¿Por qué no le gusta el término enfermo? ¿Qué tiene de malo?

Ni enfermos ni usuarios, son personas que tienen una problemática. Reivindicamos la salud mental y el bienestar, y en contraposición a ellos está la enfermedad mental. Debemos reivindicar la salud mental para todos, para darle un enfoque más moderno. Tenemos una mala imagen del colectivo y pensamos que todo es catastrófico, pero una gran cantidad de personas que tienen esquizofrenia, trastorno bipolar u otros trastornos graves desempeñan su trabajo con absoluta normalidad. Somos pacientes cuando lo somos, no siempre ni continuamente, ni todo el tiempo con la misma intensidad. Reivindicamos la plena autonomía, tomar la rienda de nuestras vidas.

¿Las administraciones, los responsables sanitarios y los profesionales que los atienden cuentan con su opinión ?

Algo está cambiando. Tenemos muchos proyectos en los que contamos con la figura del paciente experto y cuando voy al Congreso siempre me acompaña una persona con esquizofrenia.

¿Qué es la salud mental?

El estado de bienestar que permite a una persona gozar de su vida y sus posibilidades, sin cortapisas, y le permite realizarse como persona. Si no hay salud mental, no hay posibilidad de salud física.

¿Cómo es la salud mental de los es­pañoles?

Si nos comparamos con los países ricos del Norte o con Canadá dejamos mucho que desear. Si nos comparamos con los países del Este nos va mejor. Portugal está mucho peor que nosotros, Italia no le va a la zaga, Francia es un poco especial, porque se quedaron anclados en los años 60... El movimiento asociativo español es el más importante de Europa. El caso de los países meridionales es un tanto especial, por la importancia de la familia, que hace sociedades bastante sanas mentalmente; se debe cuidar que no se revierta.

¿Cuál es la tasa de suicidios en España, es preocupante?

Desde la Confederación tenemos una reivindicación de gran alcance: pensamos que el suicidio es el principal problema de salud pública en España y en Europa, y que igual que el Estado interviene en materia de seguridad vial, tiene que intervenir en esto. En España mueren cada día 10 personas por suicidio y eso es una tragedia. Por cada una que lo consigue, 20 lo intentan, y eso afecta como mínimo a seis personas de su entorno. Es la primera causa de muerte externa en España y eso requiere una acción de Estado clara y definida. Finlandia tenía la mayor tasa de suicidio de Europa y la redujo en un 35%.

¿Cómo?

Hay cinco acciones fundamentales. La primera, actuar en el ámbito educativo, que se enseñe a los niños a manejar las emociones ante la frustración a la que nos aboca esta sociedad.

Siempre se ha evitado hablar de suicidio con los niños.

No se trata de hablarles de ello, sino de que entiendan que el éxito no lo justifica todo y que aprendan a caminar en una dimensión más humana.

¿Hay coste económico?

El suicidio es la punta de lanza de una patología que parece menor y que es gravísima. La OMS ha advertido de que en 2030 la depresión será la primera causa de baja. La depresión multiplica por 21 el riesgo de suicidio.

¿Por qué nos deprimimos?

Esta sociedad está mal enfocada:el excesivo consumismo, la falta de valores, todo eso desorienta. ¿Qué sociedad presentamos a la juventud? Vamos hacia la deshumanización. Luego están los problemas para acceder al empleo y, con ellos, la exclusión del circuito de consumo, la imposibilidad de acceder a la vivienda o a la cultura.

¿Era mejor la salud mental de los españoles hace 50 años?

Hace 50 años los que tenían la desgracia de estar locos y locas estaban tirados en un manicomio, todos de triste memoria. A partir de 1986 las cosas empezaron a cambiar. Mucha gente está como está ahora porque no fue atendida como debía.

Todos estamos expuestos a la enfermedad metal, ¿cierto?

Según las estadísticas de la OMS una de cada cuatro personas tendrá un trastorno mental a lo largo de su vida.

¿Las mujeres son más susceptibles a los problemas de salud mental?

Dicen que se quejan más y que por eso consumen más ansiolíticos. Yo pienso que es síntoma de una sociedad injusta, en la que las mujeres son agentes de segunda. Son víctimas de la cultura patriacal.