La estadística establece que las personas con discapacidad son entre el 10 y el 12% de la población. También en Canarias. Pero resulta evidente que, además, cualquiera está abocado a serlo con el paso de los años. Hoy, 3 de diciembre, el colectivo conmemora su día internacional y europeo. El Comité de Entidades Representantes de Personas con Discapacidad de Canarias (Cermi Canarias) hace hincapíé en la soledad como gran amenaza para el colectivo. En este sentido reclama estrategias adecuadas contra "el gran mal que devasta a estas personas". Con el lema SOS soledad, yo también cuento, la entidad ha elaborado un manifiesto que alerta de esta circunstancia. Además aporta el dato de que las mujeres con discapacidad sufren en mayor medida este creciente problema.

El documento resume: "La soledad no deseada es una de las lacras de las sociedades llamadas a sí mismas avanzadas. Las mujeres y hombres con discapacidad se enfrentan en su día a día a situaciones de aislamiento social, de separación de la vida en comunidad, que provocan mayores dosis de soledad forzosa".

La falta de accesibilidad de entornos, productos y servicios; la imposibilidad o la dificultad extrema de ejercer los derechos fundamentales; la inactividad obligada; la ausencia extendida de apoyos para una autonomía personal efectiva; residir en medios con escasez de recursos por la deficiente y no equitativa distribución de los mismos, como es el rural, y la pervivencia en el imaginario social de actitudes reticentes y negativas sobre el valor de estas personas son algunas de las causas que producen y agravan las situaciones de soledad no querida entre este colectivo.

Perfiles en riesgo

Quienes sufren mayor riesgo de vivir esa soledad son las personas mayores; la infancia víctima de violencia; aquellos con discapacidad intelectual y del desarrollo; con problemas de salud mental; con discapacidades sobrevenidas en la vida adulta o en la edad avanzada, y en general, con grandes necesidades de apoyos. Así, factores como la edad, el tipo de discapacidad, la procedencia y el lugar de residencia, entre otros, provocan más soledad. Todo lo anterior se multiplica si se trata de mujeres con discapacidad.

Según los estudios sociológicos disponibles, más de un 20 por ciento de estas personas viven solas y un 38 por ciento de ellas en una soledad, además, no deseada. El 74 por ciento de las que viven solas son mujeres, por lo que la soledad "tiene rostro de mujer".

Para acabar con esta situación, Cermi plantea la necesidad de cumplir los mandatos de la Convención Internacional de los Derechos de las personas con Discapacidad, cuyo eje es la inclusión y la vida en comunidad. Además, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU fijan como una de sus prioridades "no dejar a nadie atrás".

Entre las medidas concretas planteadas para luchar contra la soledad no querida entre las personas con discapacidad cabe destacar la dotación de plena accesibilidad de los entornos, productos y servicios de interés, empezando por las viviendas. Además de una estrategia estatal de inclusión en la comunidad. Cermi también pide apostar por la empleabilidad; impulsar medidas de apoyo a la autonomía personal; campañas de toma de conciencia para eliminar estereotipos y programas de acompañamiento a familias.

Otras propuestas pasan por aprovechar el potencial de las nuevas tecnologías en el acompañamiento y empoderamiento de los mayores; favorecer el voluntariado social; mejorar la formación de los equipos profesionales de los servicios públicos; información accesible sobre los recursos existentes y estudios que analicen las situaciones de soledad.

Todos estas herramientas deben orientarse a mitigar el principal problema de las personas con discapacidad: quedarse solas.