Colarse entre la presa y un depredador a veces tiene consecuencias inusitadas. Rainer Schimpf es una de las pocas personas que tienen la suerte de haberlo hecho y poder contarlo. Quizás la cosa hubiera sido diferente si el animal que le hubiera engullido hubiera sido un tiburón. Pero no, fue una ballena. Una rorcual de Bryde, para ser más exactos, que paseaba en marzo por las costas sudafricanas y que decidió "amablemente" devolver al mar a Schimpf después de haberlo mantenido durante dos minutos en su boca junto a su cena.

"Sabía que no me había engullido un tiburón, porque estaría muerto". Es prácticamente lo único que Schimpf puede recordar hoy de aquel día de marzo que ha marcado su vida desde entonces. Ocurrió en una jornada cualquiera, mientras él y su equipo paseaban por la costa sudafricana. Cuando todo se volvió negro y empezó a sentir la presión en su cintura solo tuvieron que pasar unos segundos para que el buceador se percatara de lo que estaba sucediendo: se encontraba dentro de la boca del animal.

Tras descartar que el orificio fuera el de un tiburón, decidió, de forma prácticamente instintiva, contener la respiración. "Lo único que me preocupaba es que me pudiera arrastrar hacia el fondo y liberarme en las profundidades del Océano Índico", recuerda Schimpf, que estos días se encuentra en Tenerife para conocer su riqueza marina y contar a otros una historia que en pocos meses ha dado la vuelta al mundo.

"Sabía que no me iba a tragar porque no lo había hecho a posta, simplemente no me vio", relata. Esta especial circunstancia podría haber sido la determinante en su carrera para decidir ser activista medioambiental, pero la realidad es que Rainer Schimpf ya lleva más de 20 años dedicándose a avistar y ayudar a a otros a valorar el ecosistema marino. No obstante, la "amabilidad" mostrada por la ballena sin duda reforzó su creencia de que los cetáceos y los tiburones "necesitan una protección especial" para evitar que "la generación que nos precede no pueda conocerlos nunca".

En los lugares más salvajes

A pesar de su larga experiencia en uno de los lugares más salvajes del mundo en cuanto a riqueza marina (PortElizabeth), tras comprobar la riqueza del ecosistema marino tinerfeño, el experto en avistamientos afirma haberse quedado "muy impresionado" por la "belleza" que emana de las aguas atlánticas.

Durante la experiencia organizada ayer en Tenerife, en el contexto de la sexta edición del Festival sostenible Arona Son Atlántico (La fiesta de los Océanos), Rainer Schimpf se sumergió en el océano para ver más de cerca a las especies autóctonas de la zona como calderones tropicales, delfines comunes y mulares, aves marinas y hasta un gran banco de atunes. "Vimos al menos 100 ejemplares de cetáceos", afirmó el submarinista, que pudo embarcar junto al fotógrafo documentalista y asesor profesional del festival, Sergio Hanquet, para avistar estos animales gracias a un permiso especial otorgado por el Ministerio para la Transición Ecológica.

Durante el recorrido, que comenzó a las 9:35 de la mañana y culminó poco antes de las 14:00 horas, pudieron también haberse encontrado con dos rorcuales tropicales que habían sido avistados a las afueras de Canarias. Se enteraron por la emisora que portaban a bordo pero, por desgracia, se encontraban demasiado lejos, por lo que decidieron no acudir a su encuentro. No obstante, Schimpf afirma que en el momento pensó que quizás estos especímenes se habían acercado a Canarias buscándole. "Posiblemente eran familia del ejemplar que me engulló", manifestó divertido.

Fotógrafo y turoperador

Durante más de 20 años, Rainer Schimpf ha podido vivir de su afición, habiéndose convertido en un fotógrafo muy premiado además de un touroperador del sector marino en Sudáfrica. En su faceta proteccionista con el mundo marino, Schimpf tiene claro que uno de los mayores problemas a los que se enfrentan cetáceos y tiburones es la contaminación marina, tanto por plásticos como por las sustancias tóxicas que se vierten al mar. De hecho, según el conservacionista marino, ya los países que tradicionalmente se han dedicado a la caza de ballenas para subsistir se encuentran que "la carne está muy contaminada", por lo que llega a ser tóxica para el ser humano. "Hemos sobrecargado los mares con contaminación y ahora estamos pagando las consecuencias", lamentó Schimpf.

De ahí que entre sus pasiones se encuentre la de filmar sus viajes tanto dentro como fuera del agua. "La gente no suele saber lo que ocurre en las profundidades, y creo que si se lo muestro, se puede crear conciencia sobre la importancia de protegerlo", insiste. Entre hoy y mañana, el submarinista Rainer Schimpf contará, en dos conferencias en Arona, la experiencia que le llevó a ser conocido en todo el mundo y todo tipo de vivencias que ha ido acumulando en más de 20 años de guía de expediciones submarinas.