Ante una dramática situación de supervivencia solo cabe una acción inmediata y colectiva que permita cristalizar una transición verde y sostenible. La primera jornada de la XXV Cumbre Mundial Climática (COP25) que se celebra en Madrid hasta el 13 de diciembre invocó dos espíritus de lucha ante el desafío histórico al que se enfrenta la Humanidad: compromiso y unión.

Mandatarios de medio centenar de países renovaron su apoyo a los objetivos previstos en el Acuerdo de París para reducir las emisiones de CO2. Y mostraron su apoyo incondicional a "la acción inmediata" que haga realidad una transición ecológica que, al mismo tiempo, resulte "justa y equitativa". Frente a la indiferencia o una clara pasividad de gigantes como EEUU, China o Rusia, Europa quiere liderar la gran cruzada climática: los estados miembros de la Unión Europea están dispuestos a realizar los esfuerzos que sean necesarios para conseguir la neutralidad climática en 2050.

La primera mesa redonda, presidida por el presidente del Gobierno español en funciones, Pedro Sánchez, dejó claro que la conferencia multilateral de la ON tiene la lección bien aprendida en cuando a mensajes esperanzadores se refiere: es tiempo de actuar de manera "conjunta" para poder "mitigar" y "combatir los efectos perversos" del cambio climático. Todos a una. "No es una opción, es una necesidad", dijo Ambrose Mandvulo Dlamini, primer ministro de Esuatini.

Sánchez se comprometió ayer a reducir las emisiones de efecto invernadero más allá de lo que pide la Comisión Europea para 2030. "España estará a la altura de las circunstancias en cuanto no tengamos un Gobierno en funciones" para asumir todos esos compromisos, ha añadido Pedro Sánchez durante una rueda de prensa, con motivo de la celebración de la cumbre mundial del clima en Madrid. Sánchez ha destacado el compromiso de España con la reducción de una de cada tres toneladas de las que se emiten en la actualidad, con un 20 por ciento menos que en 1990, para alcanzar la neutralidad climática en 2050.

También "impulsaremos un Green Deal", un pacto verde, para que las personas estén "en el centro" de las políticas de energía y clima, de modo que la transición hacia las economías descarbonizadas sea "justa y no haya perdedores, y sí oportunidades para todos".

"Cada vez más mandatarios y líderes políticos están asumiendo esa hoja de ruta climática" en defensa del clima, ha añadido cuando se le ha preguntado a qué se refería en su intervención de la mañana de ayer al hablar de "fanáticos que niegan la evidencia" de la crisis climática.

Los dirigentes aprovecharon sus intervenciones para contar a los demás sus planes nacionales para impedir que se llegue "al punto de no retorno" y, de esa forma, afrontar "el mayor desafío" de esta generación. "Ninguna casa es más compartida que el planeta y ninguna causa es más común que esta", ha sentenciado el presidente de Costa Rica, Carlos Alvarado.

Y aquí llega uno de los asuntos de capital importancia para que ese esfuerzo común no descarrile: la solidaridad internacional. Varios países en vías de desarrollo reclamaron financiación para acceder a una transición verde que sea "justa y equitativa". "A pesar de nuestras denuncias, los famosos fondos verdes del clima no llegan", denunció el presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, quien criticó "la grave injusticia" que sufre este país, que apenas emite gases contaminantes a nivel internacional, mientras que está entre "los tres primeros países más afectados a consecuencia del cambio climático".

En el lado opuesto, los países responsables de la mayoría de las emisiones de gases efecto invernadero (Estados Unidos, China y la India) están representados en esta conferencia por delegaciones de segundo nivel, en el caso de EE.UU. por la presidenta del Congreso, Nancy Pelosi, quien garantizó no obstante la implicación de su país. El primer ministro de Grecia, Kyriakos Mitsotakis, destacó la repercusión que tiene el cambio climático en "el irremplazable" patrimonio cultural. Un invitado sorprendente: el oso polar de peluche que mostró el presidente de Austria, Alexander Van der Bellen. Una historia conmovedora: le visitó un niño de 6 años llamado David que, al ver tantos candelabros de cristal y cuánta electricidad se consumía en el Palacio de Viena, le dijo: "Los osos polares se van a morir".

El primer ministro francés, Edouard Philippe, recordó que cuando era pequeño se pensaba que la lluvia ácida iba a liquidarlos bosques. "Pero los gobiernos reaccionaron, se invirtió y la lluvia ácida dejó de ser un tema recurrente y no desapareció milagrosamente sino que fue fruto de un trabajo serio", animó.

La historia será la que "juzgue" las acciones que se lleven a cabo ahora. El secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin, se preguntó "si existe voluntad política para que haya más recursos humanos, financieros y tecnológicos destinados a mitigar el cambio climático y la pobreza".

Entre las medidas que los dirigentes han compartido destacan: hacer más eficiente la producción de calefacción; el cierre de las centrales de carbón; hacer el transporte público gratuito; eliminar los plásticos de un solo uso; o aprovechar lo que ofrecen los océanos. La primera ministra belga, Sophie Wilmès, recalcó que "esto rebasa fronteras, culturas e ideologías" por lo que ha llamado a ser "ambiciosos" y a un "compromiso colectivo".

"Más allá de estas cuatro paredes, hay mucha gente joven que se convoca cada semana exigiendo a los líderes que digan la verdad, que están viviendo la emergencia climática y que pongamos todos los medios posibles para que hereden un planeta mucho más justo y sostenible. Trabajemos todos juntos en lograrlo", pidió Pedro Sánchez.

Todos los líderes apuntaron al papel crucial de los jóvenes en vísperas de la llegada desde Lisboa de la activista sueca Greta Thunberg, inspiradora del movimiento juvenil en defensa del clima, a la cumbre