En 1976 el periódico El País alertaba en su portada de un fenómeno que iba a provocar el calentamiento de la Tierra y tendría consecuencias directas en la sociedad moderna. Lo denominaron, en aquel primigenio momento, calentamiento global. En aquel entonces, sus lectores lo leyeron, lo asumieron y siguieron adelante con sus vidas. En todo caso, aún faltaban al menos siete décadas para empezar a ver sus efectos, ¿por qué cambiar entonces sus costumbres y formas de vida?

Quizás la poca contundencia de los científicos, la templanza de los gobiernos o la falta de concienciación colectiva haya provocado que esa misma portada se haya repetido este mismo año. Y siete décadas después, en un escenario donde ya se suceden más incendios, los telediarios hablan cada año de los problemas de la sequía y Sanidad activa sus alertas por olas de calor cada pocos meses, se clarifica que la falta de una guía clara de actuación legislativa durante todo este tiempo no ha permitido a los canarios tomar una consideración mayor hacia una "realidad que ya tenemos encima".

"Hay una parte de la población absolutamente inconsciente ante esta problemática, pero hay otra facción importante que es consciente y no sabe qué hacer porque no existen pautas". Así de contundente se mostró el geógrafo y experto en cambio climático de la Universidad de La Laguna (ULL), Pedro Dorta Antequera, en la Real Sociedad Económica Amigos del País de Tenerife, ante la realidad de Canarias en el escenario del cambio climático. En su charla, Dorta disertó sobre los efectos palpables de la emergencia climática en las Islas y concluyó que "el crecimiento económico del sistema capitalista es incompatible con su lucha".

"Estamos viendo cómo España está sufriendo actualmente una ralentización de la economía debido, en parte, al descenso del consumo", indicó Dorta, que prosiguió insistiendo en que es justamente ese descenso del consumo masivo "lo que necesitamos para combatir esta crisis climática". En este sentido, el experto confirmó la evidente realidad : las prioridades del planeta son "incompatibles" con el crecimiento de la economía española y de muchas otras que se sustentan en los ideales capitalistas.

Por esta razón, el cambio de modelo económico debe convertirse en una de las patas en las que se debería enfocar la próxima Ley de Cambio Climático de Canarias, así como la mayoría de políticas que se realicen desde los gobierno del mundo. "La Ley canaria debe ser básica y transversal", aseguró Dorta en su charla titulada Del Calentamiento Global a la Emergencia Climática: fenómenos meteorológicos extremos en Canarias. "Debemos enfocar nuestros esfuerzos hacia un consumo sostenible, lo que significa cambiar esencialmente nuestra forma de comer y movernos", destacó Dorta.

La Tierra ya no es la que era

El planeta no aguanta el estilo de vida que ha sido implantado en muchas sociedades y los humanos tendremos que ir entendiendo que nunca volveremos a vivir en un clima tan agradable como el que disfrutaron nuestros abuelos. Como señalan los científicos, incluido Dorta, la emergencia climática está provocando "cambios irreversibles".

No es algo que no se supiera. Los expertos llevan más de siete décadas advirtiendo de la fragilidad de nuestro entorno ante el voraz sistema capitalista, que ha resultado ser más dañino de lo que se estimaba. El experto, en este sentido, apuesta por tomar medidas concretas como establecer impuestos más elevados a los vehículos más contaminantes, promocionar el transporte público, mejorar la gestión de residuos y, básicamente, sancionar todas aquellas acciones sociales que dejen una huella de carbono.

Es cierto que cada vez existe una mayor concienciación sobre las dimensiones de la crisis climática, especialmente en Europa, pero las emisiones de dióxido de carbono -uno de los gases que más contribuye al cambio climático- continúan creciendo sin control.

Este año, La Tierra ha registrado un valor histórico en la concentración de CO2 en la atmósfera. Por primera vez en tres millones de años -desde que comienza la serie histórica- la concentración de este gas ha marcado 415 partes por millón. El dato se registró en el Observatorio de Vigilancia Atmosférica de Izaña, en Tenerife, en abril y seguidamente en el observatorio de Mauna Loa, en Hawai, Estados Unidos, en mayo. Pero no solo hay más dióxido de carbono en la atmósfera, también asciende más rápido. En los últimos 35 años, la concentración de este gas de efecto invernadero se ha acelerado un 30%, a pesar de que prácticamente todos los países europeos cuenten con políticas dedicadas justamente a reducir estas emisiones. El ejemplo es el Protocolo de Kioto, un acuerdo internacional que se adoptó en diciembre de 1997 por la Convención Macro de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático -aunque no entró en vigor hasta 2005- y que tenía por objetivo reducir al menos en un 55% las emisiones de CO2. España se comprometió a limitar el aumento de sus emisiones un máximo del 15 % en relación al año base. Pero el incremento de sus emisiones en relación a 1990 durante los últimos años ha ido aumentando interanualmente entre un 15 y un 50%.

No se diluye tan fácilmente

Pero es que, aunque hoy el planeta entero dejara de emitir gases de efecto invernadero, tendría que pasar al menos una década para que desaparecieran del todo la s sustancias contaminantes que hemos ido acumulando en la atmósfera. Por tanto, quedaría al menos diez años más en los que Canarias estaría abocado a continuar aumentando su probabilidad de sufrir fenómenos tropicales de manera más frecuente, sequías, precipitaciones más intensas, y más olas de calor e intrusiones de polvo sahariano.

Actualmente, la Unión Europea es la región económica que ha mostrado mayor sensibilidad ante el cambio climático. Ejemplo de ello es el Acuerdo de París y que "han sido los que más pasos han dado en este sentido". No obstante, su papel en el cambio climático es limitado debido a que la mayor parte de los gases de efecto invernadero se emiten actualmente desde Estados Unidos, China y los países emergentes, como India o Egipto. "Todo el planeta debe dejar los combustibles fósiles y, concretamente, el petróleo", insiste Dorta, que concreta que "si no nos ponemos de acuerdo, va a ser complicado cambiar el rumbo".

"Las políticas que se han tomado hasta ahora han sido muy abstractas", critica Dorta al tiempo que estima que aunque "ya estamos llegando tarde" para reaccionar, "nunca lo es demasiado". De ahí que no solo incida en crear una acción coordinada entre los gobiernos, sino en que estos apuesten indudablemente por la adaptación. Al menos con estas herramientas la humanidad podrá hacer frente a la situación extrema que le queda por vivir, propiciando que, en otras siete décadas, los periódicos no tengan motivo por el que repetir una vez más, esa catastrofista portada.

Canarias no parte de cero

Aunque el Archipiélago no cuenta aún con un texto normativo con rango de ley, tampoco parte de cero. Como deja claro el Informe relativo a la consulta pública previa sobre la necesidad de dictar una ley de cambio climático en Canarias, "son variadas las iniciativas desarrolladas" en la comunidad autónoma. De hecho, reconoce que "algunas de ellas convendría que contaran con el respaldo en forma de ley", tales como el Plan Integral de Residuos de Canarias (Pircan) o la Estrategia Canaria del Plástico. En todo caso, el documento, que emana de una iniciativa de la Consejería de Transición Ecológica, Lucha contra el Cambio Climático y Planificación Territorial, pone de manifiesto la necesidad de crear un marco normativo no solo para hacer a la población canaria más resiliente dando respuesta al "amplio abanico de problemas" que se avecinan, sino también para poder coordinar "la altísima producción normativa y de compromisos nacionales e internacionales" así como para dar respuesta a la actual dispersión de competencias en la autonomía, que hasta ahora ha sido un obstáculo.