Nunca sabremos si la apuesta del hijo del armador riojano de Pinillos por sustituir los veleros de su padre por modernos barcos de vapor para abrir rutas a las Américas y competir ventajosamente con otras líneas marítimas llegó en el momento apropiado.

Y es cierto que gracias a estas mejoras, la naviera conoció un periodo de expansión que le permitió iniciar nuevas líneas trasatlánticas hacia 1890 a Puerto Rico, Cuba y el Golfo de México, inaugurando más tarde la línea a Brasil y Río de La Plata.

Pero la realidad es una y llega a veces de forma contundente. Solo ocho años después de comenzar su ruta a las Antillas, España perdía de forma insalvable prácticamente todas sus colonias de ultramar. El país mostraba al fin la cara real y más dramática de una España en quiebra, sostenida artificialmente por una Corte que organizaba bailes de salón y presentaciones en sociedad.

El remate final llegaría en dos décadas. Tras la I Guerra Mundial, Pinillos se vio forzada a vender su flota en 1921 a la Compañía de Navegación Transoceánica de Barcelona. Dos años antes, la tragedia del Valbanera anticipaba el descalabro final. Los sucesos suelen rodearse de misterios, sobre todo en la mar. Y con el Valbanera no iba a ser menos. Lo sucedido en aquel agosto de 1919, hace ahora un siglo, no está exento de ciertos detalles que tienen que ver con la intuición y que, en rigor, no deben ser tenidos en cuenta. Pero que nunca pasan desapercibidos para los hombres de la mar.

Procedente de Barcelona y luego Cádiz, cargaba finalmente el buque más de mil personas. Más de la mitad de ellos eran canarios embarcados en los puertos de la Luz y Las Palmas, de Santa Cruz de Tenerife y, por último, de Santa Cruz de La Palma. Nada más zarpar del puerto palmero hacia tierras americanas, el Valbanera perdía uno de sus anclas. "Mal fario", comentaron algunos marineros.

Control sanitario

Precedido por una epidemia de gripe en el anterior viaje, la dirección del Valbanera había tomado cartas en el control sanitario de cada uno de los pasajeros. La travesía, larga por necesidad pues empleaba unas dos semanas en llegar a Puerto Rico, se veía a menudo afectada por las tormentas que habitualmente sacudían el océano en el mes de septiembre que conocemos como la época de los ciclones.

Al Valbanera le tocó también. Y esta vez saliendo de Santiago hacia La Habana. Muchos canarios, asustados por los embates de la mar que habían sufrido y por los rumores de un posible empeoramiento del tiempo, prefirieron continuar el viaje por tierra. Allí se produce un nuevo desarreglo con el número de canarios que continuaban a bordo. Porque muchos tenían pagado el pasaje hasta La Habana. Y porque, previamente, algunos de ellos habían cambiado su nombre o apellidos para evitar ser detenidos y enviados a filas, dado el conflicto existente en ese momento entre España y Marruecos.

Según contaban los supervivientes que descendieron en San Juan de Puerto Rico y luego en Santiago de Cuba, durante la travesía ya el mar se les había vuelto una masa difusa de color grisáceo que parecía dominar totalmente al buque y lo zarandeaba de un lado a otro, entre enormes olas de doce metros. Mucho se ha especulado lógicamente en torno a la desgracia que sufrieron el buque y sus ocupantes. Lo cierto es que la última señal recibida desde el barco fue para confirmar, literalmente, que se encontraban capeando el temporal. Eso fue el 9 de septiembre.

El día 10, con un ciclón tropical que se había convertido ya en un huracán, desaparecía definitivamente el Valbanera de todos los registros radiofónicos.

Hoy se habla ya, tras numerosos estudios últimos en torno al accidente, de una nueva hipótesis. La única que se conoce hasta el momento es la de que el barco pudiera haberse encontrado a las puertas mismas de la bahía de La Habana, pero que no pudo entrar a puerto por encontrarse cerrado a causa del temporal.

La fuerza del huracán

A partir de ahí ya no hay más explicaciones. En esas condiciones, es muy posible que el capitán del Valbanera diera orden de desplazarse a otra zona alejada lo más posible de la fuerza del huracán y especialmente de la línea de costa, evitando colisionar contra las rocas pues supondría una desgracia aún mayor.

Comienza entonces la búsqueda con patrulleras, tanto cubanas como estadounidenses. La ausencia de restos flotantes de posibles enseres procedentes del barco comenzó a alargar el proceso. Hablamos de un barco de 120 metros de eslora, con casi quinientas personas a bordo (488 oficialmente) de las cuales se desconocía todo en ese momento.

Sin más noticias del Valbanera, pasado el huracán, las autoridades cubanas, que esperaban la llegada del barco, comienzan a ponerse en contacto con los diferentes destinos a los que hubiera podido llegar el barco en esas condiciones. La Marina de Guerra Nacional de Cuba se movilizó de inmediato. La estación radiotelegráfica de La Habana había captado también la llamada efectuada por el vapor español a Key West. Varios buques que habían arribado al puerto de La Habana después del huracán declararon que habían captado débiles llamadas del Valbanera. Esto desató un sinfín de rumores en toda la isla. El día 16, una semana después de la supuesta aparición del buque en el Castillo del Morro, la prensa cubana comenzó a preguntarse por qué el Valbanera no daba señales de vida.

Dos días antes, una flotilla de cañoneros cubanos había zarpado de sus bases para evaluar los daños causados por el ciclón en la costa y para buscar al Valbanera. Los cañoneros Yara, Patriz, Martí y Maceo barrieron la costa norte de Cuba y todos los cayos de la zona. También el US Coast Guard y unidades navales estacionadas en Key West iniciaron la búsqueda del vapor español. Desde la Gran Inagua hasta el Cabo de San Antonio. Desde La Habana a Cabo Sable. Toda la línea de los cayos de Florida, desde Cayo Matecumbre hasta Key West o Cayo Hueso, si se prefiere. Y el Valbanera no aparecía. Finalmente se rastreó el área de los cayos más occidentales, el canal del suroeste situado entre Man Woman Key y el Bajo de Satán, los Cayos Marquesas, Coalbing Rock, Cosgrove Shoal... Todo sin resultado.

Sin noticias del 'Valbanera'

El día 18, nueve días después de la presunta aparición del Valbanera ante La Habana, regresa a su base el Isabela de Sagua el cañonero Yara. Su comandante, el capitán de corbeta Díaz de Gallego, presenta a sus superiores un informe en el que detalla que no hay noticias del Valbanera, que nada indica ningún desastre y que había recogido y ayudado a sobrevivir a un grupo de personas que sufrieron las inclemencias más fuertes de la tormenta y que lo habían perdido todo y no habían bebido agua alguna durante días.

El rastreo había durado ya diez días, cuando en la zona conocida como Bajo de la Media Luna, desde el pequeño cazasubmarinos de la US Navy US SC 203, a punto ya de dar por finalizada la búsqueda del trasatlántico durante ese día y regresar a Key West, con los hombres cansados y con los ojos inyectados en sangre de tanto otear el horizonte con los prismáticos bajo la luz de un sol cegador, descubren de pronto a proa algo que sobresale del agua.

Lo que vio el comandante del buque le dejó atónito. Al final de la zona límite de ese área de arenas movedizas con una capacidad enorme de succión, sobresalía un palo del agua. El oficial puso avante a toda máquina hacia el lugar. Y según se iban aproximando comenzaron a distinguir bajo las cristalinas aguas del Caribe una enorme sombra negra, los restos sumergidos de un gran vapor.

En realidad se trataba de dos palos, distantes entre sí unos cien metros, más bien las dos grúas o pescantes de proa y popa. El comandante se enfundó su traje de buzo, acudiendo en un bote auxiliar sobre el Valbanera. Y él mismo, conduciéndose sobre la barandilla de babor, confirma alejando un poco su cabeza, que en las letras de bronce que ve brillar se lee el nombre de Valbanera. No quedaba lugar a dudas. El comandante se lo confirmaba a los tripulantes. Se trataba del buque desaparecido que venían buscando hacía diez días. Lentamente comienzan a remar sobre el gigantesco casco hundido en dirección al palo de popa.

Hundimiento instantáneo

Comprueban extrañados que no se había hecho ningún esfuerzo por arriar los botes salvavidas. El hundimiento debió producirse de forma casi instantánea. El comandante piensa que el buque pudo embarrancar en las arenas movedizas y en pocos minutos la succión acabó de hundirlo. Debió ser un auténtico un horror, pensó el oficial. El casco está entero, no hay roturas ni daños estructurales. Todas las escotillas, puertos y portillos están perfectamente cerrados.

Durante el corto trayecto los marinos americanos comprueban extrañados y sobrecogidos que nada flota en la superficie. No hay trozos de madera o restos de la carga u otros objetos que suelen quedar flotando en torno a los buques hundidos. Tampoco flota ningún cuerpo. El mar está absolutamente limpio. Pero hasta el buceador que usaba la escafandra metálica para identificar el estado del barco, pasaría también por un mal trago. Un sencillo golpe de mar le cortó la manguera del aire y a punto estuvo también de morir en el intento. A esta guardacostas se le sumaría en breve otra más que patrullaba la zona con la misma intención, regresando ambas juntas a su base de Key West para dar información del hallazgo.

A todos los rincones

Rápidamente se telegrafía a todos los rincones del mundo la noticia. La Lloyd's List del día 20 se recoge también el suceso, dando cuenta de que no hay rastro alguno de los pasajeros. Los días 20 y 21, el cónsul de Cuba en Key West, Domingo Milord, y el comandante del Séptimo Distrito Naval, Contraalmirante Decker, regresaron una vez con el US SC 203 para inspeccionar los restos del Valbanera. El oficial enviaría luego un telegrama estremecedor que lejos de dispar las incógnitas, contribuyó a aumentar el misterio en torno a la tragedia.

Se extrañaba de no haber encontrado resto alguno flotando y confirmaba no sólo que algunas comunicaciones por radio se contradecían sino que había sido encontrado un cráneo humano. Ninguno de estos hechos y otros más son actualmente verificables a partir del informe del oficial norteamericano. Sencillamente porque dicho informe parece haber desaparecido. Más misterio, casi imposible. Lo del Valbanera es así.

Un ciclón tropical que se había convertido en huracán hacía desaparecer el buque el 10 de septiembre de todos los registros de radio

Patrulleras cubanas y norteamericanas comenzaron la búsqueda pero la ausencia de restos empezó a alargar el proceso

El rastreo ya había durado diez días hasta que un cazasubmarinos localizó en las aguas del Caribe los restos del gran vapor