuestro granito de arena, buscar fármacos y vacunas con este virus y con los que vengan.

¿Cuáles son los más interesantes?

Por el momento se están probando fármacos que se han utilizado con éxito en ensayos contra el ébola y contra el virus de VIH. Son fármacos de amplio espectro cuya función es inhibir la amplificación de genoma por polimerasas. Por eso puede funcionar en otras patologías. Están trabajando también en vectores vacunales de genoma del SARS que ya se probaron en 2003. Lógicamente lo van a hacer bien y seguro que conseguirán algo bueno, sobre todo si la tasa de mutación de este virus no es muy alta.

¿Debe preocuparnos que haya un caso en La Gomera?

Debemos tener en cuenta que vivinos en un mundo global en el que la actividad económica, turística, comercial y familiar se basa en coger aviones, trenes y barcos de alta velocidad, que pueden llevarnos rápidamente en un tiempo de entre 24 y 48 horas de una punta a otra del planeta. Así, los virus que tengan periodos de incubación de unos 14 días, en los que no se muestran síntomas o son difíciles de localizar, o incluso aquellos virus que siguen contagiando una vez el paciente se recupera, como parece en este caso, genera que un brote local en cualquier lugar del planeta se convierta en global. Eso afecta no solo a la salud de las personas, sino también tiene un impacto sociosanitario importante. Por lo tanto, solo aquellos países que cuenten con un sistema de salud y que apuesten por la investigación de enfermedades infectocontagiosas van a tener la capacidad de afrontar una crisis o un brote para que el daño y el impacto económico sea el menor. En un centro como Canarias, que es a nivel mundial uno de los mejores destinos turísticos, lógicamente hay que protegerse, y esto puede hacer mucho daño. Tenemos que mirar a otros países que han asumido esto y no tienen ningún problema. Es el caso de Singapur y la dengue endémica. Singapur es uno de los hubs de inversión mundial económica en desarrollo en educación, tecnología, robótica e inteligencia artificial, y tienen un dengue tropical para el que no hay vacuna ni fármaco. Pero lo asumen perfectamente con una buena inversión, consiguiendo ser uno de los países con mayor desarrollo. Nosotros tenemos que hacer exactamente lo mismo, hay que estar encima y preparados. Como dice la Organización Mundial de la Salud, la preparación es fundamental para afrontar el brote de este virus y de los que vengan.