Ni fotos ni nombres. Esa es la condición para hablar con dos de los profesionales de la Guardia Civil que hace más de dos años llevaron a cabo una investigación que permitió desmantelar una organización que se dedicaba a introducir hachís en Canarias. La singularidad del asunto fue que los líderes de la banda, marroquíes, optaron por llevar la droga en una lancha semirrígida hasta alta mar y, una vez allí, cargarla en un barco de pesca para introducirla de forma más disimulada por un puerto en Tenerife. Hasta ese momento, la entrada de hachís en el Archipiélago se había hecho, en la mayoría de los casos, con embarcaciones "neumáticas" que llegaban directamente a las playas. Estos dos investigadores, un cabo primero y un agente, fueron distinguidos ayer con la Cruz al Mérito de la Guardia Civil con distintivo blanco por esa fructífera labor.

En la operación Teneguía fueron apresados seis magrebíes y tres canarios. En el espacio del pesquero destinado a las capturas, el Equipo de Delincuencia Organizada y Antidroga (EDOA) halló hielo y 1.753 kilos de la sustancia estupefaciente.

En el Askana 1 viajaban el patrón, dos marineros, el hombre de confianza del grupo organizado y los marroquíes que transportaron el hachís desde la costa del reino alauí hasta mar abierto. Los investigadores distinguidos están convencidos de que una parte del hachís iba a Tenerife y la otra, a Gran Canaria. Pero, tal vez por las malas condiciones climatológicas, debieron improvisar y toda la mercancía se quedó en el barco de pesca palmero. A los dos marroquíes que salieron con la droga desde Marruecos se les estropeó la lancha y no pudieron regresar al enclave de donde partieron. Por eso iban en el Askana 1. A bordo también viajaba el "traductor y hombre de confianza" de los narcotraficantes, también marroquí. Su misión era facilitar el lugar de encuentro de las embarcaciones y las comunicaciones entre sus compatriotas y los canarios. Pero también tenía la responsabilidad de velar para que los fardos de hachís no se perdieran total o parcialmente por el camino. Es decir, un trabajo fundamental en una organización criminal de este tipo.

Se estima que los líderes de la banda llegaron a ofrecer una cantidad muy elevada, unos 40.000 euros, al patrón del Askana 1 para que transportara la sustancia ilícita; y unos 5.000 a cada marinero por colaborar. Esa compensación depende del volumen del hachís que haya que trasladar. La implicación de los tres canarios y la citada embarcación era puntual y concreta. El resto del año dichos acusados se dedicaban a faenar, por lo que no levantaban sospechas con sus movimientos. Antes del pasado verano se desarrolló el juicio por este asunto y los nueve acusados fueron condenados, por lo que cumplen penas de prisión. En los últimos años, el EDOA ha encadenado diversas operaciones antidroga importantes en la provincia de Santa Cruz de Tenerife. Los dos guardias reconocidos explican que, en unos casos, parten de cero en una investigación. Sin embargo, existen otros en los que durante una intervención recaban suficientes datos para desarrollar una segunda o una tercera. La "realidad insular" implica que, a veces, los mismos traficantes se dedican a ese negocio durante años, en ocasiones hasta después de haber sido detenidos y condenados.

El cabo primero y al agente comentan que los grandes resultados en su labor compensan el sacrificio que deben afrontar para sacar adelante su trabajo, al que tienen que dedicar muchas horas y por el que no pueden estar con la familia todo el tiempo que quisieran. "El horario lo marcan los malos", apunta el cabo primero, ya que "ni hay turnos ni hay relevos". La medalla recibida en el acto de ayer también compensa algo.