El 60 por ciento de los internos en la prisión Tenerife II requiere de algún tipo de medicación psiquiátrica, tanto de forma permanente como en algún momento de su estancia en el centro. Así lo explica Juan Carlos Bermúdez, enfermero de dicha cárcel y secretario del Sindicato Profesional de Sanidad Penitenciaria (SPSP).

El reparto de fármacos a estos reclusos no es un asunto sencillo. Desde la asociación de funcionarios Tu abandono me puede matar aclaran que, excepto en el Módulo 1 y en el de Aislamiento, existe una inadecuada distribución de medicamentos. Fuentes de este colectivo apuntan que la situación se agrava en los módulos 2 y 5, donde hay más presos reincidentes y con adicción a las drogas. Afirman que la entrega de estos productos se hace tres días a la semana (lunes, miércoles y viernes). Algunos ya conocen a la víspera del fin de semana como el black friday, por la acumulación de pastillas que deben gestionar los reos para tres jornadas. Tu abandono me puede matar cree que eso es una irresponsabilidad, o del centro o de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias. El consumo indisciplinado o las mezclas de productos pueden generar situaciones peligrosas, tanto para la salud de los presos como para la seguridad de los funcionarios, ya que puede haber más peleas.

Juan Carlos Bermúdez asegura que el volumen de medicación de fármacos es tan elevado que resulta "imposible" suministrarlo cada 8 horas. Aclara que "los enfermeros hacemos otras labores, como vacunaciones, formación sanitaria, seguimiento a pacientes crónicos, distribución de metadona, curas o atender emergencias". De una población reclusa de 900 personas, aproximadamente, más de la mitad necesita "medicación importante" de carácter psiquiátrico, muchas veces relacionada con la drogodependencia del paciente.

En otros casos, la demanda de fármacos se produce para combatir la ansiedad que sufre una parte de los presos al ingresar en un centro penitenciario, ante las incertidumbres que tienen.

¿Cómo se puede mejorar la situación? El secretario del SPSP refiere que "no creo que sea tanto un problema de aumentar el número de enfermeros como de la organización", ya que en una cárcel como Tenerife II priman más aspectos como el régimen interno o la seguridad que la atención sociosanitaria. Por ejemplo, la distribución de productos farmacéuticos está condicionada a los horarios de apertura y cierre de celdas, según el portavoz de SPSP, "y debemos adaptarnos". Juan Carlos Bermúdez señala que, aunque todavía no ocurre en Tenerife II, la ausencia de médicos de forma presencial en otros centros con igual o más población reclusa que la cárcel de La Esperanza obliga a que haya enfermeros que cubran el trabajo de los galenos. "Ahí se juega con la capacidad de presión que tenga cada persona, en la medida en que se hacen cosas para las que no se tiene formación", según el sindicalista. En base a los datos que ha recabado Bermúdez en los últimos años, más del 50 por ciento de las farmacias de las prisiones de todo el país "no funcionan en base a la legalidad", ya que la normativa obliga a que "siempre" tiene que haber un farmacéutico licenciado físicamente en el servicio. Es decir, como ocurre con las farmacias existentes en pueblos, barrios o ciudades.

El SPSP apunta que en Gran Canaria hay una única farmacéutica para los centros de Salto del Negro y Juan Grande. Explica Bermúdez que "esto es un ejemplo de que Instituciones Penitenciarias se salta a la torera la Ley en este ámbito, de forma sistemática". Reconoce que existen trabajadores que asumen el trabajo de reparto de medicamentos sin que haya un profesional titulado junto a ellos "por miedo a las represalias" de los superiores, "pero es un claro ejemplo de intrusismo profesional, con las consecuencias judiciales que puede conllevar".

Este funcionario de Tenerife II indica que en otros centros penitenciarios (por ahora, no en el principal de la provincia de Santa Cruz de Tenerife) algunos enfermeros deben afrontar en solitario la primera asistencia a aquellos reclusos que sufren una sobredosis, autolesiones, intentos de ahorcamiento, agitaciones o cardiopatías, por ejemplo. Aclara que el problema se halla en aquellos médicos que hacen guardias localizadas (que se alertan por teléfono), pero que residen a más de 100 kilómetros de su centro de trabajo, por lo que la primera asistencia la practica el enfermero. Para Bermúdez, "esto es una locura absoluta".