"La gripe tumba, te deja en cama", explica el jefe de sección de Epidemiología de la Dirección General de Salud Pública, Amós García Rojas, para insistir en lo que diferencia a este virus que llega a ser "invalidante" en comparación con un resfriado común. Los síntomas de la gripe más habituales son: fiebre alta superior a 38ºC, dolor muscular, dolor de cabeza, dolor de garganta, cansancio y debilidad, pérdida del apetito, congestión nasal, tos y estornudos y, en algunos casos (bebés), vómitos y diarreas. Cuando el cuerpo pide entrar en la cama, lo mejor, como insiste Amós García, "es ir a la cama, echarte y estar tranquilo". Más teniendo en cuenta que "no existe un tratamiento específico para esta patología". Una vez descansando, el paciente solo podrá tratar los síntomas con un antipirético, como el paracetamol, "bebiendo mucha agua" y quedándose principalmente en casa. Sobre todo, insiste, "el paciente debe evitar acudir a un centro sanitario si los síntomas que tienen no son muy graves". Y es que, si un paciente acude a Urgencias por síntomas leves de la gripe, puede "contribuir a expandir el problema", resalta García Rojas. Como señala la Consejería de Sanidad, aunque sea temporalmente debilitante, la gripe es generalmente una infección autolimitada en personas sanas, curándose espontáneamente después de unos días (siete normalmente). Sin embargo, en ciertos grupos de riesgo puede tener un curso más agresivo, causando complicaciones como neumonía, bronquitis e inflamación de los músculos del corazón y de la membrana que lo recubre. Bebés, ancianos, mujeres embarazadas, personas con inmunodeficiencia o con enfermedades cardíacas o pulmonares crónicas son los grupos con mayor riesgo.