No duda en afirmar que, de todos los lugares que ha conocido, "el Teide es, sin duda, uno de los paisajes más bonitos que hay en la Tierra". Y esta reflexión en voz alta no es una lisonja: va más allá del éxtasis propio de la contemplación para alcanzar el estadio de la comprensión en la persona de Juan Luis Arsagua (Madrid, 1954), doctor en Ciencias Biológicas y catedrático de Paleontología en la Universidad Complutense de Madrid, codirector del equipo de investigación del yacimiento de Atapuerca, en Burgos, y galardonado, entre otros muchos premios, con el Príncipe de Asturias.

En una conversación telefónica medida al minuto, asegura sentir admiración hacia aquellos naturalistas que pasaron por la Isla, de la que dice llegó a convertirse en algo así como "la piedra de Rosetta de la biogeografía". Porque Tenerife supuso el primer contacto de Alexander von Humboldt con la flora de América, en el Jardín de Aclimatación de La Orotava, la flora local y los pisos de vegetación.

Tal y como hizo el alemán, que aprovechó sus días de estancia en Tenerife, de camino hacia América, para alimentar los fundamentos de su trabajo sobre esos pisos de vegetación -a juicio de Arsuaga "el germen de la biogeografía"-, también este científico, junto al cineasta Javier Trueba, se embarcó en la aventura de ascender al volcán tinerfeño, poniendo voz al rodaje de Humboldt en el Teide, uno de los capítulos de la serie Cuadernos de Viaje.

De ahí que no pierda ocasión para animar, a toda persona que lo escucha, a que visite el Teide, "con los ojos y la mente bien abiertas, entendiendo lo que se ve".

El último de sus libros, que lleva por título Vida, la gran historia, lo abre con una cita del francés Jacques Monod, Nobel de Medicina, quien reivindicó el pensamiento científico como "una parte de la cultura de nuestro tiempo". Para Arsuaga, esta publicación no es una más de su dilatada producción. Bien al contrario, representa el libro de su vida, "el destilado de 40 años de investigaciones sobre la evolución humana", si bien él prefiere definirse como un estudioso de la evolución biológica en su conjunto.

A propósito de esta catalogación precisa que "con respecto a los sentidos, la verdad es que no hemos avanzado nada; sí, por contra, sobre lo que está oculto, detrás de las apariencias". Y echando mano de su didáctica de profesor establece la comparación con una alfombra y, a manera de metáfora, explica que "en la cara que está a la vista se pueden observar dibujos y formas, pero si le damos la vuelta, detrás aparecen los nudos, la explicación". Y concluye entonces afirmando: "la realidad tiene esta doble estructura".

Al ser preguntado por lo que se entiende como científico, esta vez echa mano de una historia que bien podría atribuirse a los Hermanos Marx o hasta el mismísimo Woody Allen. Dice así: "Alguien llega a su casa y se encuentra a su pareja con otra persona. Le echa la bronca y aquella le responde que no es lo que parece. ¿Vas a creer más a tus ojos que a lo que yo te digo? Pues en eso consiste la ciencia: no hay que creer más que lo que yo digo".

Así, sobre esa fascinación que manifestamos por lo desconocido y nuestros orígenes, entiende el científico que "sólo la descripción de la evolución, la paleontología, es capaz de explicar con veracidad cómo hemos llegado hasta aquí los seres humanos". Eso, en contraposición con las religiones, sobre las que afirma "están a otras cosas", que nada tienen que ver con disciplinas como la biología o la geología, si bien sostiene que "cada uno de nosotros necesita saber por qué está aquí", ya sea desde formulaciones divinas, místicas o hasta extraterrestres.

Considera, además, que la clásica formulación de quiénes somos, de dónde venimos y adónde vamos (que en el caso de la filosofía vasca, con su particular rasgo de humor, sustituye por el adónde vamos a comer) "es inevitable, inherente al ser humano y resulta esencial", abundando en la idea de que nuestra especie "no habría completado su desarrollo sin haber conservado ese espíritu juguetón y de exploración" que es el que mejor define el comportamiento de los cachorros.

Del panorama de la investigación en España lamenta Juan Luis Arsuaga que, en estos momentos, "haya habido un parón, porque la verdad es que íbamos muy bien". Lo cierto es que, tal y como establece su método de análisis, no puede evitar las comparaciones y, en este sentido, destaca que "veníamos del oscurantismo", pero se hace necesario "recuperar impulso". Con todo, le gustaría que en el futuro "las universidades españolas, los campus, se internacionalizaran más y también conectaran con la sociedad".

Y cumplido el tiempo de la entrevista se vuelve a la soledad del yacimiento, acaso porque rodeado de esa naturaleza quiere creer que está más cerca y sentir algo parecido a lo que experimentaron aquellos seres humanos, algunos aún por descubrir.