Las medidas del Gobierno de Brasil para frenar los incendios en la Amazonia continuaron ayer con la prohibición del uso de fuego para preparar las tierras para la siembra, una decisión que se extenderá por un período de dos meses en el también conocido como pulmón del mundo. Aunque la quema de los terrenos en la Amazonia está permitida bajo determinadas normas y es una práctica común en la agricultura, usada hasta por los indígenas, la medida busca evitar que estas acciones provoquen nuevos focos de incendio sin control, en momentos en que las autoridades empiezan a controlar las llamas declaradas desde hace tres semanas.

De acuerdo con el último informe oficial, con la llegada de refuerzos militares a las zonas más afectadas por los incendios se ha registrado una reducción "considerable" de las llamas en la Amazonia. Aunque no fueron presentados datos concretos sobre toda la región, los análisis realizados por el Centro Operativo y de Gestión del Sistema de Protección del Amazonas (Censipam) indicaron que los brotes de incendios más fuertes se dieron entre el 25 y el 26 de agosto en los estados de Rondonia, Amapá, Pará y Maranhao.

Ya el pasado lunes y martes la situación había cambiado, especialmente en el estado de Rondonia, una de las regiones más afectadas por las llamas y donde los datos preliminares señalaron que los incendios habrían descendido de 400 a 24. Las cifras del Censipam en Rondonia coinciden con las divulgadas este jueves por el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe, en sus siglas en portugués), que usa imágenes por satélite para medir los focos de incendio.

Según el Inpe, el 14 de agosto había 665 focos de incendios en Rondonia, pero el día 23 la cifra bajó a 446 y, el pasado miércoles, a 23. Este estado en la frontera con Bolivia fue el primero al que llegaron los refuerzos de las Fuerzas Armadas anunciados por el presidente brasileño, el ultraderechista Jair Bolsonaro, el pasado viernes y que colaboran con bomberos y policías en la lucha contra los incendios. En los alrededores de Porto Velho, la capital de Rondonia, las acciones para contener las llamas prosiguen en tierra, aunque con dificultades de acceso en algunos tramos para las autoridades, y las operaciones se han reforzado por aire con una mayor presencia de aviones que descargan miles de litros de agua sobre la selva en llamas, según pudo constatar Efe.

En la región, los incendios han dejado una densa capa de humo que, además de impedir la visibilidad, han obligado a algunos de sus habitantes a usar máscaras para poder respirar. De acuerdo con el Inpe, en el estado de Pará los fuegos pasaron de 1.004 el 13 de agosto a 352 este miércoles, y en el de Amazonas, donde ayer fueron contabilizados 47 focos de incendio, hubo una reducción del 78 % en tan solo un día, frente a los 218 del martes. Pará, Amazonas y Rondonia son los tres estados de la Amazonía brasileña que han registrado el mayor número de incendios, los que más recibieron refuerzos militares y en donde han disminuido más rápidamente las llamas.

No ha ocurrido lo mismo en Maranhao, el último estado en pedir la ayuda del Gobierno y en el que solo hasta ayer el Ejército comenzó a actuar contra el fuego. Allí los focos pasaron de 156 el sábado a 340 el miércoles.

Las llamas en África no son tan graves como en Sudamérica

En plena alarma mundial ante la quema indiscriminada de la cuenca del Amazonas, una imagen satelital difundida esta semana por la agencia aeroespacial de Estados Unidos, la NASA, reveló, para sorpresa de muchos, que África central alberga más fuegos activos que la Amazonia, lo que ha causado bastante revuelo. Sin embargo, no se trata de situaciones comparables ya que, según apuntan ambientalistas y fuentes oficiales de los países africanos más afectados, Angola y la República Democrática del Congo (RDC), el tamaño, naturaleza y origen de estos incendios diverge de aquellos que continúan arrasando el norte de Brasil. A vista de pájaro, los miles de puntos rojos que identifican los incendios activos en Angola (un total de 6.902) triplican en número a los fuegos brasileños (2.127), que a su vez son superados por aquellos que, desde hace semanas, queman partes del sur de la RDC (3.395), según la NASA. "Es indiscutible que hay fuegos en la cuenca del Congo (parte de África Central drenada por el río Congo y sus afluentes), pero la principal diferencia es que se trata de incendios en áreas de sabana", explica a Efe Irene Wabiwa, responsable forestal de Greenpeace para África. "La mayoría de los fuegos en Angola se dan en la sabana mientras que en la DRC sí que podemos ver algunos en zonas boscosas, pero que responden a actividades humanas de pequeños agricultores", añade Wabiwa. Ante la polémica generada en los últimos días por esa información, el propio presidente francés, Emmanuel Macron, llegó a considerar la posibilidad de "poner en marcha una iniciativa similar a la del Amazonas" para salvar de las llamas a los bosques de África subsahariana, según anunció este martes desde el G7 (grupo de los siete países más desarrollados) en Biarritz (Francia). Sin embargo, algunos gobiernos africanos han quitado hierro a esa sensación de urgencia difundida por Occidente.