Atlántida -nombre con el que se rebautiza a Australia- lleva mucho tiempo intentando conquistar las Islas Vulcanias -el Archipiélago canario- por motivos políticos, pero sobre todo económicos. Desde hace cinco días, han dejado de lado la teoría y han atacado las ocho islas de este ansiado territorio fragmentado formado por las islas Borondón, Septentria, Jalufe, Rosae, Selcomi, Florida, Redondela y Ferro. Pero los ejércitos atlantes no esperaban encontrar a los eficientes miembros de la Brigada Canarias XVI. Son 1.300 hombres y mujeres, a los que se han sumado 133 miembros de la artillería antiaérea, que no sólo cuentan con los medios humanos y materiales necesarios para entrar en combate, en concreto 275 vehículos, sino que además están dispuestos a dar su vida para defender a su gente.

Este relato, que podría parecer la sinopsis de la nueva película bélica de turno de Hollywood, resume el ejercicio de adiestramiento más importante realizado en las Islas en los últimos diez años. Se trata de la Operación CPX 1/19, que arrancó el pasado día 11 y que ha conllevado un despliegue militar de máxima envergadura y coordinado en 12 ubicaciones diferentes y simultáneas, diez en Canarias y dos en Valencia. Ayer, apenas unos minutos después de que saliera el sol, la base general Alemán Ramírez, ubicada en La Isleta (Las Palmas de Gran Canaria), se convertía en el escenario de dos simulacros de ataque.

"Este ejercicio supone un reto para el mando y el control de la Brican XVI, al tener que coordinar a equipos en 12 localizaciones diferentes, además de por el amplio despliegue logístico y porque se simulan todas las posibles situaciones de combate que se pueden dar, desde contar con un enemigo asimétrico, actividades de control de zona, protección de infraestructuras críticas, combate convencional, ejercicios de fuego real y acciones defensivas", explicó Ignacio García del Castillo, teniente coronel jefe del Estado Mayor de la Brigada Canarias XVI.

Los canarios son ajenos al peligro que corren. Mientras duermen, en la noche del viernes al sábado se produce un asalto aéreo en La Isleta. Las unidades de artillería logran derribar a dos aeronaves, pero una tercera logra dejar a sus hombres en tierra. Los miembros de la Brican XVI se enfrentan a unidades especiales del ejército atlante, que pretenden facilitar la entrada de un buque nodriza con un batallón de infantería de marina embarcado que pretendía llegar al puerto de La Luz.

Acaba de amanecer y la infantería aguarda a que sus compañeros abran fuego desde un vehículo blindado a los atlantes que se esconden en un terreno elevado. Cuando los tiros con fuego real comienzan a resonar en la vasta extensión, una granada de humo blanco los envuelve en una neblina que por unos instantes dibuja una escena ilusoria. Ocultos por segundos tras este aire disfrazado, los militares se despliegan y comienzan también a disparar agazapados en el suelo. En un momento dado, los botes de humo blanco se entremezclan con el color rojo. La señal está clara: el equipo de apoyo debe dejar de disparar porque el ataque ya es posible y hay que evitar el fuego amigo. Los 47 militares de la Brican XVI, apoyados por 19 vehículos, ganan la partida.

"Hay que poner en valor al soldado canario", asegura García del Castillo. "Es uno de los mejores con los que me he encontrado en mi trayectoria. Es un militar trabajador y discreto, que nunca dice bravuconadas ni filtra información innecesaria. Y no se conoce lo suficiente", se lamenta el teniente coronel, nombrado jefe del Estado Mayor de la Brican XVI hace año y medio.