Pagar una deuda cifrada en 35.000 euros. Esa era la prioridad de una joven nigeriana que fue captada por una organización dedicada a la trata de mujeres para explotación sexual que operaba entre Madrid, Benidorm y Tenerife. La víctima declaró ayer detrás de un biombo en la primera sesión del juicio contra 14 personas, todas de origen subsahariano y compatriotas de la afectada por introducir mujeres en España de forma irregular y obligarlas a prostituirse para obtener importantes ingresos económicos.

Ante una pregunta de la fiscal sobre si tenía opción de elegir sus clientes, afirmó, de manera tajante, que "debía pagar 35.000 euros y en la calle no podía decir que no". Los acusados no pudieron ver su rostro porque es una testigo protegida. De los 14 procesados que se hallaban ayer en la sala, la denunciante reconoció a cuatro, tres mujeres y un varón: "Mamá Osato, Mamá Justice, Mamá Clenty y Papá Clenty".

La afectada era peluquera en Nigeria y tenía familiares a su cargo. Estaba "bien económicamente", pero una hermana de Mamá Justice que reside en dicho país contactó con ella y le habló de ganar mucho dinero en Europa con esa misma profesión. Le contaron que, a cambio, tenía que pagar la citada deuda, que lo podría hacer en seis meses, aunque no le dijeron cuánto iba a ganar cada 30 días. Para que "no hablara", la obligaron a realizar un ritual de vudú, en el que bebió un líquido procedente de un animal. Viajó hasta Libia y, desde ahí, hasta Italia en un barco en precarias condiciones, en el que murieron varias personas, según ella. Relató que otro hermano de Mamá Justice la recogió en el país transalpino y la tuvo dos semanas en su casa. No sabe su nombre real. Le compraron un teléfono para darle instrucciones, pero no podía llamar a nadie. Llegó a Barcelona en avión con un pasaporte falso. Después le facilitaron un billete de tren hasta Benidorm. En dicha zona turística alicantina la acogieron durante dos semanas otros presuntos miembros de la organización. En una guagua viajó con el hermano de Justice hasta Madrid. Apuntó que lo primero que hizo en la capital fue ir a la Oficina de Asilo. Durante un mes en dicha ciudad, fue acogida por Mamá Clenty, su marido y sus tres hijos. La afectada trabajó esas semanas en una peluquería, sin cobrar nada. Regresó a la Oficina de Asilo un mes después. Tenía orden de mentir y decirle a los funcionarios que carecía de familiares o trabajo en Nigeria, para poder lograr los papeles. Tras conseguir su objetivo, al día siguiente viajó a Tenerife en otro vuelo. Mamá Osato (la mamy que ejercía en la Isla) le envió un taxi al aeropuerto para que la recogiera y la llevara a un piso de El Fraile. La testigo protegido aclaró que Mamá Osato y Justice son hermanas. En la vivienda de Arona residían cinco mujeres que ejercían la prostitución y Osato, que actualmente está en prisión con problemas de salud. El marido de esta última vivía en otro lugar de El Fraile. Osato le explicó cómo tenía que acercarse a los clientes y las tarifas a cobrar por cada servicio. Nunca tuvo llave de su domicilio. Aseguró que se prostituía durante 12 horas, entre las siete de la tarde y las siete de la mañana, todos los días de la semana. Lo que ganaba (dijo que entre 200 y 300 euros cada jornada) debía entregarlo a Mamá Osato cuando llegaba de nuevo a El Fraile. Diariamente, Osato llamaba a Justice para informarla de la recaudación.

Contó que durante el año que vivió en ese barrio, nunca salió a divertirse ni de tiendas. Si necesitaba algún medicamento, también se lo compraba la encargada. Por el alquiler del inmueble tenía que abonar cada mes 150 euros. Y por la comida, otros 50 cada lunes. En una única cama dormían tres chicas, según la denunciante. La víctima comentó que "ella (Osato) llevaba una contabilidad y nosotras, otra". Estima que en 12 meses logró pagar a la organización que la trajo unos 27.000 euros. Añadió que "nunca nos maltrató, porque obedecíamos".