Un indio blanco con raíces valencianas que habla castellano con acento talegu, el idioma en el que se crio. Es el perfil de Moncho Ferrer (Anantapur, 1971) hijo de Vicente y Anna Ferrer -Moncho es nombre propio y viene de sus abuelos de Gandía-. La pareja llegó en 1969 al sur de la India con el propósito de ayudar a erradicar la pobreza más extrema. En ello trabajó él hasta el final de sus días (2009) y ella lo sigue haciendo al frente de la Fundación que pusieron en marcha. Moncho recoge la estela de su padre para dirigir los programas de un modelo de desarrollo referente en cooperación. El sueño de Vicente Ferrer cuenta con miles de colaboradores. España es líder en socios y padrinos con Canarias entre las primeras comunidades del ranking nacional. Moncho ha hecho escala en Tenerife durante su gira por el Estado y el Archipiélago con motivo del 50 aniversario de la Fundación (1969-2019).

¿Cuál es el presente y el futuro de la Fundación Vicente Ferrer en Canarias?

Nuestra experiencia nos dice que los canarios son un pueblo muy solidario. No solo a título individual, sino también institucional, como ocurre desde hace años con el Cabildo de Gran Canaria, donde acabamos de estar. Aquí vengo a dar las gracias por su solidaridad todos estos años y a celebrar el cincuenta aniversario de la fundación.

La ultramaratón de Anantapur se ha consolidado y tiene un origen canario. ¿Cuál es el próximo reto que plantea?

La próxima, en enero de 2020, será ya la quinta edición. Recuerdo que en 2016 me llamaron para decirme que alguien quería correr en la India, algo inusual. Era Juan Manuel Viera, y aquella locura inicial es hoy un evento consolidado. Lo fundamental, además de lo conseguido a nivel material con su esfuerzo, es que ha calado en la gente de allí, que lo asume como algo suyo. Pensamos en 40 kilómetros y otros tantos niños apadrinados, luego en 50, más tarde en 60... Al final fueron 150.

¿Cómo ha evolucionado la Fundación en estos 50 años?

Cuando mis padres llegaron los tacharon de locos y mucha gente los conminó a marcharse por donde habían venido. Fue duro en un entorno de sequía, pobreza extrema y mucha violencia. La constancia y la participación de la misma gente en los proyectos han sido la clave para continuar. Hasta 1979 lo hacíamos todo, de la construcción de escuelas al mantenimiento. Luego hemos ido cediendo la responsabilidad hasta casi llegar a la autogestión en los pueblos. Este año cambiamos el diseño de la vivienda standard para unas mil familias con su intervención directa. Cada enero se reúnen y toman las decisiones.

¿Anantapur es una pequeña isla dentro de la inmensidad de la India?

La India es diferente a cualquier otra geografía y no se puede dimensionar con ojos europeos, hay que estar allí. Me siento indio, sin renegar de mis raíces españolas, y solo digo que trabajamos en 3.500 pueblos y para más de tres millones de personas.

¿Cómo se vive el día a día en el sur de la India?

Más del 85% de la población son campesinos con pequeñas parcelas y dependen de la agricultura. Antes el ciclo era de tres o cuatro años buenos y uno de sequía y ahora es al revés. Cosas del cambio climático. Las dificultades llevan a muchos a emigrar a las grandes ciudades para tener una vida mejor, algo que no siempre se produce.

Lo han puesto en el mapa, pero ¿queda mucho por hacer?

Claro que sí, siempre, pero hemos hecho mucho también. Eso de ponerlo en el mapa me recuerda cuando fue Rafa Nadal a inaugurar el centro para impartir las clases de tenis y educación a 250 niños, a través de su fundación. Toda la India se paralizó y quería saber donde estaba Anantapur para ver a Nadal. Hemos educado a cientos de miles de jóvenes que gracias a ello hoy tienen trabajo. Muchos regresan y otros no, pero existe la costumbre de donar el primer sueldo o parte del mismo a la Fundación de forma simbólica como agradecimiento.

¿Cuál es el momento actual del sistema de castas indio y de los intocables en concreto?

Es un sistema que no existe en otros lados, aunque siempre hay una parte de la sociedad arriba y otra abajo. En cincuenta años ha cambiado mucho el panorama. Ahora las castas bajas como los intocables están luchando por sus derechos y eso era impensable, Con motivo del cincuentenario hemos trasladado dos preguntas por los pueblos sobre el significado y la experiencia con la Fundación, además de qué quieren para el futuro. Hemos recibido 15.000 respuestas, algunas tan expresivas como que hemos hecho posible exteriorizar la intocabilidad o el deseo de que no olvidemos los sueños y los objetivos de Vicente Ferrer. No los vamos a olvidar, desde luego.

Las castas, el papel de la mujer, las personas con discapacidad, la comunidad LGTBI... ¿Cómo se avanza ante la discriminación?

Con hechos concretos. Como el que las mujeres de los pueblos luchen ellas mismas por sus derechos. O contra las bodas infantiles de niñas de 12, 13 o 14 años. Porque en la India, la ley es una cosa y la realidad otra muy distinta.

¿Qué herencia le dejó su padre en el año 2007?

Lo que mi padre me ha dejado es la fe en el poder de la humanidad. Él creía en eso y lo he aprendido. Mejor dicho, lo estoy aprendiendo cada día porque es un proceso de enseñanza.

Enseñar a pescar y no regalar peces. ¿La filosofía de su padre se mantiene hoy?

Por supuesto y es una de las claves. Al campesino indio basta con darle la herramienta para hacer su trabajo en una pequeña parcela, un pozo y una casa. Con eso es suficiente para que pueda cuidar de su familia. Y ya tenemos una fuera de la pobreza. Una cadena

La ayuda desde el occidente rico: ¿conciencia social o postureo y puro marketing?

El mundo tal cual es. Hay de todo. También marketing y postureo, por supuesto. El Gobierno de la India se preocupa por la imagen de lo negativo y procura ocultarlo. Pero existe, igual que lo positivo. Son las dos caras de la misma realidad. Por ejemplo, ahora queremos poner en marcha un proyecto, De mujer a mujer, con una india y una europea como protagonistas pero en un plano de igualdad, sin ir de arriba abajo ni imponer. Esa igualdad como concepto para cambiar el mundo. Son perfiles muy diferentes pero con los mismos problemas. Y cada una con sus fortalezas y debilidades.

Oriente y Occidente son mundos de contrastes. ¿Cómo lo vive personalmente cuando viene o va?

Soy de la India, eso lo tengo claro y me dicen allí y aquí que mucho. Aquí me tratan como indio y me parece muy bien. Hay que respetar lo que es diferente y eso en India se aprende muy rápido, desde que uno es joven. Queremos imponer las ideas a otro y no respetamos al que es diferente.

¿Es posible erradicar la pobreza?

Lo compruebo cada día, tal y como decía mi padre. Yo soy testigo de que podemos erradicar la pobreza de este mundo.

¿Cuáles son los próximos y grandes retos de la Fundación Vicente Ferrer?

El gran reto es que la revolución silenciosa que diseñó Vicente Ferrer continúe al menos los próximos cincuenta años. Preveo un cambio brutal en el mundo. Pero el futuro ya está aquí; es el propio presente. Ahora todo depende de qué vamos a hacer como acción positiva para transformar este mundo. Quien sabe.