La empresa francesa Coutot-Roehrig, dedicada a la búsqueda de herederos de personas que fallecen sin testamento, prevé facturar 10 millones de euros en España durante los próximos tres años y abrir dos nuevas oficinas, sumando cinco en el país, una en Canarias.

Fundada en París en 1894 y con presencia en veinte países, la empresa lleva décadas operando en España, pero no fue hasta 2012 cuando abrió su primera oficina en Barcelona con nueve empleados, a la que siguió posteriormente otra en Madrid con tres trabajadores y una tercera en Tenerife que de momento sólo tiene un empleado.

El director de la firma en España y Portugal, Marco Lamberti, explica en una entrevista con Efe que en España el 40 % de las muertes se producen sin testamento redactado, cifra que se traduce en más de 170.000 "ab intestato" si tomamos las estadísticas del INE de mortalidad en España del año 2018.

"Evidentemente no todos estos casos acaban en manos de Coutot", bromea el director general de la compañía en España, que explica que la empresa gestiona cerca de 7.500 expedientes cada año en todos los países en los que opera.

En España, Coutot ha investigado desde su desembarco en 2012 unos 1.500 casos de un patrimonio medio de 350.000 euros, por lo general compuesto por una cuenta de ahorros y una vivienda en propiedad del finado, aunque Lamberti afirma que el 10 % de sus expedientes corresponden a herencias valoradas en más de un millón de euros.

Según los datos que maneja la empresa, el valor total del patrimonio sin herederos conocidos en España se encuentra entre los 100 y los 150 millones de euros, lo cual representa "un nicho de mercado interesante" para la compañía francesa, que fue pionera en el mundo en usar la genealogía sucesoria para encontrar herederos.

Las altas cifras de defunciones sin testamento "no son un fenómeno típicamente español", asevera Lamberti, sino más bien de los países del sur de Europa, una zona marcada históricamente por grandes flujos migratorios que a menudo han provocado la rotura de las relaciones entre los miembros de una misma familia.

Entre los clientes más habituales de Coutot-Roehrig en España se encuentran los administradores de fincas, con quienes ha cosechado alianzas por todo el país, así como abogados e incluso notarios, quienes también acuden a la empresa para encontrar a un heredero que se haga cargo de la deuda dejada por un fallecido.

Si alguien fallece endeudado y sin herederos, Hacienda se entera a través de una reclamación y se puede hacer con su patrimonio en un plazo variable, pero si no hay deudas, el proceso es más lento: sus cuentas bancarias primero quedan bloqueadas tras 10 años inactivas, y pasados los 20, el dinero se traspasa finalmente al Estado.

La firma cuenta en España con diez genealogistas sucesorios, los profesionales que se encargan de indagar en el árbol genealógico de una familia para encontrar a los herederos de un "ab intestato", a través de largas investigaciones que pueden acabar fuera de España.

Marco Lamberti destaca un problema de partida que es la destrucción de archivos durante la Guerra Civil, lo cual "dificulta o llega a hacer imposible la búsqueda", aunque los genealogistas sucesorios cuentan con la ayuda de una base de 1.500 millones de datos en manos de la sede central de Coutot en París.

Por otra parte, la legislación española sólo permite conceder una herencia hasta el cuarto grado de consanguinidad del fallecido (primos y tíos abuelos), mientras que otros países europeos como Francia reconocen la transmisión de herencias hasta el sexto grado.

El último paso es contactar con el heredero, quien no suele recibir la noticia con mucha confianza: "Si existe una herencia yacente es porque en algún momento la relación de una familia se ha roto, y es muy probable que los descendientes que viven en otros países y han formado sus propias familias no se hayan conocido nunca".