El cabo bombero del Consorcio de Seguridad y Emergencias de Lanzarote Raúl Rodríguez, el presidente de la ONG Emergencia y Rescate Lanzarote (Emerlan) y coordinador de Protección Civil del municipio de Teguise, Isidoro Blanco, y el también coordinador de ese cuerpo, Ginés Cedrés, son tres de las decenas de efectivos que participaron entre el miércoles y viernes pasados en las labores de búsqueda por tierra, mar y aire de los inmigrantes de la patera que se hundió en la costa oeste de Teguise. Fueron tres jornadas muy intensas sin desviar la vista de las olas en espera de que arrojase los cuerpos lo más cerca posible de la orilla para poder sacarlos con rapidez y evitar que el mar los volviera a arrastrar.

Estos tres profesionales de las emergencias han prestado sus servicios en varias tragedias de la inmigración en Lanzarote, entre ellas las tres con el mayor número de muertos. La de abril de 2002 con doce fallecidos en Los Ancones, la que tuvo lugar en febrero de 2009 en Los Cocoteros con 25 y la de los recientes nueve ahogados, todos en Teguise.

"La sensación de sacar cuerpos no le gusta a nadie. Tienes que aprender a hacer un paréntesis y dejar tus sentimientos a un lado porque, de lo contrario, no podrías. Los años son los que te van dando la templanza para afrontar este tipo de situaciones", relata el cabo bombero. De regreso al parque "ya comentas con los compañeros las distintas sensaciones y emociones personales". Una terapia que intensificaron los bomberos por recomendación de una psicóloga desde que un camión del cuerpo volcó hace casi una década cuando se dirigía a un servicio en la Isla.

Isidoro admite que recuperar cadáveres del mar "al principio te impresiona, pero te vas haciendo con el paso de los años. En nuestro día a día vemos muchas desgracias, no solo la inmigración. Te vas haciendo un callo y por desgracia te habitúas. Cuando la víctima es un niño te afecta más".

A medida que pasaban los días los cuerpos que se iban recuperando de la costa oeste de Lanzarote estaban "muy machacados, sobre todo las cabezas, por los golpes, y ya estaban sin ropa".

El presidente de Emerlan, tras cuatro décadas en emergencias, asegura que nunca ha recibido ayuda psicológica y no se olvidará del primer accidente de tráfico que asistió, "uno de moto en el volcán. Me impactó. Estuve un par de días que me despertaba con esas imágenes".