Marita Hernández Ledesma es una docente ya curtida en muchas batallas, pero se emociona hasta las lágrimas cuando sus niños, los 27 alumnos de 5º de Primaria del Colegio Isabel La Católica de El Cabo, en Santa Cruz, le dedican una fiesta sorpresa para celebrar el Día del Maestro. Ella representa a otros miles de compañeros que viven la efeméride donde más les gusta: trabajando en el aula.

"Es una buena profe"; "La mejor del mundo"; "Como una segunda madre"; "La más guapa"; "Divertida y trabajadora"... Son solo algunas frases que espontáneamente surgen del grupo en un aula llena de globos y confeti. Lo remata Fabio: "Guapa, hermosa y pichona".

Enfrente, Marita, acompañada por otra veterana como Fabiola, secretaria del centro hace doce años y con más de tres décadas de docencia, deja escapar alguna lágrima. Son sus niños, a los que ha conocido este curso pero es como si hubieran estado juntos toda la vida. Le regalan un corazón de cartulina con las fotos de todos. Más emoción.

Todos quieren hablar hoy. Desde el dicharachero Darío a los tres Diegos, Rocío, Efraín, Alejandro o Víctor. Estos 27 niños de 9 y 10 años tienen este miércoles un inicio de jornada lectiva diferente. Como dice uno, "a primera hora, fiesta". Una fiesta que "hemos hecho los niños". Otro resume: "Es raro que nos haya salido tan bien".

Entran a las 8:30 y acaban a las 13:30. En medio hoy, Lengua, Inglés, Francés, recreo (10:45), dos horas de Matemáticas y Educación Física a última hora. Luego el comedor -van 22 de los 27-. Marita es su tutora y les da "todas las asignaturas menos Inglés, Francés, Música y Religión -optativa-.

El momento álgido fue la lectura de una poesía por la alumna Claudia. Basta una de las tres estrofas como muestra: "Tienes un cañón de alegría disparando en tus ojos y todo aquel que te mira se llena de amor; eres el ángel de la guarda para todos nosotros, te juramos que no lo exageramos, todo es corazón". Máxima emoción. Y Marita casi se derrumba.

La voz de la experiencia

Fabiola Monzón Báez se mueve junto a Tanausú Cabrera, el director desde este año -tras la estela que dejó el palmero Samuel Neris-, siempre atento. Ella sirve de cicerone para cambiar el rumbo después de tantas emociones. Primero, desde su cargo de gestión, para explicar: "Somos un colegio pequeño, una familia con 230 alumnos matriculados y 16 profesores". Recuerda: "Son 37 horas a la semana, de ellas 25 lectivas y tres más de exclusividad -atención a la familia, tutorías...-".

Luego, ya en el papel de docente más antigua -de Inglés- para valorar "el sello colaborativo y de trabajo colectivo que tiene el Isabel La Católica".

Y, por último, en el aspecto más personal; "Soy maestra desde hace 33 años y llevo 19 en este centro. Para mí es una pasión que me rejuvenece cada año cuando vienen los nuevos alumnos. Renuevo la ilusión con el inicio de curso. No era algo vocacional pero se ha convertido en todo en mi vida".

La más joven

La cara opuesta a Fabiola es Raquel Barrios Évora. Nacida en 1989, a sus 30 años lleva nueve en la docencia. En el Sur de la Isla y San Matías antes de llegar al colegio de El Cabo. Es su primer año aquí, como tutora de Sexto y profesora de Francés pero, asegura, "no lo noto porque me hacen sentir como si llevara toda la vida en este colegio".

Preguntada sobre qué es ser maestra para ella, responde: "Es mi sentido de la vida. Me levanto maestra y me acuesto maestra. Todo gira alrededor de mi profesión. Es un orgullo y estoy muy contenta por dedicarme a lo que me gusta. Mi pasión es venir cada día a encontrarme con los niños -da clase a los mayores, los de 11-, poder educar en valores y enseñarles un idioma".

Acaba con una frase de Mar Romera, gurú de la innovación educativa: "El profesor no solo enseña lo que sabe sino que enseña lo que es". Y apostilla: "Eso es lo que intento cada día". Un buen final para valorar al maestro en su día.