Teresa, Julia, Mary, Urbana... Solo suponen cuatro ejemplos de los 350 perfiles de trabajadores de la empresa Ralons Servicios que el próximo lunes cumplirán seis meses sin cobrar el sueldo. Sus rostros y sus historias se esconden detrás de un conflicto laboral que les ha llevado a la huelga. Cada una -la mayoría de la plantilla la forman ellas- procedente de distintos lugares de la isla, con su devenir personal propio y el laboral lleno de subrogaciones -su última esperanza otra vez-. Pero todas con una circunstancia común: están en límite y ya no aguantan más.

Teresa Rodríguez, 60 años

Lleva 28 en el centro de salud de Tegueste. De baja por depresión. Subrogada desde distintas empresas hasta llegar a la actual en 2009. Asegura que "antes era feliz con mi trabajo, pero todo esto me ha roto". Tiene dos hijos ya mayores "y menos mal que vivo sola, dice, porque gasto menos, pero veo compañeras que no pueden ni dar de comer a sus hijos pequeños". Lo pasa muy mal porque "el banco llama a todas horas por la hipoteca" y ya no sabe qué hacer ni qué decir. La única opción que ve es "que esta empresa se vaya ya de una vez y nos subrogue otra, pero lo veo complicado".

Julia Luis, 50 años

Cumple 15 en el centro de salud de San Antonio (La Orotava), veinte en el sector de la limpieza y está con Ralons desde hace diez. Acude cada día a las concentraciones frente a la Consejería de Sanidad. Oficialmente su condición laboral es de vacaciones. Cuenta su realidad: "Tengo un hijo de 21 años que estudia un grado superior de FP y mi marido, de 55, es una persona con discapacidad. Ahora solo entra en casa su paga. En mi centro no limpia nadie hace tiempo. Mi compañera del turno de tarde está de baja y vino una chica a sustituirla, pero como no le pagaban se marchó también". Cree que la solución es difícil, aunque espera que "los políticos que nos han metido con esta empresa nos ayuden a salir de ella".

Mary Figueroa, 56 años

Desde 2000 trabaja para el SCS y a partir de 2009 pertenece a la plantilla de Ralons Servicios. Su labor la ha desarrollado en el centro de salud de la calle Ruiz de Padrón, en El Toscal (Santa Cruz). De baja por depresión, el mal que ataca a muchas de ellas. Sus hijos son ya grandes, "pero tengo mis gastos como la hipoteca y, por supuesto, comer". Recuerda que "este conflicto ya surgió en 2017 y desde entonces estamos luchando por nuestros derechos". Como el resto, solo ve una salida: "La subrogación. Para tener un sueldo digno como cualquier otro trabajador y poder sacar adelante mi casa".

Urbana Luis, 46 años

Una trayectoria de 16 años de trabajo para el SCS. Desde 2016 en Ralons y en el CAE de La Orotava. Su marido trabaja también en la empresa y en el mismo lugar. Sentencia: "Hace seis meses que no entra un sueldo en mi casa". Ambos están de baja. Tienen una hija de 15 años y otra de 11. Recuerda Urbana que "ya nos pasó tres meses a finales de 2018 y fue una Navidad muy triste". Su sentimiento: "Nunca piensas que pase, pero poco a poco la situación se te escapa de las manos". Asegura que le gusta su trabajo, aunque deba levantarse a las seis de la mañana, pero "la situación ya se ha deteriorado. Gracias al apoyo entre compañeros salimos adelante". Urbana mantiene la esperanza porque "estuve en la reunión con la consejera y veo una luz. Pero tiene que ser ya porque no aguantamos más". Concluye: "La baja aparece en la nómina, pero no la podemos cobrar porque hay un problema con esta empresa. El SCS le paga y se queda con nuestro dinero de la baja. Tiene un expediente abierto porque no es algo normal".

La última frase sale de la entraña colectiva. Resume mucha rabia y frustración: "A los compañeros de Sanidad que están limpiando en los centros les decimos que lo entendemos por preservar la salud pública. Pero cuando ellos vayan a la huelga a ver si nosotros nos ponemos a pinchar culos".