El horario de invierno llama a la puerta y el próximo domingo, la madrugada del 26 al 27 de octubre, los españoles cambiarán la hora de sus relojes: en la península, a las 3:00 horas serán las 2:00 y, en Canarias, una hora menos.

Aunque, en principio, pueda parecer que 60 minutos no es demasiado tiempo, este cambio es suficiente para tenernos varios días un poco descolocados, especialmente si se trata de niños o de ancianos: cambios en el patrón del sueño, mal humor, apatía, ansiedad... ¿Por qué? La respuesta está en nuestros ritmos circadianos.

Sincronizar nuestro reloj biológico

"Los ritmos circadianos son ciclos biológicos que tienen una duración cercana a las 24 horas y son el producto del reloj biológico que sincroniza estos ritmos (por ejemplo la función renal, la concentración plasmática de hormonas como la melatonina o el cortisol o el ciclo vigilia-sueño) con el medio externo (por ejemplo, el ciclo luz-oscuridad, los horarios de las comidas o el tiempo social)", explica María José Collado Mateo, doctora en Psicología y codirectora del centro Cuarto de contadores de Leganés.

"El reloj biológico de los niños puede tardar en ajustarse varios días, incluso una semana, provocando alteraciones en la vigilia y el sueño, desorden del apetito, irritabilidad, problemas de atención o pequeñas alteraciones del ritmo cardiovascular", señala Gonzalo Pin, miembro de la Asociación Española de Pediatría.

El pediatra recuerda que el organismo tiene un reloj central interno "que se regula mediante la luz solar y los estímulos del entorno, como los horarios de alimentación y de actividad física. Este reloj central interno ajusta un ciclo diario que afecta a los niveles de las hormonas y a todo nuestro cuerpo por lo que, cuando cambia el ritmo de la luz externa o el ritmo de las tareas, puede desorientarse".

Recomendaciones para que los niños no sufran el cambio de hora:

1. Retrasar de manera progresiva, una semana antes de que se produzca el cambio de hora, las actividades rutinarias como comida, sueño o juegos, en intervalos de 10 o 15 minutos, para que la transición sea más suave.Debemos retrasar de manera progresiva las actividades rutinarias en intervalos de 10 o 15 minutos

Por ejemplo, si tu hijo se acuesta a las 8.00, intenta ponerle a dormir durante dos días a las 20.15, luego súmale un cuarto de hora más durante dos días y así progresivamente hasta ganar una hora y acostarle a las 21:00. Por el contrario, a la mañana siguiente, despiértalo un cuarto de hora más tarde, progresivamente hasta levantarle una hora más tarde.

2. Dormir una siesta corta durante los días posteriores al cambio de hora para ayudar a los niños a retrasar su reloj biológico y que de esta manera aguante despierto hasta la nueva hora de ir a dormir.

3. Hacer ejercicio al final de la tarde favorece al rápido ajuste del reloj biológico de los niños.

4. Evita que la luz penetre en la habitación del pequeño con cortinas o persianas. Si el cuerpo detecta la luz solar manda la señal a nuestro cerebro de que es de día y debemos estar activos. Por lo tanto, es más probable que tu hijo se despierte.

5. Si se trata de un bebé más pequeño, es mejor no acudir corriendo a su llamada cuando se despierte. Espera 10 minutos el primer día, luego 20 minutos y al tercer día otros diez minutos más. Al final de la semana, ya se habrá acostumbrado a este nuevo horario y volverá a despertarse a la hora de costumbre.