Llegar a convertirse en el faraón del ocio en torno a la chic e imponente Puerta de Alcalá de Madrid no ha sido un camino de rosas sin espinas, pero Jorge Ramses Llovet Tarodo lo ha conseguido y allí mismo la despampanante Monica Bellucci acaba de asistir a la apertura de Patio de Leones, el último negocio gastronómico de este original empresario que iba para cura, pero que cambió el púlpito y el confesionario por la noche. Hace más de 20 años revolucionó las fiestas de Nochevieja en la capital, inventó después divertidos saraos para estudiantes extranjeros y copa ahora el ala noroeste de la Plaza de la Independencia, donde gestiona, además de la glamurosa taberna inaugurada por la estrella italiana, el emblemático y selecto Ramses, decorado por Phillippe Starck, y un club privado al que ha bautizado como The Kafe.

"Me gusta pensar a lo grande", proclama Llovet (Madrid, 1972) mientras contempla a la gente haciendo cola para ocupar las mesas de las terrazas a pie de calle y disfrutar de un atardecer inolvidable con una de las entradas al parque del Retiro como fondo.

La vocación sacerdotal surgió en Jorge Llovet cuando apenas contaba 11 años. "Me fui de ejercicios espirituales al Monasterio de la Vid de Burgos", rememora, "pero a los 16 me enamoré de una compañera de clase y me di cuenta que lo mío no eran las sotanas", añade resignado este emprendedor que tras trabajar como repartidor de pizzas se lio la manta a la cabeza y se marchó a Estados Unidos por el inglés. Quería ser camarero y tras varios intentos fallidos acabó trabajando cuando era aún menor de edad en el Leonardo da Vinci de Washington, uno de los restaurantes italianos con más renombre mundial.

A los 19 años regresó a España para estudiar marketing en la Escuela de Negocios y Centro Universitario (ESIC). "Me propuse desde ese momento crear necesidades a los demás y ofrecerles soluciones para esas necesidades", a la vez que apostó por organizar fiestas multitudinarias de Nochevieja para los jóvenes. "En aquellos años era la única noche en la que se salía" y Llovet alquilaba hoteles de Madrid para alojar a unos 30.000 muchachos de entre 18 y 21 años. "Era una locura ver a tanta gente en diferentes locales agolpados en la barra donde se servían las copas", recuerda al referirse a la empresa que se convirtió en la más potente de Europa en la organización de fiestas para despedir el año.

Las vacas flacas

Pero en 2000 llegaron las vacas flacas, cuando los hoteles se aprestaron a subir los precios y se vio obligado a cabalgar esa ola que encareció súbitamente las entradas con la pérdida de un plumazo de más de 12 millones de euros como consecuencia más inmediata. "La verdad es que no renuncio a uno solo de mis fracasos", reconoce humilde y convencido de que aprender de los errores engrandece a las personas.

Comenzó entonces a trabajar en la Cervecería Internacional, un disco-pub de tres plantas, donde hacía fiestas para universitarios extranjeros. "Se ligaba mucho porque los chicos iban a conocer a las estudiantes que venían a Madrid", comenta irónico sin perder de vista el lugar donde nació su primer negocio gastronómico en 1996, un pequeño bar, el Independencia, en los bajos del hotel Hospes, pero a los tres meses de su compra comprendió que aquello era una ruina absoluta. "Me gusta arriesgar y lo hago con pasión y emoción".

Ante semejante quiebra, a Llovet se le encendió la bombilla y decidió vender los ventanales y los lineales de la barra a las marcas de bebida de moda. El negocio comenzó entonces a funcionar y el empresario decidió abrir 20 horas al día para ofrecer a un precio asequible desayunos, comidas y copas. "Ese barecito fue el germen low-cost de Ramses", un negocio todo terreno que acabó levantando el vuelo para atraer a la clientela más selecta. El edificio permaneció cerrado tres años mientras Llovet viajaba por el mundo para visitar más de 7.000 locales de ocio y aclarar su mente inquieta y creativa. "De repente me enamoré de los diseños de Phillippe Starck, de su loco mundo clásico", enfatiza mientras se le enciende la mirada al evocar la agradable sensación que tuvo al llegar al Hotel Faena de Buenos Aires decorado por Starck. Esa fue la semilla de la operación que embarcó al diseñador parisino en la aventura de Ramses.

8.000 personas

Mientras tanto, Llovet había abierto en el aparcamiento de la estación de Atocha un club al aire libre, Ananda, por el que pasaban cada noche hasta 8.000 personas, entre ellas asiduos como David Beckham o Tom Cruise. Lo cerró en 2009 por una expropiación de Adif que decidió colocar allí una de las puertas de acceso a la estación. Y como las penas no suelen llegar solas, la crisis económica no tardó en hacer acto de presencia junto a unas molestas obras de mejora en el barrio de Salamanca que asfixiaron a un buen número de empresarios.

"Me volví a arruinar en 2010 cuando el consumo cayó por los suelos, así que decidí seguir luchando para tratar de remontar derrochando mucha paciencia", admite. En vez de venirse abajo, Llovet siguió alquilando plantas del edificio de Ramses cuando la gente abandonaba el barrio y hoy día dispone de cuatro por las que abona cada mes un dineral que se resiste a revelar. Al mejorar la situación a partir de 2013 no quiso quedarse de brazos cruzados "porque tirar la toalla nunca debe ser una opción" y adquirió Patio de Leones, una glamurosa taberna en la esquina de la calle Serrano diseñada por Sergio Mora que ha dejado boquiabierta a la diva Bellucci.