Jonatan García Lima, nacido el 1 de mayo de 1978, es el administrador y elaborador de la bodega Suertes del Marqués, en La Orotava, una de las cien mejores del mundo según la clasificación de 2019 publicada por la prestigiosa revista norteamericana Wine & Spirits. Esta semana participará con la selección española de cata de vinos a ciegas en el campeonato del mundo, que se celebra en Francia, y en los últimos días le ha tocado pensar en el efecto que podría tener en las exportaciones de su bodega el anuncio del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien pretende elevar hasta un máximo del 25% los aranceles a los vinos europeos. Respecto al actual inquilino de la Casa Blanca y mandamás de su principal mercado en el exterior, Jonatan García Lima tiene claro que "si fuera un vino, sería uno pirriaco".

¿Qué hace un joven como usted en una bodega como esta?

Mi formación no tiene nada que ver con las bodegas. Estudié administración de empresas y luego hice un postgrado de gestión de calidad empresarial. Todo iba encaminado a llevar la empresa de fabricación de muebles de mi padre. En 2006 comenzamos con el proyecto de la bodega y me fui involucrando de tal manera que me empezó a enganchar y acabé dejando todo lo anterior para empezar casi una nueva vida. El mundo del vino me enganchó de tal manera que de lunes a domingo pienso por y para el vino. Es una gozada poder trabajar en algo que te gusta tanto. Si no, no podría aguantar en épocas como esta, de vendimia, en la que estamos más de 60 días de lunes a domingo sin librar.

¿Uno se levanta un día y piensa voy a hacer unos vinos tan buenos que me van a incluir entre las cien mejores bodegas del mundo?

No, la verdad es que no. Cuando empezamos con la bodega el objetivo era hacer un vino del que nos sintiéramos satisfechos, pero para venderlo aquí en el Valle de La Orotava. Al principio, mandar vinos al Sur de Tenerife ya era para nosotros algo súper exótico. Teníamos muy claro que las cosas queríamos hacerlas bien y, tras muchos años trabajando de esa manera, se alinearon los astros. Hay gente que se fija en ti, elaboras vinos distintos, lo comunicas también de una manera diferente y llega el día en el que te ves entre las cien mejores bodegas del mundo, con muchas que he admirado como consumidor durante toda mi vida.

¿Usted llegó a pisar uvas descalzo?

Sí, he pisado pero pocas (risas). Aquí, en la bodega, las pisamos con traje y botas especiales por cuestiones de higiene.

¿El vino puede ser un buen negocio?

El vino puede ser un buen negocio, pero también un negocio ruinoso. Depende de cómo lo enfoques. Hay que saber hacia donde quieres ir y tener una visión global del mundo del vino, a nivel local e internacional. Si apuestas por lo que la gente demanda, el precio ya no es un problema, y empieza a ser rentable. Si se vende vino embotellado a menos de 5 euros en Canarias, se pierde dinero y eso es insostenible a la larga.

¿Cuáles son las claves de un buen vino?

Lo primero es sacarle el potencial que tiene cada variedad. Por ejemplo, si una variedad no da color, no intentes extraerle color. Eso genera vinos amargos y con verdores. Hay que entender la variedad con la que trabajas para lograr vinos equilibrados y con una buena acidez, que sean agradables de tomar.

¿Con mala uva se puede hacer buen vino?

Se puede hacer vino con mala uva. Un vino normal, pero no un gran vino. Yo sí te digo que no sé hacer vino con uvas malas.

¿Cuál diría que es su obra maestra?

Es complicado porque tenemos 17 referencias de vino distintas y muchas veces depende de la añada. Pero todo lo que embotello es vino que considero apto y que yo me tomaría. Entre esos vinos que me gustan especialmente y que están bien posicionados destacaría, por ejemplo, el Vidonia, de listán blanco, o El Ciruelo, en tinto.

¿Por qué están mal vistos los vinos rosados? ¿será culpa de 'Mateus Rosé'?

Fue un vino que se empezó a elaborar en zonas como Navarra a muy bajo precio y la gente siempre lo asoció a un producto corriente, pero realmente se puede elaborar rosados muy interesantes y muy cotizados, como ocurre en Provenza, en Francia. En España también hay rosados con nivel. Y respecto al Mateus Rosé, pues yo no lo llamaría ni vino. No es ni un ejemplo de lo que considero un vino rosado.

¿El sector del vino en Canarias mejora con los años?

Sí. El sector en Canarias ha crecido exponencialmente en elaboración, comercialización, calidad y posicionamiento. Pero nos queda mejorar en viticultura. No podemos perder la extensión de viñedos y, ahora mismo, ya hay una necesidad de crecimiento de zonas cultivadas de viñas para poder cubrir la demanda.

¿Qué le diría a esas personas que le echan refresco al vino en los guachinches?

Tengo dos pensamientos. Por un lado, creo que el consumidor debe tomarse el vino como le apetezca y como mejor le sepa. Por otro lado, como productor de vino, sé que hay mucho trabajo detrás y supone una frustración que pueda acabar diluido. Sin embargo, también entiendo que hay vinos y vinos de guachinche. Puede que en algunos casos lo mejor sea combinarlo un poquito (risas).

Si Donald Trump fuera un vino, sería...

Si Donald Trump fuera un vino, sería, hablando en plata, un vino pirriaco, un vino malo. Si nos ponemos más técnicos, podría ser un vino que está desequilibrado y que tiene mucha madera nueva. Porque a mí no me gusta nada la madera nueva.