"Un referente en la lucha estudiantil, parte de la memoria democrática de la universidad, en general, no solo de la ULL, y muestra del alto precio pagado por defender los derechos sociales y democráticos contra la dictadura". Así valora Eduardo Febles, miembro de la Asociación de Estudiantes de Canarias (ACE), la figura de Javier Fernández Quesada durante la celebración del homenaje con motivo del 42 aniversario de su muerte, asesinado por disparos de la Guardia Civil el 12 de diciembre de 1977 en plena Transición.

En el lugar donde cayó mortalmente herido el por entonces alumno de Biología, justo a la entrada del Edificio Central de la ULL se dan cita una treintena de personas. ACE ha convocado a la comunidad universitaria. Por el equipo de gobierno actual acude la vicerrectora Lastenia Hernández Zamora.

Febles lee un manifiesto delante de un cartel con el rostro del estudiante grancanario y un lema: Ni olvido, ni perdón. Debajo lucen dos ramos de flores colocados por el colectivo organizador e Intersindical Canaria.

Quien apenas tiene 22 años y cursa Derecho glosa aquellos tristes acontecimientos: "De repente y sin aviso previo, entraron por la puerta que da a las instalaciones deportivas seis guardias civiles armados con metralletas y pistolas disparando a todos lados... De pronto un silbo de balas acribillando todo. Tiros al aire que matan, en el acto quedó roto, nadie se lo esperaba... La gente corrió a protegerse de los disparos y Javier Fernández Quesada también lo intentó al verse sorprendido por la intervención policial mientras bajaba la escalera principal de regreso a casa. No tuvo suerte y una bala disparada a quemarropa le atraviesa el corazón. De inmediato sus compañeros intentan reanimarle, mientras la Guardia Civil continúa disparando, pero nada pudieron hacer por salvarle la vida. Durante la brutal intervención se dispararon más de 200 balas y también fueron heridos un niño de 13 años y un estudiante de 18 que termina con un tiro en el hombro. A pesar de la gravedad de los hechos a día de hoy el asesinato sigue impune".

Un respetuoso minuto de silencio precede ala ovación que cierra un acto sencillo pero emotivo. El grito final de Eduardo Febles lo resume todo: "Javier vive, la lucha sigue".