Varios vecinos confirmaron que Gonzalo trataba con violencia a su tía. Una ciudadana que reside en el mismo edificio donde ocurrieron los hechos aclaró que en diciembre del 2018 observó cómo el acusado zarandeaba por los hombros a la víctima y la agarraba de los pelos, a la vez que la insultaba y le decía que "lo tenía loco, cansado". Ante esa acción, la testigo pidió ayuda. Otro hombre le gritó que eso no se hacía, pues veía que la afectaba era incapaz de defenderse o pedir auxilio.

En otra ocasión, un tercer vecino oyó unos golpes en el pasillo, se asomó y vio que el procesado cogió con una mano la cabeza de Rosa y la golpeó contra la puerta. También le dijo que no hiciera eso. La respuesta de Gonzalo fue que no podía más. Y este tercer testigo le contestó que, entonces, la ingresara en algún centro, pero que no la golpeara. Casi ninguno oyó hablar a la víctima, que nunca salía de la casa sin Gonzalo. Una vez, este ganó unos 500 euros en monedas en una máquina tragaperras, pero se hallaba tan ebrio que otro vecino lo ayudó a llegar hasta su piso en la tercera planta y a llevar el dinero en una bolsa.

Una sobrina de Rosa señaló que esta le tenía miedo a Gonzalo. Entre el verano del 2018 y febrero del 2019, este familiar llamó a su tía en varias ocasiones, pero siempre que lo hacía estaba activado el altavoz, supuestamente porque el ahora procesado quería escuchar las conversaciones.