Una amiga de la coacusada por el crimen de la Guardia Urbana Rosa Peral declaró ayer ante el juez que le dijo que la muerte de Pedro R. podía estar relacionada con la mafia, y que, por eso, rechazó ayudarla a mover un sofá de un trastero hacia su domicilio cuando se lo pidió: "Visto lo que le había pasado al coche de Pedro, no me quise involucrar en algo tan fuerte". En la tercera sesión del juicio en la Audiencia de Barcelona, la testigo también explicó que, una semana después del crimen, visitó a Peral en su casa y no tenía señales de haber sufrido ninguna agresión, aunque dijo sobre su aspecto: "No la vi arreglada como siempre. Iba más de negro, apagada".

A preguntas de la defensa del otro acusado Albert López, indicó que Peral nunca le mencionó que tuviera problemas con Pedro hasta la fecha del crimen, cuando ella le reconoció que se fue de casa tras una discusión de pareja. Otro testigo, compañero de trabajo de los dos acusados, señaló que entabló relación con Peral a partir de la muerte de Pedro R., y estaba con ella cuando sospechó que la podían relacionar con el crimen: "Cuidado, que te pueden detener", le advirtió. Fue cuando recibió una llamada por un proceso anterior -por la difusión de una foto sexual de ella- en la que su abogado le comunicó que no podría representarla por incompatibilidad, por lo que ellos dedujeron que iba a estar personado en el caso de Pedro R., lo que le hizo pensar que la investigación la había relacionado con el crimen.

Durante la semana, notó que Peral tenía miedo de que "la persona que hubiera hecho lo de Pedro R. tendría mucha facilidad de saltar del jardín", y que en los primeros días no hizo referencias explícitas a su miedo hacia Albert López. Peral sí mostró miedo más adelante, y le explicó que Pedro R, y Albert López discutían a menudo e incluso le enseñó mensajes y mails de este último, que calificó como amenazas explícitas.