El laboratorio de la innovación educativa de Canarias está en el barrio lagunero de Gracia. En concreto, en la trasera del IES Domingo Pérez Minik. Allí trabaja el equipo de la provincia que forma parte de la veintena de profesores del Archipiélago que en Comisión de Servicios -liberados- trabajan desde hace varios cursos para dotar de recursos en las aulas de las islas a alumnos con diversidad funcional. En este ámbito y en paralelo desarrollan la formación de los docentes y diseñan cómo serán las clases de un futuro que ya es presente.

Amaya Padilla Collado (Gran Canaria, 1978) es maestra de las NEAE (necesidades específicas de apoyo educativo) desde 2002, cuando comenzó a dar clases en Educación Infantil. Psicopedagoga y acreditada en Igualdad, Padilla tiene una amplia trayectoria docente en este campo tanto en Fuerteventura como en Tenerife. Ella aborda la integración a través de la innovación educativa. Este es el sentido del taller que va a impartir el congreso organizado por el sindicato ANPE: Suprimiendo barreras para el aprendizaje. Hacia un nuevo modelo de aula accesible. Es la base de la ponencia que en octubre del año pasado defendía en Madrid dentro de la feria especializada SIMO.

Más de 5.000 alumnos tienen necesidades educativas especiales (NEE) en Canarias. Como discapacidad o trastornos del espectro del autismo, de desarrollo o grave de conducta. Amaya -canariona asentada en la capital universitaria de Canarias y con seis cursos ya en este tarea que le apasiona- muestra su humildad: "Aquí todos los compañeros somos coordinadores. Este es un trabajo colectivo". Es la sede tinerfeña, la de Luis, Celeste, Elsa, Yanira, Humberto, Sergio...

Algunos están fuera cuando EL DÍA visita este laboratorio de la innovación. Luis explica: "Van a los centros para departir con profesores, directores o jefes de estudio y comprobar el desarrollo en las aulas de nuestro trabajo". Los orientadores desarrollan su labor en tres vías: dotar de recursos y herramientas a los centros, incluidas las nuevas tecnologías; formar al profesorado en este metodología innovadora y contribuir al diseño de las aulas del futuro para que incluyan como algo natural la diversidad funcional. "Toda persona tiene talento y capacidad en origen. La clave es la adaptación del entorno a su realidad y ahí entramos nosotros. No puede haber innovación sin inclusión". Lo asegura Amaya como principio de partida.

La tecnología es una herramienta para superar las barreras. Amaya pone un ejemplo: "Sin un ratón de miradas en su portátil no hubiera existido como científico Stephen Hawking. En el sentido de su aportación a la sociedad y ser referente. Nosotros tenemos ratones de mirada, carísimos por cierto (miles de euros) a disposición de un canario que pudiera llegar a ser como él".

Una web con las herramientas

Amaya explica: "Debemos dotar al alumnado de tecnología tenga la diversidad funcional que tenga. Que el ojo funcione a través del ratón o que la voz se reproduzca con un sintetizador". Una estrategia global para que el alumnado que lo necesite pueda recibir estos recursos. A través de una web tiene la posibilidad de optar a estas herramientas. Se "les prestan" porque se trata de un material "carísimo". Se envía al centro un kit de material, desde tabletas a pizarras adaptadas.

La financiación europea es clave para mantener este departamento en actividad. Un proyecto que se extiende a las denominadas aulas hospitalarias, con los estudiantes ingresados en edad escolar. Porque "el saber está afortunadamente a solo un toque de clic. Y para cualquier persona". Lo dice Amaya, que agradece en este capítulo el apoyo de La Caixa y Fundación CajaCanarias.

Una reflexión para concluir: "Nada es magia, todo es trabajo. Planificación, coordinación, herramientas, metodología, formación del profesorado y un espacio inclusivo y de igualdad. O sea, innovación educativa. E innovación educativa supone inclusión, equidad y excelencia a través del trinomio pedagogía, más tecnología, más aula adecuada. La fórmula mágica que no lo es".