Las intrusiones de calima disparan la contaminación antropogénica en las ciudades. Lo hace porque, cuando alcanza tierra, su acción reduce la capa límite marina (la más baja de la atmósfera donde soplan los alisios). Al tener que moverse en un volumen menor, las partículas contaminantes se concentran e intensifican su acción de manera local. ¿El resultado? La población acaba respirando un aire mucho más nocivo del que están acostumbrados cuando la calima entra en las Islas, suponiendo un aumento de la incidencia de las patologías cardiovasculares y respiratorias.

Así lo han determinado un grupo de investigación canario liderado por la científica Celia Milford, Centro de Investigación Atmosférica de Izaña, adscrito a la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). El artículo, titulado Impact of Desert Dust Outbreaks on Air Quality in Urban Areas Impact of Desert Dust Outbreaks on Air Quality in Urban Areasy publicado en la revista Atmosphere, insiste en la necesidad de reducir la contaminación generada por las actividades humanas. Tras constatar un aumento de la virulencia del aire ante las situaciones de calima, los investigadores remarcan la necesidad de actuar para prevenir estos picos y actuar en consecuencia para reducir sus repercusiones en la salud. Hay dos periodos de intrusión de polvo sahariano en Canarias: verano e invierno. Pero la situación es más dramática en los meses cálidos. "Cuando llega una intrusión de polvo se estrecha la capa de humedad", explica el investigador de la Aemet, Emilio Cuevas, cofirmante de este artículo. En promedio, el polvo estrecha la capa límite marina un 45% durante los meses de verano. En invierno, la estrechez es de un 25%. Al tener menos espacio de movimiento aún, la contaminación aumenta más en verano.

Los investigadores han recogido muestras de varios días de intrusión de calima en Santa Cruz de Tenerife. El perfil de contaminación en Santa Cruz ha variado a lo largo del tiempo, especialmente tras cesar las actividades de la refinería, que era el principal emisor de dióxido de azufre. En estos momentos, como explica el investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Sergio Rodríguez, los principales contaminantes de la ciudad son los barcos y los vehículos diésel, que aún emiten partículas ultrafinas de azufre y hollín.

La atmósfera en Santa Cruz siempre ha estado influida por la leve influencia del alisio y el muro del gran macizo (el de Anaga), dos situaciones determinantes en la renovación del aire. Por eso, la "mayor estabilidad atmosférica" que produce la calima, provoca que las capas atmosféricas no se puedan mezclar y que, por tanto, las partículas contaminantes floten en un espacio aún más reducido. Todas las personas que respiren ese aire, sufrirán en mayor proporción los efectos de la polución. Ejemplo de ello es el nivel de hollín acumulado en la atmósfera santacrucera cuando arriba la calima. "Las concentraciones de hollín, que definitivamente no proviene de África, crece en condiciones de intrusión sahariana", insiste Cuevas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año mueren en el mundo cuatro millones de personas debido a la contaminación atmosférica que flota el ambiente. Las patologías con las que se relaciona más frecuentemente es con los accidentes cardiovasculares como el ictus, la cardiopatía isquiémica, la infección de las vías respiratorias y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).

Límites de la UE

Por esta razón, la Unión Europea decidió fijar unos límites para las concentraciones de partículas de 10 (PM10) y 2,5 micras (PM2,5), en el aire ambiente (concretamente de 50 micras por metro cúbico para las partículas PM10), para reducir las afecciones en la salud de los ciudadanos. Poco después se dieron cuenta de que los países del Mediterráneo (como España e Italia) así como Canarias, contaban con una idiosincrasia especial, pues las intrusiones de calima aumentaban las concentraciones de partículas. Finalmente, se decidió establecer una excepción a la norma: los países podrían superar esos límites de contaminación por partículas cuando se debía a una causa natural. "Si demuestras que el aumento particulado proviene de una fuente natural, se puede descontar esos días", afirma Celia Milford.

Pero, a tenor de los datos recabados por estos investigadores, esa norma tiene un "contrasentido" con el que "hay que tener cuidado", pues, como señala Emilio Cuevas, la norma no contempla que "con la calima, los ciudadanos siguen padeciendo ese aumento de contaminación, venga de donde venga".

La conclusión, según los investigadores, "es que las emisiones antropogénicas locales deben reducirse aún más en las áreas afectadas por el polvo del desierto para lograr beneficios para la salud". "Las mejoras en la calidad del aire pasan por disminuir las emisiones contaminantes de los barcos y de los coches, especialmente de los diésel", insiste Rodríguez que señala que si se actúa sobre estas fuentes, en un futuro "las calimas de polvo Sahariano serán las que más influyan en la calidad del aire".