Antiguamente, los agricultores y ganaderos canarios recogían pinocha de los montes para sus labores. Los usos eran muy diversos: abono, alimento y cama de animales o acolchado para que no saliera hierba en el suelo. Se producía así una simbiosis: el hombre mantenía limpio el suelo de los bosques y estos proporcionaban recursos necesarios para las labores agroganaderas. Sin embargo, en Tenerife, a partir de 1998, la recogida de se reguló con la intención de preservar el entorno, pues la hoja seca del pino juega un papel fundamental en el ecosistema. Sirve como alimento y refugio de animales. De hecho, en ciertas zonas es determinante para la supervivencia de especies en peligro de extinción. Además ayuda a mantener la humedad del suelo, evita la erosión y sirve como nutriente para las plantas.

La recolecta de las hojas secas de pino se gestiona a través del Plan Anual de Aprovechamientos Forestales en los Montes Públicos. Entre otras cosas se establecen los lugares, las cantidades, el coste o las normas que hay que seguir en la recogida. El plan también define los perfiles de personas que pueden recoger pinocha. Por un lado, los pinocheros profesionales, que la destinan a la venta. La forma de adquirir la autorización es a través de una subasta; es decir, el mejor postor paga. Por otro lado, están los aprovechamientos vecinales. En estos casos, los cabildos prevén ciertas cantidades para el uso directo de las personas sin coste alguno. La gestión de los aprovechamientos vecinales está transferida a los ayuntamientos.

Sobre el papel todo es perfecto, pero en la práctica surgen ciertos problemas. El margen entre lo que pagan los pinocheros por la autorización y el precio de venta al público es muy bajo, por lo que muchas de estas adjudicaciones se quedan sin conceder. Por otro lado, los agricultores y ganaderos no están acostumbrados a la carga burocrática que supone adquirir una autorización de aprovechamiento vecinal y prefieren comprar sustitutos de la pinocha más baratos como el serrín. Se hace necesaria una solución que ayude a mantener limpios los montes sin dañar el ecosistema, fomentando la recogida de pinocha con otras fórmulas. El marco actual, sin embargo, espanta la recogida y hace que se acumule cerca de carreteras, caminos y fincas.