L.M.A.

MADRID

Las zoonosis debidas a las ratas son escasas y tienen una baja incidencia en España, es decir, no existen brotes importantes de enfermedades transmitidas por estos u otros roedores a las personas. Pero sí que hay casos, y existen riesgos, bien por la extensión de las enfermedades conocidas, bien por la aparición de otras que no se han declarado porque aún no se han dado las condiciones propicias.

"Hace años que la OMS ha puesto el foco en los roedores como elemento clave en la transmisión de zoonosis, ya que cerca del 40 por ciento de ellas están relacionadas con estos animales, bien como reservorios o como vectores", explica Rubén Bueno. El caso más conocido, por su trascendencia, es el de la peste bubónica, que asoló Europa en la Edad Media (siglo XIV) y mató a un tercio de su población. Los roedores, tanto urbanos como rurales, actúan como reservorios de la bacteria que causa la peste (Yersinia pestis) y que es vehiculada a las personas por la pulga de la rata. "En Europa, el reservorio fue, sobre todo, la rata negra (Rattus rattus), que era la más abundante; hoy, en las ciudades, abunda más la rata parda (Rattus norvegicus), que también actúa como reservorio", explica Bueno, quien aclara que "actualmente en Europa no se conocen casos, pero sí los hay en otros países, y no solo en África o en Asia, como se podría pensar por las condiciones en las que vive gran parte de la población en ambos continentes, sino también en Estados Unidos, en zonas rurales del Oeste, donde se debe al contagio accidental por contacto con roedores silvestres".

Otras enfermedades tienen una incidencia mayor, aunque, en todo caso, limitada. Por ejemplo, la leptospirosis, igualmente causada por una bacteria. "En este caso, no hay un vector, se contagia por contacto con la orina, en lugares frecuentados por los roedores. En España tenemos pequeños brotes de cuatro, cinco o seis casos, muchas veces tras lluvias intensas que saturan las alcantarillas, barren lugares frecuentados por roedores, y arrastran orín y excrementos hasta zonas de baño. En el año 2017 hubo un brote en Bilbao, que coincidió con las competiciones náuticas", comenta. También los antivirus se pueden transmitir a las personas, "sobre todo por inhalación de restos de orín y excrementos; por eso hay que evitar el contacto con zonas frecuentadas por roedores", advierte Bueno.

Agentes de transmisión

El problema de los roedores es que, por su adaptación a diversos tipos de ambientes, "tienen contacto con multitud de hospedadores diferentes, por lo que facilitan mucho la circulación de patógenos", señala Rubén Bueno, quien agrega que hay enfermedades actualmente ausentes en España pero que podrían declararse "porque tenemos todos los agentes de transmisión; si no las hay es porque aquí no se han dado las condiciones para ello" Por eso, Bueno insiste en la importancia de "prevenir", para evitar riesgos sanitarios y perjuicios económicos. "A este respecto, el control de roedores debe ser una premisa", sentencia.

El estudio de las ratas de alcantarilla de la ciudad de Barcelona ha desvelado un misterio que intrigaba a los expertos en patología animal. María Teresa Galán-Puchades, catedrática del departamento de Parasitología de la Universidad de Valencia, explica. "La empresa que realizó el estudio de Barcelona nos facilitó 350 ejemplares para analizar sus vísceras. De momento, hemos estudiado 100, y hemos encontrado que un tercio de ellos tenía leishmaniosis". El resultado es relevante porque explica los casos urbanos de leishmaniosis. "Se espera que la leishmania aparezca en espacios rurales o periurbanos, donde se da la tríada epidemiológica: el protozoo, el flebótomo (un díptero hematófago) que actúa como vector y las personas. En las ciudades, el flebótomo tiene una densidad baja y no se consideraba importante la transmisión de la leishmania. Ahora hemos descubierto que lo que está manteniendo el ciclo son las ratas" de alcantarilla, destaca.

Es la primera vez en el mundo que se capturan ratas en las alcantarillas, detalla la catedrática de Parasitología; "hasta ahora se habían estudiado las poblaciones de superficie, en las cuales la leishmania tiene una prevalencia bajísima. Sin embargo, en las alcantarillas hay una población alta de flebótomo, allí vive muy bien: está en un ambiente de temperatura constante, lleno de materia orgánica y con sus hospedadores al lado". En todo caso, Galán-Puchades concluye que "este hallazgo no debe provocar alarma social. No ha habido más casos de los que había ni se ha dado ningún brote. Hemos descubierto que la rata mantiene el ciclo de la leishmaniosis y eso significa que ahora se pueden aplicar medidas de control, como llevar a cabo campañas de desinsectación (para combatir al flebótomo y romper el ciclo de la enfermedad)", indica.