La Princesa de Asturias, Doña Leonor de Borbón y Ortiz, visitó ayer en la Cámara Santa de la Catedral de Oviedo el símbolo histórico de su título, la Cruz de la Victoria, las armas de Pelayo que emparentan su linaje con el de los monarcas asturianos y legitiman el relato histórico de la corona en España, de la Reconquista a nuestros días. La parte central de esa visita con trascendencia de ceremonia discurrió oculta a los fieles, como en los ritos de los templos del Prerrománico asturiano.

Pero antes y después la Princesa, su hermana la infanta Sofía y sus padres, los Reyes de España, pudieron estrechar manos y saludar a todo aquel que quiso acercarse a la plaza de la Catedral, con abundancia de grupos de escolares desplazados para la ocasión y reparto de banderines de España, Asturias y la Unión Europea. La Familia Real escuchó a la Real Banda de Gaitas Ciudad de Oviedo y entonó por lo bajo el Asturias Patria Querida, mientras lo interpretaba, antes de la despedida, el coro infantil de la Fundación Princesa de Asturias.

Una luminosa tarde de otoño

La cita, promocionada hace días por el Alcalde de la ciudad, Alfredo Canteli (PP), con un bando que invitaba a concentrarse frente a la Catedral, tuvo la bendición de una luminosa tarde de otoño. Alejada la amenaza de lluvia, hubo vecinas, como Elena González, que llegaron hasta tres horas antes para coger sitio en primera fila, en una plaza de Alfonso II El Casto decorada para la ocasión con profusión de banderas de España, Asturias y tonos azules.

Aunque la plaza no pasó de la media entrada, hubo suficiente público para dar el ambiente regio propio de una visita de la Princesa de Asturias a la capital del Principado. Con puntualidad borbónica y con las autoridades esperando a pie de comitiva -el presidente del Principado, Adrián Barbón, y el alcalde de Oviedo en primer lugar-, la banda de gaitas redobló con la Marcha de Europa y la campana de la capilla de la Balesquida se puso a repicar en cuanto Don Felipe, Doña Letizia y sus hijas se bajaron del coche. La Reina y la Princesa de Asturias tomaron el camino hacia la Catedral por la banda derecha, repartiendo saludos y prestándose a los selfies, y el Rey y la Infanta Sofía por la izquierda, haciendo lo propio.

Acompañados por las autoridades, y por el presidente y la directora de la Fundación Princesa, Luis Fernández Vega y Teresa Sanjurjo, la Familia Real volvió a juntarse frente a la Catedral, admiraron la torre y se dirigieron al Jardín de los Reyes Caudillos. Allí los recibió Ramón Rodríguez, que como director del Real Instituto de Estudios Asturianos había recibido el encargo de Zarzuela de introducir, en tres minutos, el lugar y dar paso a la visita a la Capilla del Rey Casto y el Panteón Real. Apretón de manos y petición del padre: "Lo importante", indicó el Rey Felipe señalando a la Princesa Leonor y a la Infanta Sofía, "es que ellas se empapen bien de la historia". Rodríguez, fiel al tiempo que le habían asignado, logró explicar la importancia de aquel lugar, pared con pared del monasterio de San Pelayo y no tan lejos del de San Vicente, quienes eran aquellos monarcas, de Pelayo al Alfonso III en escultura de Álvarez Laviada, y cómo se había construido en 1942, con motivo del centenario de Alfonso II el Casto (942).

Rodríguez no acompañó a la comitiva al interior de la capilla del Rey Casto, un templo cuya reconstrucción se debe a un antepasado de Doña Leonor, Felipe V. El monarca, contó el Deán Benito Gallego a la Familia Real, asumió la reconstrucción del nuevo panteón real después de que éste su hubiera venido abajo en un accidente que mató a tres personas. El monarca destinó al panteón unos tributos sobre la sal recaudados en Avilés y desde entonces, pasada una guerra de Sucesión en la que Asturias apoyó a los Borbones, en el panteón de los monarcas asturianos figuran las armas de la dinastía que hoy ocupa el trono de España.

En la rápida lección de historia en que consistió la visita a la Catedral, cuyo objetivo último pasaba por presentar a la Princesa de Asturias el principal atributo de su título, la Cruz de la Victoria, hubo también lugar para el presente histórico y los conflictos derivados de la larga reconversión industrial asturiana. Tal y como había pedido el Arzobispo, Jesús Sanz Montes, los Reyes tuvieron, no ya un gesto, sino una larga entrevista con los dos trabajadores de Vesuvius que permanecen encerrados en la sacristía. Fue la Reina Doña Letizia la que llevó la voz cantante en esta parte de la visita, exponiendo a sus hijas, la Princesa Leonor y la Infanta Sofía, los detalles del conflicto laboral de esta planta langreana de material refractario que la multinacional británica decidió cerrar para deslocalizar su producción.

Previamente al encuentro entre los Borbones y los dos encerrados, que duró unos cinco minutos, y donde las hijas de los reyes prestaron "una atención que conmovía", en palabras del Arzobispo, los trabajadores habían entregado al jefe de protocolo de Zarzuela una de las camisetas de su protesta, de talla pequeña "para la guaja". Curiosamente, ayer la otra hija de los Reyes, la Infanta Sofía, llevaba un vestido naranja, el color de la protesta de los trabajadores de Vesuvius.

La visión de la Cruz de la Victoria

La visita siguió por el Retablo mayor y concentró el máximo interés de la Princesa en la Cámara Santa. No sólo por la visión de la Cruz de la Victoria, ante la que Doña Leonor preguntó acerca de la simbología de las letras alfa y omega que penden de los brazos, sino también por el Santo Sudario que excepcionalmente estaba descubierto para la ocasión. Jesús Sanz Montes explicó a la Princesa, a su hermana y a sus padres, el significado histórico de la cruz de madera que guarda la cruz de orfebrería como "un cofre especial" y el significado profundo de "la reconquista" como una tarea siempre pendiente. "Estos días lo vemos", le dijo el Arzobispo a la Princesa de Asturias, "que diariamente hay que reconquistar lo que merece la pena, lo que nos ayuda a la convivencia y a vivir en paz; y no siempre es fácil".

La Reina y sus hijas firmaron en el libro de honor de la Catedral, momento en el que Doña Leonor y Doña Sofía pudieron disfrutar de la pantalla digital que muestra en alta calidad las joyas de la Cámara Santa, y recibieron como regalo del Arzobispado y del Cabildo una edición facsimilar de 2005 del cuadernillo en pergamino del Testamento de Alfonso II a la iglesia de San Salvador del año 812.

A la salida, tras escuchar el himno de Asturias, los Reyes y su hijas volvieron a recorrer la plaza en pareja, intercambiándose las bandas donde antes habían saludado para júbilo de niñas como Carla Llorente, alumna de sexto curso de la Gesta, que no pudo preguntarle a la Princesa "si tenía una vida normal y amigas", pero que dio por buena la excursión tras haber podido tocar a Doña Leonor, recibir su saludo y escuchar a Doña Letizia decir que aquel colegio había sido en el que ella había estudiado. La Reina, ayer, jugaba en casa.