Miriam Benterrak Ayensa, que participó ayer en la Jornada transnacional: la trata de mujeres con fines de explotación, lleva toda su vida luchando por los derechos de las mujeres más vulnerables, ahora como subdirectora general adjunta de Coordinación Interinstitucional en Violencia de Género mantiene una postura abolicionista hacia la prostitución por su contribución a la trata de mujeres.

¿Cómo hemos podido permitir que una forma de esclavitud como la trata continúe activa?

Creo que hay un componente muy importante que es el imaginario social. La sociedad ha normalizado situaciones en los que los seres humanos pagan por abusar, usar y consumir a otros. Tenemos que revertir esa situación y convencer a la sociedad de que, por mucho que hagamos desde las instituciones, si existe un negocio así de multimillonario es porque estamos pagando y contribuyendo a ello. Es fundamental que todo el mundo trabaje para acabar con esto, no solo las instituciones, sino la sociedad en general.

Se habla mucho de legislación para evitar que esto se perpetúe, pero ¿se puede conseguir solo con leyes?

Creo que es importante. Soy de las que piensa que tiene que haber muchos procesos en los que tenemos que intervenir todo tipo de profesionales. Nadie tiene que mirar a otro lado, estereotipar ni que presuponer que a estas mujeres les viene muy bien encontrarse en esa situación. Tenemos que trabajar pensando que esas personas están sufriendo una violación de sus derechos solamente para que alguien mantenga unos privilegios que no son necesarios. Está claro que no puedes hacer eso si no lo pautas. La legislación, los protocolos y los planes son importantes. Cuando a un profesional le dices cómo debe hacer las cosas y lo hace tres veces, entonces hace un ejercicio de profesionalidad. Además cuando la legislación propicia una cierta laxitud frente al proxenetismo no consigue acabar con él.

¿Cómo discernir la explotación sexual entre una mujer que dice ejercer libremente y otra que no?

Es muy complicado por una razón: confundimos el consentimiento con la libertad. Si preguntas a muchas mujeres que están ejerciendo la prostitución probablemente te dirán que han consentido la situación y que están ahí libremente. Pero se debe recordar que cuentan con una serie de condicionantes y, si creen que no tienen alternativas, entonces no están ejerciendo ningún ejercicio de libertad.

Hay un amplio debate en torno a la regulación o no de la prostitución, ¿cuál es su opinión?

Cuando te acercas a las situaciones de trata entiendes que la trata solo sirve para captar personas para alimentar la prostitución o la pornografía...Está claro que si eso no existiera, no existiría la trata. Es un negocio multimillonario y si esta red de delincuencia no diera dinero, se dedicarían a otra cosa. En mi opinión personal considero que si fomentas una institución como la prostitución entonces es muy difícil que vayas a acabar con la trata. Desde el punto de vista institucional, el debate impide que unamos fuerza para acabar con la trata. Nosotros vamos a trabajar contra la trata y, teniendo claro su vinculación con la prostitución, no podemos fomentar ese negocio porque sería contradictorio. Hay ejemplos a nivel europeo, como es el caso de Alemania. En Alemania se les ha dado esta posibilidad de inscribirse como autónomas y lo que ha ocurrido es un crecimiento enorme de los prostíbulos low cost además de un incremento tremendo de situaciones de explotación.

Entonces a lo que hay que atacar entonces es al consumo.

Yo creo que nos tenemos que concienciar. Lo podemos decir con la prostitución pero también cuando alguien pretende comprar un jersey a un euro. Si quieres mantener los derechos sociales y laborales de las personas, ese jersey no puede costar un euro. La sociedad debe ser consciente de lo que hay detrás. Esto no existiría si no contribuyéramos o si no miráramos para otro lado. Nosotras, por ejemplo, no estamos bajo la sospecha de consumir prostitución, pero sí de normalizarla.