Tener una fábrica en una maleta. Es el sueño cumplido de Ricardo Zamora Rojas (1991), ingeniero mecánico formado en la Universidad de La Laguna (ULL), que tras acabarla carrera se convirtió en un ejemplo más de la larga lista de materia gris emigrada del Archipiélago para desarrollar su vida profesional. Al acabar la carrera se trasladó a Londres con su pareja. "Vivíamos en un apartamento pequeño y me preguntaba que podía crear y llevarme conmigo, ya que no íbamos a quedarnos a vivir en Inglaterra y también sabíamos que Canarias no era nuestra primera opción. Así que pensé en fabricar mi propio reloj", recuerda Zamora. De esta forma empezó hace casi cinco años una investigación que acabó centrando en la utilización de fibra de carbono para perfeccionar la técnica en la utlización de este material.

La fibra de carbono se asocia a máquinas de alto rendimiento de ingeniería como el automovilismo y la industria aeroespacial. Los primeros prototipos despertaron la sorpresa entre amigos y conocidos, descubriendo así el interés que genera este tipo de productos solo al alcance de unos pocos bolsillos. En el mercado, los relojes creados con este material más económicos cuestan 5.000 euros y solo utilizan la fibra de carbono en la caja. "Los relojes que también utilizan este material en la correa superan los 180.000 euros de precio", destaca Zamora que ha invertido los dos últimos años en desarrollar la técnica que permite la fabricación de un modelo "que puede ponerse a diario sin temor a romperlo".

La primera vez que se fabrica

Uno de los motivos que hace único a este reloj es el cierre, "un sistema innovador que no fabrica ninguna compañía". No quiere enseñarlo en una fotografía. Su secretismo y temor a ser copiado antes del lanzamiento tiene una razón, no lo ha patentado. Un problema que esperaba solucionar con la campaña de micromecenazgo que lanzó en la plataforma Kickstarter.

Las campañas de crowdfunding se han convertido en los últimos años en un instrumento útil que facilita a los creadores alcanzar la financiación que necesitan para fabricar un producto. Sin embargo, no es maná que cae del cielo. Necesita un estudio y trabajos previos. En este caso el joven tinerfeño ha sido asesorado por emprendeULL, el servicio de apoyo al emprendimiento de la ULL que le ayudó a madurar el modelo de negocio y la estrategia de comunicación y campaña durante los últimos meses. El micromecenazgo normalmente se realiza con objetos de bajo coste, con una media de 25 euros por producto. Sin embargo, este reloj, RzR Tecorón, tiene un precio de 899 euros en la campaña. No es disparatado según el creador: "En Europa y Estados Unidos existe una gran cultura de la joyería y relojería".

El coste está asociado al proceso de fabricación que necesita alinear las fibras de carbono de la forma correcta conseguir una alta resistencia a la tracción en la correa. "Hay relojes que parecen creados para ser expuestos y no tocarlos. El mío lo llevo a diario", recalca orgulloso. La campaña finalizó sin conseguir el dinero esperado para fabricar los relojes de forma industrial y sólo consiguió 19.469 euros de los 32.000 euros que pedía. "No podemos hacer solo 30 relojes; esta pequeña y sofisticada obra de arte está diseñada para producir al menos 100", indicaba en una carta a los mecenas de la campaña de micromecenazgo. Sin embargo, este obstáculo no frena su empeño en crear productos con diseño y tecnología canaria, "de una forma u otra encontraré la forma de fabricarlo y llevar El Hierro a todo el mundo", recalca en una entrevista a este periódico. También quiso adelantar a los mecenas que apoyan su proyecto y desean tener este reloj, la creación de una "colección experimental única" con otro tipo de tecnologías que permita hacer rentable una producción limitada" al tiempo que resalta su origen, "será 100% canaria".