Más de 1.800 personas celebraron el pasado martes, en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), el 50 aniversario de lo que está fijado como el nacimiento de internet. Al frente de los fastos estará Leonard Kleinrock (Nueva York, 1934), el mismo que en ese campus, el 29 de octubre de 1969, supervisó la primera comunicación entre su nodo de Arpanet, la red de ordenadores de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada (ARPA) del Pentágono, y uno de Stanford.

¿Recuerda qué sintió en aquel momento?

No era un sentimiento especial. Éramos solo un puñado de ingenieros haciendo un trabajo, probando un experimento. Fue el principio de una era de oro. El ambiente era emocionante, creativo, innovador. Fue una cultura maravillosa y fuimos afortunados. Conseguir patentes o propiedad ni siquiera estaba en el ambiente. Simplemente hacíamos buena investigación, solucionábamos problemas. Todos éramos colegas y amigos y había buen comportamiento. Precisamente por eso no creamos protecciones y fue desafortunado. Es un remordimiento.

La financiación también era distinta.

Era brillante. El Departamento de Defensa era muy avanzado. Iban a un gran investigador como Marvin Minsky (cofundador del laboratorio de inteligencia Artificial de MIT) y le decían: "Aquí tienes dinero; apunta alto: en los grandes riesgos hay grandes resultados. No hagas cosas simples, haz avanzar este campo dramáticamente. Los fallos son bienvenidos, no te vamos a controlar ni a poner un límite de tiempo". Ese tipo de flexibilidad y apertura era muy potente. Cuando el dinero nos llegaba replicábamos ese enfoque con estudiantes e investigadores. Era una cultura de delegar autoridad en otros en quienes confías. Ya no es la que domina.

¿Qué cambió?

Lo que he descrito no era competitivo y no era democrático pero estaba bien decidido. Conforme el campo empezó a expandirse el dinero se dividió entre mucha más gente. Cada aportación se hacía más pequeña y la competición más feroz. Se empezaron a proponer solo cosas que iban a funcionar seguro. Los investigadores iban cogiendo pequeñas cantidades para tratar de resolver incrementalmente problemas pequeños. Los estudiantes ahora piensan que esa es la forma de hacer investigación, pero ellos son los profesores de la siguiente generación y se perpetúa la idea. Debemos salir de eso.

¿Qué le sorprendió en aquellas primeras etapas?

Las sorpresas eran constantes. Cuando apareció el correo electrónico gracias a Ray Tomlinson en unos meses acaparó el 75% del tráfico en la red. Nadie lo vio venir. Luego vimos aparecer las primeras comunidades y grupos. UCLA fue centro de la red solo hasta 1975. Luego ya no controlábamos las cosas, se dejó que la red creciera sin someterla a pruebas de estrés para comprobar sus vulnerabilidades.

Y llegó la eclosión en los años 80 y 90.

Llegaron la World Wide Web, los buscadores, una interface gráfica conveniente y fácil de usar e internet empezó a penetrar mucho más allá de la comunidad científica, en el mundo comercial. Permitía a cualquiera con un ordenador y una buena conexión dirigirse a millones inmediatamente, anónimamente, sin costo. En 1994 llegó el primer spam. Se descubrió el pastel y de repente el mundo comercial reconoció que no era una red de investigación: era una máquina de publicidad, dinero, compras. Era también intercambiador social, de entretenimiento y todo lo demás pero empezó la monetización y distorsionó la dirección de internet. Conforme entraron las grandes corporaciones algunas grandes innovaciones se estancaron.

Esta misma semana han llegado noticias de avance en computación cuántica...

Esto sí es grande, es bueno. Google ha hecho montones de dinero y pueden permitirse moverse en otras áreas.

Usted admite que no fueron suficientemente sociólogos, pero titanes posteriores se han desentendido aún más de dilemas éticos y sociales que han creado.

Éramos ingenieros, yo nunca fui entrenado en ética, pero eso no es excusa... Los gigantes se esconden y dicen que no es su responsabilidad, pero entonces ¿de quién es? Estás cogiendo mis contactos, lo que tecleo, vendiéndoselo a alguien que te paga por ello y ni siquiera me lo estás diciendo. La solución es que hagan parte al usuario. Debes poder articular claramente la política de privacidad que quieres que se te aplique. La ciudadanía tiene que implicarse y negociar. Las empresas dirán que no pueden personalizar pero es una tontería. Ya lo hacen. Los anuncios están personalizados.

¿Qué más ha pasado en el lado malo en estos 50 años?

Se ha dañado la privacidad y la seguridad no está ahí, en parte porque no la construimos en su día. El problema ahora es más serio que una mera molestia: hablamos entre otros de estados-nación, de crimen organizado o de extremistas...