La policía nacional localizó ayer a 6 de los 14 inmigrantes que permanecían desaparecidos desde el sábado, cuando se produjo un intento de fuga de un total de 24 inmigrantes en el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Hoya Fría, en Santa Cruz de Tenerife. Ya el mismo sábado fueron localizados y devueltos al CIE 10 de los 24 inmigrantes, a los que se suman los 6 de ayer. La policía sigue buscando a ocho, que permanecen en paradero desconocido.

Hoy se mantendrá por cuarto día consecutivo el dispositivo de búsqueda de las personas huidas. "Y será así hasta que todos sean reintegrados". Las fuentes insistieron en que los inmigrantes se encontraban en el centro por una infracción administrativa pero no por la comisión de ningún delito. La mayoría de los que intentaron darse a la fuga son jóvenes saharauis.

Los CIE son centros públicos del Ministerio del Interior, bajo custodia del Cuerpo Nacional de Policía, donde se retiene a las personas que se encuentran en una situación administrativa irregular, por un periodo máximo de 60 días.

El centro de Hoya Fría abrió sus puertas en 2003 y tiene capacidad para unas 250 plazas. El complejo está custodiado por una treintena de agentes. Después del cierre de los de Barranco Seco (Gran Canaria) y El Matorral (Fuerteventura), es el único abierto en Canarias. Los protocolos marcan la llegada y la vida en el centro. Así, una vez realizada la recepción, cada persona que ingresa recibe dos mantas y un kit de aseo para su higiene diaria. El personal muestra luego las instalaciones y la localización de los espacios comunes de los que pueden hacer uso, entre ellos las duchas. En Hoya Fría, de lunes a viernes los internos disponen de servicio médico, con un seguimiento diario en los casos así determinados. Y de la limpieza integral del CIE se hace cargo una empresa externa.

La ley dice que son "establecimientos de carácter no penitenciario", ya que los inmigrantes no están allí para cumplir ninguna pena. Pero quien los ha visitado encuentra paralelismos con una cárcel. Puertas metálicas que se cierran tras pasar, espacios fríos, habitaciones -con literas, baldas y un inodoro- en forma de celdas en torno a amplios pasillos? En Hoya Fría hay que añadir a la entrada un gran muro de cuatro metros de alto con verja y garita, así como un patio interior equivalente a dos canchas de baloncesto. No es una cárcel, pero se le parece bastante.

El repunte de pateras ha vuelto a llenar Hoya Fría. No del todo pero mucho respecto a años anteriores. Con más magrebíes, sobre todo saharauis, que subsaharianos. Mientras en otros centros como el de Aluche, en Madrid, se han producido motines y acontecimientos similares, esta fuga del sábado es el primer episodio en Hoya Fría. No hay precedentes.

"Cada sábado igual: sin ropa adecuada, con poca comida..."

Cruz Roja y Cáritas Diocesana mantienen grupos de apoyo regulares a las personas ocupantes del CIE de Hoya Fría. Formados por profesionales y voluntarios dentro de sus departamentos de migraciones. Este es el testimonio de una voluntaria de Cáritas: "Desde hace casi dos años, un grupo de personas estamos yendo semanalmente al CIE de Hoya Fría. Puedo decir que el primer día que fui iba intranquila, nunca había estado en un centro de internamiento, no sabíamos muy bien qué hacer ni cómo seríamos recibidos. La realidad fue que no tuvimos que hacer nada especial. En ese momento había en torno a 30 o 40 personas, la mayoría de Senegal. Nos presentamos diciendo que éramos voluntarios y voluntarias de Cáritas, que estábamos allí para escucharlos y ver qué necesidades tenían. La respuesta fue una gran sonrisa y el agradecimiento de aquellos que no teniendo nada son capaces de dar aún lo que no tienen. Pero la realidad es que, a lo largo de este tiempo hemos ido viendo que la situación de estas personas que en los últimos meses se amontonan, porque ellos aumentan y el espacio no, es cada vez peor. Cada sábado nos encontramos con los mismos problemas: no tienen ropa adecuada, no han podido hablar con sus abogados, la comida es escasa?, y nosotros lo vivimos con una gran impotencia. A pesar de ello, creemos que poder verlos y saber de sus necesidades y anhelos es una forma de dar voz a los que no tienen voz, porque ¿quién se preocupa de ellos?".