Julián, sentado en el muro de la avenida marítima de Las Palmas de Gran Canaria y con el móvil en mano, aguarda la llegada de los aviones anfibios Canadair que pasan a recargar agua en la bahía de la capital. "Estoy esperando a que lleguen para poder grabarlos por mí mismo, porque los vídeos que tengo me los han pasado", cuenta este jubilado de "casi 70 años". Es la primera vez que los ve, por lo que quiere conseguir el mejor ángulo y perspectiva. "He visto pasar dos, pero quiero cogerlos justo desde el momento en que asoman por los edificios", explica con entusiasmo, al tiempo que añade que "lo que están haciendo es increíble".

Muy distinta es la estampa de Julián el pasado fin de semana, cuando vivía con nerviosismo el avance de las llamas en Moya, cuando comprendía que el incendio que está asolando Gran Canaria podían alcanzar la casa de campo que tiene en El Tablero. Cuenta que él se encontraba en la capital, donde reside habitualmente, pero su hermana, que "estaba arriba", tuvo que ser desalojada. Fue una de las más de 100 personas de cinco núcleos de población moyenses que fueron evacuadas durante el pasado domingo.

"A uno le dan ganas de llorar con estas cosas. Lo que está pasando es increíble. Yo aún no me lo creo", lamenta al recordar el fuego, del que no recuerda uno igual "salvo el que tuvimos hace ya años que quemó un montón de monte". Se refiere al incendio provocado a finales de julio de 2007 y que tuvo a la Isla en vilo durante seis largos días. En aquel entonces, más de 20.000 hectáreas fueron calcinadas, un tercio de la masa forestal de Gran Canaria. El que sufrimos ahora, ya se ha cobrado 12.000 hectáreas, según los datos manejados al mediodía de ayer por el Gobierno Autonómico, y ha obligado a la evacuación de alrededor de 10.000 vecinos.

Julián es una de las decenas de personas que se han ido acercado hasta la avenida marítima a ver cómo los cuatro hidroaviones que están actuando en las labores de control y extinción del incendio cargan con agua sus depósitos. Las expresiones de la gente cuando las aeronaves amerizan y comienzan a recargar para después volver a levantar el vuelo se mueven entre el asombro y la admiración. Es una especie de espectáculo o suerte de exhibición aérea que parece no querer perderse nadie, aunque lo que les mueva sea la simple curiosidad.

"Tengo curiosidad por ver cómo son los hidroaviones y cómo hacen estas maniobras", asegura Azahara Almeida, de 23 años, mientras observa dos de las aeronaves que emprendían el vuelo de vuelta al fuego. "Lo que están haciendo para apagar el incendio es increíble", recalca. La joven, que ha ido de voluntaria a ayudar a los evacuados en Moya, admira el trabajo de los efectivos desplegados pero se cuestiona la falta de colaboración por parte de algunas personas. "Mucha gente se desplaza hasta las zonas afectadas para noveleriar y no se dan cuenta de que están poniendo en peligro sus vidas y las de quienes nos protegen", reflexiona.

Gabriel, de 12 años, es un amante de los aviones que, "cada dos por tres va al aeropuerto a verlos despegar y aterrizar", cuenta su madre Rosa. Por ello, cuando ella y su pareja le propusieron a su hijo "ver los hidroaviones de cerca", no se lo pensó dos veces. El chico está maravillado, tanto que lleva una media hora en la avenida marítima y su familia tiene previsto quedarse una hora más contemplando el espectáculo. "Me está impresionando mucho lo que hacen para recoger el agua", asegura el adolescente. "Los pilotos son unos valientes y unos héroes", afirma su madre.

"Estamos flipando con el cariño de la Isla". Así se expresó en Instagram ayer Fernando Adrados, piloto de uno de los aviones anfibios Canadair, que estos días ayuda a extinguir el incendio. "En los años que llevo en el #43grupo nunca había visto a gente tan volcada con nosotros, tantos GRACIAS gigantes escritos en las playas y azoteas ni tantos comentarios y mensajes en las redes sociales", asegura. "Mola que se vea que el Ejército está para ayudar, siempre fue así, aunque en nosotros sea aún más visible", agregó. "Aunque nosotros estamos sin parar, hay mucha gente ahí abajo, que sale menos en los vídeos, porque no sobrevuelan la ciudad y el puerto, que también se está jugando mucho la vida por #GranCanaria. A todos ellos mi reconocimiento y respeto. Y a vosotros, gracias".