Tal día como ayer, un 10 de agosto de 1519, zarparon del puerto de Las Muelas (Sevilla) cinco naves con 265 hombres al mando del portugués Fernando de Magallanes, con Juan Sebastián Elcano de lugarteniente o maestre (Guetaria 1476-océano Pacífico 1526). La aventura fue avalada por el rey Carlos I con el objetivo de alcanzar las Molucas por el oeste, y no por el este como lo habían hecho ya antes los portugueses. El interés de la singladura era puramente crematístico. Dominar el Archipiélago de las especias, valoradas como el oro vegetal de la época y codiciadas por las potencias de entonces en una atmósfera de dura rivalidad, particularmente entre España y Portugal.

Tras el asesinato de Magallanes en un enfrentamiento con los aguerridos nativos de las Marianas, en el Pacífico, Juan Sebastián Elcano se convertiría en el jefe de la expedición marítima. La peripecia marinera, de la que ayer se cumplieron 500 años de su inicio, concluyó tres años después arribando al puerto de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz). Solo la nao Victoria, con 18 hombres, consiguió regresar y culminar la primera vuelta al mundo al mando de Elcano. Las otras cuatro sufrieron diversos avatares e infortunios que les impidió seguir.

En esta ocasión, una vez más Canarias, como antes había sucedido con el descubrimiento de un Nuevo Mundo por Colón, y siglos después con la llegada del primer hombre a la Luna, jugó su baza de enclave estratégico trascendental para el éxito de un reto de dimensión universal.

La flota liderada por Magallanes, primero, y por Elcano más tarde, hizo escala en Canarias a la ida (dieciséis días después de salir de Sevilla) . A la vuelta se acercaría sólo la única nave que superó todas las vicisitudes, la Victoria, según cuenta el italiano Francesco Antonio Pigafetta, autor del diario de abordo. Informa que las naves se aprovisionaron aquí de leña, agua y víveres. No obstante, el relator de la histórica travesía denota en su escrito limitados o confusos conocimientos de la geografía canaria.

La mayoría de los historiadores coinciden en atribuir a la obstinación o tenacidad, valor y audacia de Juan Sebastián Elcano la circunnavegación que hizo con sus hombres para cerrar la primera vuelta al mundo por mar. Muerto Magallanes ordenó a las dos naves que le quedaban que persistieran rumbo al oeste y "no desandar lo andado" para volver a España. Así pudo avistar luego su objetivo, las Molucas, para cargar de clavo y otras especias sus bodegas, y emprender con urgencia el regreso, tras conocer que los portugueses le buscaban para abortar su regreso. Su intuición y pericia como marinero vasco avezado en el bravo Cantábrico de su Guetaria natal le ayudaron a sortear el peligro luso y otras adversidades para terminar arribando a España el 6 de septiembre de 1522.