Es un secreto a voces, conocido tanto por trabajadores sociales como por agentes policiales. Decenas de niñas escapan de los centros de protección en los que están ingresadas son prostituidas en Palma, en la mayoría de casos a cambio de pequeñas cantidades de dinero o regalos. Los expertos llevan años alertando de este fenómeno en informes internos, sin que los responsables del Institut d'Afers Socials (IMAS), el organismo responsable de estas menores en la capital balear, hayan tomado medidas efectivas para ponerle freno.

"Hay una negligencia absoluta por parte de los servicios sociales", comenta un agente que investigó estas prácticas. Son muchos los casos en los que, tras una fuga de menores de los centros de protección en los que están acogidos, se ha averiguado que la niñas han sido prostituidas por adultos. "Los trabajadores lo denuncian, pero cuando llega a los inveles superiores del IMAS los casos se minimizan, porque no tienen medios para evitarlo. Prefieren mirar para otro lado", aclara.

El caso de la niña de trece años que denunció haber sufrido una violación grupal en Palma la pasada Nochebuena destapó este fenómeno. La menor relató en su denuncia que, tras fugarse ese día del centro de menores en el que estaba ingresada, recibió varias ofertas en un bar para prostituirse, antes de dirigirse al piso del barrio de Corea donde sufrió la agresión sexual, por la que la Policía Nacional ha detenido a siete menores y un adulto.

La adolescente relata cinco violaciones diferentes a lo largo de esa madrugada. La víctima asegura que cuatro de los chicos la forzaron a mantener relaciones sexuales completas por separado y que varios la obligaron a tener sexo oral en grupo. Además, señaló que fue golpeada cuando intentó resistirse e incidió en el papel dominante de otra adolescente, también detenida, que la intimidó y a la que los jóvenes se quejaban cuando se negaba a tener relaciones con ella. La víctima cuenta que, tras fugarse el 24 de diciembre por la tarde del centro donde está acogida, estuvo en un bar de Son Gotleu donde la retuvieron, intentaron prostituirla, le hicieron beber alcohol y fumó porros. Desde allí contactó con una amiga, que acudió al lugar y con la que se dirigió en coche a una vivienda de la barriada de Corea donde los adolescentes celebraban una fiesta. Una vez en el piso, su amiga la intimida para que tenga relaciones con los chicos, diciéndole que no saldrá de allí hasta que lo haga.

La menor, "por miedo", accede. Así, la llevan a una habitación donde dos de los menores la fuerzan uno tras otro. Después, los otros cuatro acusados la rodearon y le obligaron a practicarles felaciones de manera simultánea. La niña explica que mostró con gestos su negativa a continuar, varios de los menores le pegaron "guantazos en la cara".