¿Cuándo fue la última vez que realizaste un experimento? La respuesta sería? ¡a todas horas! Al subir en el coche para desplazarte, al cocinar un determinado plato o al entrenar una habilidad. Para aprender de un proceso hay que modificarlo y posteriormente observarlo, en conclusión, experimentar. El cometido es hacerlo de forma eficiente, esto es, con el menor esfuerzo obtener la mayor cantidad de información.

De estos procesos se encarga el Diseño Experimental, técnica estadística que surge por la necesidad de optimizar los procesos que nos rodean. Un ejemplo de lo más simple sería cómo hacer cotufas en un microondas. El objetivo es reducir los costos, en nuestro caso el consumo de electricidad, maximizando el número de cotufas comestibles, que en el argot de diseño de experimentos se denomina variable respuesta. Este ejemplo tiene algunos factores que podrían modificarse para estudiar su efecto: agregar una pequeña cantidad de aceite, tapar o no el recipiente o incluso la forma de dicho recipiente. Se presentan varias combinaciones que deben ser implementadas en distintas pruebas para obtener finalmente la mejor.

En general, antes de realizar un experimento tenemos una idea de qué factores son los que tienen un efecto sobre la variable respuesta. Su diseño elimina la subjetividad y acota los factores que realmente tienen un efecto sobre lo que se está midiendo. En nuestro ejemplo, el número de cotufas comestibles. El diseño de experimentos permite conectar las Matemáticas con lo real, cuantificando los efectos de los distintos factores sobre el número de cotufas ricas y crujientes.