"La caza es un placer de ida y vuelta. Durante seis días de la semana el hombre se carga de razones para abandonar por unas horas los convencionalismos sociales, la rutina cotidiana, lo previsible. Al séptimo día, se satura de oxígeno y libertad, se enfrenta con lo imprevisto, experimenta la ilusión de crear su propia suerte?, pero al mismo tiempo se fatiga, sufre de sed, de hambre o de frío?". La afirmación, una de tantas, es del reconocido escritor y cazador español Miguel Delibes. A ella habría que añadir que la caza, más que una afición, es una pasión.

Sobra decir que de ambas habrá múltiples opiniones. Pero también está de más afirmar que al que le guste la caza se verá reflejado en ellas.

Desde el pasado domingo, 4 de agosto, más de 4.000 tinerfeños disfrutan del levantamiento de la veda en la Isla. Este año, a diferencia de otros, los calendarios han sido dispares. Tanto que en islas como Fuerteventura ni siquiera se ha permitido la caza como tal, sino que se ha autorizado a que se suelten los perros para capturar ardillas morunas o animales asilvestrados. ¿La razón? La escasez de piezas para las dos modalidades que más se practican en las Islas: la caza del conejo con podenco y hurón y la de la perdiz con perro de muestra y escopeta.

La cacería en el Archipiélago la practican en estos momentos alrededor de 15.000 personas. En la actualidad, es la tercera federación con más licencias, solo superada por el fútbol y el baloncesto. La cifra, por cuestiones como las citadas, ha disminuido con el paso de los años. La ilusión, sin embargo, se mantiene entre los que salen al campo, aunque la situación de este no sea la esperada.

La pregunta de siempre

Tratar de explicar la manida pregunta de por qué te gusta la caza podría llevar mucho tiempo. Y tampoco queda claro que las respuestas de los cazadores convenzan a quien la hace. Lo único cierto es que quien la practica sabe que el cosquilleo que se siente ante la llegada de una nueva temporada o de una nueva jornada es difícil de describir.

Por tradición familiar, como sucede en la mayoría de los casos o, por otras razones, el simple hecho de prepararse para afrontar el día de caza debe generar esa pequeña tensión de la novedad. Y el que no la sienta debería replantearse su afición. Cada jornada es distinta, cada día es diferente, no hay jornada de caza que se repita.

El Día acompañó hace unos días a dos de las cuadrillas que salieron al campo. Una buscaba conejos con perro y hurón y la otra, perdices con perros de muestra. Los resultados fueron lo de menos. Solo era cuestión de comprobar que la caza es algo más que el número.

Pasado el cosquilleo de la noche anterior, ese que se deposita en el estómago, sobre todo de aquellos más jóvenes, y con la mochila al completo, la madrugada solo se notó en la hora del reloj. Había que aprovechar las horas más frescas para los perros, porque la jornada fue más calurosa de lo habitual.

En ocasiones, hasta el trayecto en coche puede ser importante. Hay que planificar hacia dónde se va, si hay agua para los animales, si el terreno tiene las condiciones adecuadas para el día. Luego, puede que, desde el primer minuto, el plan sea completamente distinto. Y los motivos pueden ser muchos. Desde que haya otros cazadores en la zona hasta que los rastros de las piezas sean escasos. En resumen, la realidad de la jornada de caza.

De momento, en las Islas no está permitido el uso de la escopeta para la caza de la perdiz. Será a partir del 15 de septiembre. Por eso, la cuadrilla de pluma disfrutó de las pocas muestras que hicieron sus perros. Ya llegará el momento de darles su recompensa en forma de pieza abatida. O no, que muchas se fallan y quedan para otro día.

Sí pudieron hacer alguna captura los practicantes de la modalidad de perro y hurón. Sin necesidad de armas de fuego, los podencos canarios poseen cualidades suficientes para coger algún conejo al diente. La armonía a la que puede llegar un grupo de estos perros mientras espera por la arrancada del pequeño roedor escondido (encerrado en el argot de la cacería) en una morada es otra de las bellezas de esta parte de la caza.

La caza del futuro

Luego llegará la carrera en los ásperos volcanes de las Islas o entre las pencas de los cercados. Y si se coge, bien; si no, otro que quedará para la siguiente jornada. Esa es -o debe ser- la filosofía de la caza y la educación que se debería inculcar a niños como Fran, uno de tantos jóvenes que ya va conociendo las leyes del campo: si lo cuidas, lo tienes.

Como él son cientos los menores de edad que se van formando en una cacería -como se dice en las Islas- diferente a la que disfrutaron sus padres o abuelos: menos piezas y más cuidado de los animales, aunque con igual pasión e ilusión.

De ellos depende que el futuro de la actividad cinegética, puesta en duda por una sociedad urbanita en crecimiento y cuyas ideas chocan, en ocasiones, con la realidad del campo, se mantenga, aunque adaptada a una nueva realidad.

Menos conejos por las enfermedades

Desde hace casi dos décadas, el conejo, en otras épocas un roedor muy abundante, se ha visto afectado en Canarias -también en otros territorios de España- por dos enfermedades que han mermado su población: la mixomatosis y la neumonía hemorrágica vírica.

La primera de ellas, que ahora afecta también en territorio peninsular a la liebre, está caracterizada por tumefacciones en la piel y membranas, particularmente en la cabeza y los genitales. Suele evolucionar a conjuntivitis aguda y a ceguera, a veces.

El conejo se vuelve apático, pierde apetito y desarrolla la fiebre. En los casos típicos donde el animal no tiene resistencia, la muerte acontece en 13 días, de media.

La hemorragia vírica es una afección de origen vírico-infeccioso. En algunos lugares, el descenso del número de conejos por las consecuencias de estas afecciones ha sido tan elevado que han impedido la caza. En otros se han hecho repoblaciones con conejos capturados en otras zonas o criados en cautividad. Sin embargo, estas operaciones no siempre han dado los resultados esperados, pues las vacunas diseñadas para luchar contra estas dos patologías no han sido todo lo efectivas que se esperaba.

En algunos puntos de la Península se ha conseguido aumentar y estabilizar poblaciones de conejos, pero con una dedicación a la causa muy difícil de llevar a cabo en Canarias por las características del territorio y por la prohibición que existe de soltar estos animales.

Calendarios distintos

La controversia de este año en Canarias ha estado motivada por los distintos calendarios aprobados en las Islas. Aunque en ediciones anteriores había cierta armonía, la realidad del campo en cada una de ellas ha llevado a que, por ejemplo, en Fuerteventura se prohíba la caza del conejo y la perdiz este año; en Gran Canaria arrancará la actividad el 18 de agosto; en Lanzarote solo se cazará el conejo; y en La Gomera se permitirá la caza de la perdiz con escopeta solo unos días determinados. Aunque sobre esta última opción aún existen dudas. Esto ha generado cierta inquietud entre los cazadores de Tenerife, que temen una mayor afluencia de compañeros de otras Islas.