Ceremonia solemne, llena de rituales protocolarios y plagada de oficialismo con las autoridades (no faltó casi nadie) presentes. Desde la música en el inicio al cierre del Gaudeamus igitur y el Himno de Canarias pasando por los abrazos entre los nuevos doctores claustrales (once) y sus padrinos. Podría parecer una apertura de curso más en los 227 años de la historia de la ULL, pero los actores eran nuevos.

Nueva la rectora y su equipo, nuevo el presidente de Canarias, nueva la consejera... Parece el inicio de una etapa diferente.

El largo pasillo del vetusto edificio del Campus central aparecía vacío y oscuro una hora antes del acto con excepción de la cafetería- la leyenda sitúa el de la ULL como el único bar del mundo con universidad-. Luego fue llegando gente, muchos con bolsas llenas de togas y birretes con los colores característicos de su facultad.

Entre ellos bastantes veteranos -lógico en una plantilla envejecida- pero también jóvenes como los nuevos claustrales.

"Proyección y transferencia", palabras clave para la rectora dentro de la idea de transformación global que resume su frase final tomada de Eleanor Roosvelt: "El futuro pertenece a los que creen en la belleza de sus sueños. Nuestro sueño es esta casa de estudios".