No se metió en el agua. Ni siquiera los pies. "El día está bueno, pero no tanto", bromeaba. Cerca de uno de los chiringuitos, sentada en el muro que separa la arena del asfalto, María miraba con una sonrisa a los participantes de la Travesía a Nado que, por octavo año consecutivo, organizó la Asociación de Cáncer de Mama de Tenerife (Ámate) en la santacrucera playa de Las Teresitas. "Es que a veces se nada en contra de la vida, pero hoy nadamos a favor, así que tenemos mucha suerte, y hay que celebrarlo", aleccionaba mientras movía con ligereza los brazos animando a su nieta, incapaz de percatarse de los ánimos de la abuela en medio de la disputa de una de las pruebas infantiles. "¿Ves? Ya ella nada por mí ahora".

María sufrió hace ocho años, como tantas otras mujeres que ayer lucieron sonrisa en la playa capitalina, un cáncer de mama que la enseñó ("a mí y a mi familia", aclaraba) a nadar a favor en lugar de en contra de la vida. Explicaba que lo triste es darse cuenta de qué es lo verdaderamente importante en unas circunstancias tan duras, y animaba, casi tanto como a su absorta y deportista nieta, a no esperar a que las cosas se pongan feas para reparar en ello. El ejemplo de esta mujer de "30 años", aseguraba entre carcajadas, es solo uno más, pero por sí solo sirve para descubrir el verdadero valor de la actividad que cada año lleva a cabo Ámate en Las Teresitas: el incalculable valor de demostrar que todo pasa, y muchas veces para mejor.

Pero la VIII Travesía a Nado de Ámate, que contó con la colaboración de la Concejalía de Deportes, Juventud y Educación del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, sirvió también para recaudar un dinero con el que la asociación podrá seguir prestando ayuda psicológica, social, fisioterapéutica, estética y oncológica a las mujeres, y también hombres, que sufran cáncer de mama. Así que los cinco euros que costaron los dorsales para las dos pruebas infantiles, o los ocho de la prueba para los adultos (mayores de 14 años), fueron en realidad una inversión en carcajadas como las de María: "¿Que no se puede tener una nieta con 30 años? Porque tú lo digas...".

Desde la organización explicaron que el número de participantes fue muy similar al del año pasado, cerca de 300 personas convenientemente ataviados con el característico gorro rosa de Ámate, si bien el poder de convocatoria abarca más allá de las ya de por sí muchas personas que se zambulleron en las aguas de Las Teresitas. Más de medio millar se reunieron para ver la prueba reina, de 1.500 metros, que discurrió entre la caseta de la Cruz Roja y la zona donde están las embarcaciones, ida y vuelta.