Luis Balbuena Castellano

En noviembre de 1977 celebramos en mi casa una reunión a la que acudieron Ángel Isidoro, Manuel Linares y Antonio Martinón. Los cuatro trabajábamos en Enseñanza Media y nos preocupaba la gran dificultad que presentaba el aprendizaje de las matemáticas para un buen número de estudiantes. ¿Qué hacer? La tormenta de ideas aportó muchas posibilidades de trabajo, pero la que nos pareció más eficaz fue la de crear una sociedad que reuniera a quienes teníamos esa misma inquietud. Por otra parte, pensamos que a la hora de solicitar ayudas no sería lo mismo acudir "los cuatro" que hacerlo con el respaldo de muchos más. Así las cosas, decidimos convocar a los colegas a una reunión en la que discutiésemos esa posibilidad y apuntásemos otras líneas de trabajo.

Nos reunimos en el IES Viera y Clavijo de La Laguna en una tormentosa tarde que nos hizo presagiar lo peor. Pero no fue así, la asistencia fue numerosa y con grandes deseos de arrancar. Los primeros objetivos quedaron claros: crear una gestora que llevase a cabo toda la tramitación para poner en marcha la Sociedad Canaria Isaac Newton de Profesores de Matemáticas, que sería pionera en España, publicar un boletín que recogiese tanto la vida de la Sociedad como diferentes artículos, crear equipos para trabajar en temas diversos y convocar anualmente unas jornadas en las que exponer experiencias, debatir e invitar a colegas de otros lugares.

Con la perspectiva que nos da el tiempo, hoy vemos que durante esos primeros años dábamos muchos "palos de ciego", porque realmente poco sabíamos de lo que llamábamos "didáctica". Pero la necesidad y los deseos de avanzar eran altos y el panorama empezó pronto a cambiar: las Jornadas aportaban ideas y materiales, el boletín se transformó en la revista NÚMEROS y se promovieron contactos con otros grupos. Pero fue el IV International Congress on Mathematical Education (ICME), celebrado en Berkeley (California) en agosto de 1980, y al que asistimos Manuel Fernández Reyes y yo, lo que nos abrió una enorme puerta. Establecimos intercambios con numerosas revistas de todo el mundo, conocimos a figuras como Emma Castelnuovo o Claude Gaulin (al que invitamos posteriormente en varias ocasiones) y sobre todo comprobamos que no estábamos tan desorientados.

Esa semilla plantada empezó a dar otros frutos. En las distintas comunidades autónomas se fueron creando sociedades con los mismos objetivos y en 1989 se tomó la decisión de federarse, poniendo en marcha, entre otras acciones, la revista SUMA, las Jornadas para el Aprendizaje y Enseñanza de las Matemáticas (JAEM) y la Olimpiada Nacional.

La idea atravesó el Atlántico. En agosto de 1995, en una reunión celebrada en Santiago de Chile, se habló por primera vez de crear una federación iberoamericana. Me comprometí a preparar un borrador de estatuto y procuré mantener encendida la llama, hasta que en julio de 2003 procedimos a firmarlos en las XI JAEM celebradas aquí, en el Puerto de la Cruz. La brasileña Celia Carolino fue elegida primera presidenta y yo secretario general.

He querido aportar estas pinceladas de una historia que está por escribir, pero que tiene el valor añadido de haber sido una iniciativa que partió del profesorado de a pie (en expresión del recordado Gonzalo Sánchez Vázquez) y se ha mantenido con ese espíritu en todas las fases posteriores. La agilidad e inmediatez que tiene hoy la comunicación hace que podamos estar conectados unos 80.000 profesores y profesoras de todo el ámbito iberoamericano.