El Vaticano aprobó el pasado 11 de diciembre de 2019 el decreto de beatificación del padre Tomás Morales Morales, natural de Carrizal de Ingenio, fusilado por las milicias el 31 de agosto de 1936, con solo 29 años, durante los primeros meses de la Guerra Civil española, según confirmó a este periódico Julio Sánchez, sacerdote e historiador de la Iglesia. Esta nueva condición fue firmada por el papa Francisco, junto a los decretos de beatificación de otros 26 mártires de la Orden de Santo Domingo asesinados por odio a la fe entre los años 1936 y 1937. El proceso de beatificación del padre, quien alcanza el tercer escalafón en el camino a la canonización, después de siervo de Dios y venerable, se inició en Almería, donde estaba destinado como maestro, en 1962 y concluyó en 1997, pero llevaba paralizada en el Vaticano 22 años. Fue impulsada por los dominicos.

A raíz de la positio -la tesis que estudia la vida de la persona declarada venerable, sus virtudes y su martirio- elaborada por los dominicos y analizada por la Congregación para las Causas de los Santos de la Santa Sede, el papa Francisco ha dado luz verde a la beatificación del sacerdote canario. Así, el pontífice reconoce como virtudes del padre Tomás su labor como docente en Almería, su condición de informador y educador de los jóvenes de?Acción Católica, su trabajo como asesor religioso y una vida cristiana plena.

El ya beato padre ingeniense, hijo del labrador José Morales y de Andrea Morales, nació en 1907 en el seno de una familia de nueve hijos. En 1924, con 17 años, profesó como religioso y fue ordenado sacerdote en 1931, según los datos facilitados por el historiador de la Iglesia. El sacerdote se formó en teología y humanidades en el convento de Almagro, en Ciudad Real, y celebró su primera misa en Carrizal, su pueblo natal, el 7 de abril de 1931. Dos años después, en 1933, y varios años antes de iniciarse la Guerra Civil, Tomás Morales Morales fue destinado al colegio de Almería, donde se dedicó a la enseñanza de griego y el hebreo. Especialista en lenguas semíticas, también estudió árabe.

Su vocación religiosa y su vida cristiana hicieron del sacerdote un padre cercano a la gente. "Era un buen asesor religioso y buen profesor", explicó Julio Sánchez, "fue un hombre con mucho prestigio por su sabiduría que dedicó mucho tiempo a la misión de la Iglesia con un comportamiento ejemplar en el seminario".

Al inicio de la contienda, en 1936, y en medio de una intensa corriente anticlerical en la cual fueron asesinados casi 7.000 religiosos, el padre Tomás Morales Morales fue detenido, encarcelado en un barco y fusilado en la localidad almeriense de Tabernas el 31 de agosto de 1936. Una publicación de los dominicos refleja el calvario al que este sacerdote isleño, como otros muchos en aquella época, se vieron sometidos. Y describe sus últimos días. "Padre Tomás Morales Morales y Padre Fernando Grund Jiménez, siervos de Dios, salieron juntos del convento el 21 de julio, refugiándose por un corto tiempo en las casas de algunos benefactores. Durante la fuga fueron identificados por carretera y llevados primero a prisión y luego al barco Astoy Mendi, que había sido utilizado como prisión y donde también estaban recluidos otros religiosos", señala el documento; "el 30 de agosto fueron sacados del barco y, la noche siguiente, asesinados con disparos en el área de Tabernas". Los restos mortales fueron arrojados a un pozo y, terminada la guerra civil, se exhumaron. Ahora descansan en la parroquia de los dominicos en Almería, según Julio Sánchez. La condición de beato otorgada por el papa Francisco permite ahora que Tomás Morales Morales pueda ser honrado con culto, esto es, se le pueden dedicar iglesias y realizar imágenes con su persona. Será la Diócesis de Canarias la encargada de dedicar una iglesia, que se espera sea la parroquia del Buen Suceso de Carrizal, de donde es natural. La fecha y el lugar de beatificación del párroco canario y los otros 26 dominicos será comunicada próximamente por la Orden de Santo Domingo.

Segundo beato

La noticia ha sido bien recibida por la única de sus hermanas que aún vive, Antonia María Morales Morales, quien agradeció la buena nueva. "Lloré de la alegría porque el proceso se inició hace mucho tiempo y llevaba tanto parado que pensé que ya no lo vería", explicó ayer en declaraciones a este periódico. Y es que la hermana del beato está al borde de cumplir los 93 años. Para ella, que su hermano haya sido por fin ordenado beato es "un orgullo para Gran Canaria". Tiene muy pocos recuerdos del sacerdote, ya que cuando pereció -a ella no le gusta decir que fue asesinado- tenía tan solo cinco años. Sin embargo, en su memoria conserva un recuerdo de cuando tenía dos años y medio. "A mi casa venía con frecuencia el sacerdote del pueblo, el padre Juan Martel, y lo hacía con vestimenta de paisano, sin el hábito, dada la situación en la República", rememora, "y cuando mi hermano comenzó a venir con el hábito a mí me daba mucho respeto porque no estaba acostumbrada, hasta que una tía mía le pidió que se lo quitase".

A pesar de que las diferencias ideológicas le arrebataran a su hermano, no guarda rencor. "En mi casa nos educaron en la concordia, nunca he guardado rencor, pasó y ya", dice. Espera con ansia conocer la fecha y el lugar de la beatificación, sobre todo para organizar la comitiva que representará a su familia y a la parroquia del Buen Suceso en el acto. Es el segundo beato de Gran Canaria; la primera fue la hermana Sor Lorenza Díaz Bolaños, de Guía, fusilada el 22 de noviembre de 1936 y beatificada el 13 de octubre de 2013.