José Carmona es el secretario de la Asociación Sociocultural Gitana Karipen de Tenerife, además de presidente de la Federación Gitana de Canarias y vocal del Consejo Estatal del Pueblo Gitano. Es el rostro del colectivo que ejerce como anfitrión durante tres días -hoy, mañana y pasado- de la Conferencia Internacional Estrategias contra el antigitanismo que tiene como escenario el Auditorio de Tenerife Espacio de las Artes (TEA) en Santa Cruz de Tenerife. Como corresponde a quien recibe a su familia (una gran familia en este caso), José presenta a sus primos -recién llegados desde Barcelona- , como se denominan entre ellos, Pedro Aguilera, politólogo, e Iñaqui Vázquez, activista social, además de dirigentes de distintas organizaciones, pero, por encima de todo, gitanos.

Con los tres el diálogo lleva a tocar todos los campos y muchos tópicos. Del flamenco a la venta ambulante o el nomadismo. Los estereotipos, los estigmas y las etiquetas. Con una base que será eje en la conferencia: el antigitanismo. Como ellos mismos dicen, "un nuevo concepto, pero una vieja forma de racismo". En auge en países como Hungría, Rumanía y la República Checa con amplias minorías gitanas. O en la Italia de Salvini.

Otro palo del debate es el lenguaje que a veces hace mucho daño desde los medios de comunicación porque "de 90 noticias, 87 son negativas". Por eso en el foro se presenta el informe anual de Rromaní Pativ (Dignidad Gitana), que analiza este aspecto clave.

Y un objetivo mantenido durante siglos: perseverar en la identidad del pueblo gitano desde que salió del Punjab hace mil años en una diáspora que en cierta medida aún dura. Doce millones en el mundo y un millón y medio en España "tirando por lo bajo". Integración, sí, pero con matices. Nunca absorción o asimilación.

Otro factor es el posible papel de Canarias y de Tenerife como puente hacia otras comunidades gitanas, sobre todo de América Latina. En palabras de Carmona: "Poner a estas islas en el mapa político y social de la causa gitana". En este sentido existe la posibilidad de organizar aquí un primer congreso latinoamericano.

Carmona insiste en que en Canarias la comunidad tiene muchas carencias y las políticas públicas se centran en el asistencialismo. Propone que se reconozca en el Estatuto de Autonomía su existencia como una minoría étnica, como ocurre en el catalán. Y añade que el Parlamento canario aprobó la creación del Consejo Canario del Pueblo Gitano "pero todo quedó en agua de borrajas".

Al encuentro asisten una treintena de ponentes. Entre ellos personalidades de la talla intelectual y el liderazgo de Romeo Franz, europarlamentario; Soraya Post, activista, feminista, gitana, sueca y exeuroparlamentaria, o el socialista canario Juan Fernando López Aguilar. El objetivo es "que la conferencia internacional sea el punto de inicio para plantear estrategias eficientes en la lucha contra el antigitanismo". Con tres visiones: el activismo, la academia y los organismos públicos. Participan cargos políticos y públicos de alto nivel europeo, estatal y local; líderes, activistas gitanos y entidades, además de profesores y expertos.

El foro cuenta con sesiones plenarias donde ubicar intervenciones, mesas redondas y conversaciones colectivas específicas. Centradas en tres ejes de actuación: el concepto de antigitanismo en la historia y la actualidad; el antigitanismo institucional y las formas de combatirlo desde la política y el antigitanismo en Europa y la cuestión de género.

Un poco de historia

El pueblo gitano ha sufrido marginación, exclusión y racismo desde su llegada a Europa en el siglo XV. En 600 años, el racismo ha tenido diversos niveles. Desde el institucional y más deshumanizante como el de Walachia (Rumanía), donde eran esclavos, a las numerosas pragmáticas (leyes antigitanas), la negación de la identidad o la prohibición de usar la lengua romaní y los oficios tradicionales.

España también conoció un episodio de intento de exterminio en julio de 1749. Fue la Gran Redada o Prisión General de Gitanos autorizada por el rey Fernando VI y organizada por el Marqués de la Ensenada para conseguir el exterminio biológico del pueblo gitano.

En el siglo XX más de 500.000 gitanos fueron exterminados en los campos de concentración de la Alemania Nazi. Pero aún fue más vergonzoso para ellos el olvido en los juicios de Nuremberg y la falta de reparación. Y ya en el actual siglo XXI los movimientos populistas de extrema derecha han encontrado en el pueblo gitano la cabeza de turco para justificar todo.