Karina Zaida Quiroga V., de 41 años y natural de Bolivia, reconoció ayer que causó "la muerte" a Constancia", aunque rechazó que los hechos se hubieran producido tal y como sostiene el Ministerio Fiscal y se ha publicado en los medios de comunicación. "Las cosas no son ni como dice el fiscal ni como cuenta la prensa; todo ocurrió en medio de una fuerte discusión", sollozó esta mujer, que está acusada de ser la presunta autora del asesinato de su compañera de trabajo en una vivienda del número 73 de la calle La Rosa, en Santa Cruz de Tenerife, el 11 de diciembre de 2017. Y añadió: "Yo no he tenido ningún problema con nadie; no fue algo que yo quisiese hacer en ningún momento", manifestó para concluir: "Yo estoy muy arrepentida".

Al inicio de la vista oral del juicio, que comenzó ayer en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife con tribunal del jurado, el representante del Ministerio Fiscal sostuvo su acusación provisional sobre Karina Quiroga a la que le imputa un delito de asesinato con las agravantes de alevosía y ensañamiento así como un delito de robo con violencia. Por el primero de los delitos solicita que se imponga a la acusada una pena de 25 años de prisión mientras que por el segundo de los delitos, cinco años de prisión. Asimismo pide que se le imponga una pena de 35 años de libertad vigilada y el abono de una indemnización de 150.000 euros a los herederos de Constancia M., la víctima de 53 años, compatriota de la acusada y la mujer que le encontró el trabajo a Karina.

La abogada de la acusada rechaza los hechos narrados por la Fiscalía, asegura que los hechos no descritos no se ajustan a la realidad, por lo que, a pesar de que su patrocinada confesó ser la autora de la muerte de Constancia M., solicitó en su escrito de calificación preliminar que se concediera la libre absolución para su cliente.

No hubo planificación

A pesar de lo anterior, cuando le tocó su turno para dirigirse al jurado señaló que "esta parte admite el homicidio, pero sin que entre en concurso ni la alevosía ni el ensañamiento", apuntó. La letrada Vanesa Zamora aseguró que "la muerte no fue planificada, sino en el fragor de una discusión entre ambas mujeres; fue una bronca improvisada", señaló. "No puede considerarse la existencia de una agravante de alevosía, como sostiene el Ministerio Público, porque la víctima se defendió, de tal forma que tenía heridas defensivas en las manos y brazos, y varias uñas rotas". Y aseveró que los hechos tampoco se ajustan a un asesinato con ensañamiento, pues aseguró que "todos y cada uno de los golpes asestados no buscaban más daño del necesario". "Es cierto que pudo asestar más de cien golpes a Constancia, pero tengan el convencimiento de que con cada golpe quería matarla", se dirigió la letrada a los nueve miembros del jurado.

"Una auténtica chapuza"

La letrada añadió que "ni tuvo un plan preestablecido ni tenía uno para después de causar la muerte de Constancia, porque todo lo que hizo luego fue una "auténtica chapuza permanente". Y lo argumentó: "Vuelve al domicilio con manchas de sangre en el cuerpo, tira el arma del crimen envuelto en ropas suyas manchadas de sangre a un contenedor cercano a la vivienda; da su consentimiento para que le extraigan muestras de ADN sin presencia de abogado". "Ni tenía un plan para cometer el crimen ni para luego intentar huir", revela la abogada.

Entre los ocho testigos que declararon ayer, todos ellos policías nacionales, el testimonio de un subinspector del Grupo de Homicidio del Cuerpo Nacional de Policía fue el más conciso en detalles de la escena que se encontró una vez que fueron alertados por el 112 sobre la posible muerte violenta de una mujer en el interior de una vivienda.

"Llegamos sobre las dos de la tarde; en el piso estaba Karina, Arcadia -la mujer a la que víctima y acusada cuidaban- y una vecina de un piso más arriba. Precintamos el lugar y vino luego el patólogo forense y la Policía Científica. Observamos que el cadáver de Constancia estaba en posición de decúbito supino (boca arriba), con numerosos golpes en la cabeza; había muchas manchas de proyección de sangre en la pared del baño, sobre todo en la parte baja y en todas direcciones; también había manchas de sangre como de arrastre o resbalones, tanto en el suelo como en la tapa del inodoro, y muchas huellas de zapatos".

Hallazgo del arma

Cuando los médicos forenses le dan la vuelta al cadáver observan que debajo hay un mango de madera, "posiblemente del arma homicida". "Hicimos una requisa en la casa pero no encontramos ningún objeto que concordara con el mango, por lo que ordené a varios agentes que buscaran en los exteriores de la casa a ver si encontraban algún resto vinculado a los hechos".

Así fue, una agente del Grupo de Homicidios encontró en un contenedor de basura, detrás de la iglesia San José, en Méndez Núñez, a unos 200 metros de la casa, "unos zapatos manchados de sangre, unos pantalones y una bolsa blanca con una camisa ensangrentada y la cabeza del martillo, que coincidía con el mango hallado bajo el cadáver de Constancia", aseguró el agente.

"Era sospechosa desde el principio"

"Era sospechosa casi desde el principio", señaló el subinspector del Grupo de Homicidios del Cuerpo Nacional de Policía en su declaración ante el Jurado. "Desde un principio, cuando le preguntamos por cómo encontró el cadáver y qué era lo que había hecho tras encontrarlo en el baño, se contradijo en algunos aspectos. Ya por la noche, serían las once más o menos, tuvimos que interrumpir su toma de declaración porque estaba claro ya que no era una testigo más sino la presunta autora del crimen", aseveró.

"En un primer momento nos indicó que había descubierto el cuerpo de Constancia en el baño, que no entró y llamó al 112. Luego, le preguntamos que qué era lo que le había pasado porque llevaba un vendaje en una pierna y en una muñeca y nos dijo que se tropezó en una poceta al ir a recoger a la señora Arcadia a la iglesia de San José, que había ido a misa. Le preguntamos que qué era lo que tenía en el brazo porque tenía manchas rojizas y nos dijo que era urticaria porque era alérgica, pero al tomar muestras con un frotis, arrastramos restos de la mancha, por lo que no podía ser alergia, y cambió su versión: dijo que había entrado al baño, se arrodilló y le tomó el pulso a Constancia, pero no tenía los pantalones manchados de sangre", afirmó.