En susto se quedó la historia de un toro de unos dos años de edad que el martes a última hora de la tarde se escapó del matadero de Jarrio y pasó la noche en una finca del vecino núcleo de Medal, a poco más de un kilómetro. Fue necesario dormirlo para cargarlo de nuevo en el remolque y conducirlo finalmente a su destino final.

Su dueño, un ganadero de la localidad lucense de Fonsagrada, bajó hasta Jarrio con dos animales. Uno entró sin problemas a la instalación cárnica, pero el segundo se las apañó para abandonar el recinto. Cruzó todo el polígono de Jarrio y buscó refugio en unas fincas junto al arroyo de Río Pinto. Hasta allí lo siguió su propietario, aunque no logró apresarlo.

La fuga se registró pasadas las siete de la noche así que dadas las condiciones de escasa luz poco más se pudo hacer en la noche del martes. Eso sí, la Guardia Civil se personó en el pueblo para alertar a los vecinos de la situación y pedir a la gente que no saliera de sus casas por el peligro que suponía tener un toro suelto en las inmediaciones.

Hoy por la mañana se puso en marcha el operativo de captura. Los propietarios del animal decidieron bajar una vaca para que le hiciera compañía y lograr que estuviera lo más tranquilo posible. Aún así, se optó por usar dardos tranquilizantes, para dormirlo y evitar incidentes. Tras un intento fallido, el segundo dardo, disparado por el sobrino del dueño, acertó y logró el objetivo. Una vez, el animal estaba adormilado varias personas ayudaron a subirlo al vehículo que lo transportó al matadero. El operativo finalizó en torno a las tres de la tarde.

"Se montó una revolución, pero al final no pasó nada y el animal no estuvo cerca ni de personas, ni de coches", reconocía el teniente Alcalde de Coaña, José Luis Martínez.

El dueño de la finca donde buscó refugio el animal es Leandro Fernández que vivió todo el proceso. "El toro es joven, tendrá dos años, y está ágil, así que hubo que anestesiarlo", contó este vecino. "La mayor parte de la gente del pueblo ni se enteró porque como pasó por la noche y por la mañana ya estaba en las fincas abajo de las casas...", añade Fernández. Pese al revuelo generado, la historia se zanjó sin incidentes, aunque con poca fortuna para el animal que no logró eludir su destino final.