"El ácido alfa lipoico está presente en alimentos como el brócoli, las espinacas o las vísceras. En realidad, no es necesario ingerir esta sustancia en una cantidad extra salvo que el sujeto padezca una patología que requiera esa aportación adicional", apostilla Maribel Ojeda, técnico superior en Nutrición. Siguiendo esta línea, la profesional se muestra contundente al garantizar que no recomienda el uso de termogénicos, "porque, en realidad, no son esenciales". A esto cabe sumarle que los beneficios para la salud "no están demostrados científicamente", y sin embargo, los efectos contraproducentes "son muy notables". De hecho, están completamente contraindicados "para las personas que padezcan enfermedades cardíacas", anota Ojeda.

Los quemagrasas o termogénicos son sustancias que, como su propio nombre indica, se caracterizan por su capacidad para acelerar el metabolismo y hacer más efectiva la pérdida de grasa. Son muchas las personas que recurren a este tipo de suplementos nutricionales para perder peso de una forma más rápida, sobre todo en el transcurso de los meses más próximos al verano. Sin embargo, no todas son conscientes de las consecuencias que pueden acarrear para la salud, y más aún cuando la ingesta se realiza en exceso y sin ningún tipo de control. "Los termogénicos más conocidos son la cafeína, la teína y el ácido alfa lipoico, pero no soy partidario del consumo de complementos que contengan estas sustancias" explica Camilo Álvarez, graduado en Nutrición y Dietética y especialista en nutrición deportiva, que ejerce su actividad en el sur de la Isla.

Lo cierto es que fue esta última la que despertó una gran inquietud en el conjunto del territorio nacional desde que el pasado 19 de julio se hiciese público el fallecimiento de una joven extremeña de 28 años, que al parecer, ingirió una elevada dosis de esta sustancia que derivó en un fallo multiorgánico. "Estamos ante un ácido que no es esencial, y por tanto, lo produce el propio organismo. Esto quiere decir que no necesitamos tomarlo como suplemento, si bien es cierto que está presente en muchos alimentos que consumimos habitualmente como pueden ser las coles, las espinacas, los cereales integrales o el hígado de vaca, ternera o buey", aclara el especialista.

Cabe resaltar que un nutrido grupo de endocrinos del país no tardó en mostrar su rechazo hacia este suplemento tras conocer el suceso. De hecho, la Sociedad Española de Endocrinología (SEEN) argumentó que no existe evidencia científica que secunde que el ácido alfa lipoico "tenga efectos beneficiosos para la salud", al tiempo que advirtió de que la estructura química de esta sustancia "es diferente cuando se presenta de forma natural en los alimentos". Siguiendo esta línea, Álvarez resalta que el consumo del citado ácido a modo de complemento está "desaconsejado", por producir un aumento del ritmo cardíaco e incrementar también los niveles de presión arterial. "Particularmente, me opongo a su uso, especialmente en individuos que han desarrollado patologías previas. Hay que tener en cuenta que el corazón se somete a una sobreestimulación y las personas que manifiestan predisposición genética al desarrollo de enfermedades cardiovasculares pueden sufrir un fallo cardíaco", anota el experto en nutrición deportiva.

Haciendo hincapié en las funciones que asume el ácido lipoico, el profesional pone de relieve que es su capacidad antioxidante y reguladora de los niveles de glucosa en sangre las más destacadas. "Esto hace que disminuya también la acumulación de grasas, al tiempo que oxida las cadenas de ácidos grasos", señala Álvarez.

Asimismo, se muestra contundente al decir que no existe un consenso en lo que concierne a las dosis adecuadas, "pero lo habitual es una cantidad que oscila entre los 50 y los 100 miligramos al día, mientras que en pacientes diabéticos se puede llegar a alcanzar los 300 o 500 miligramo diarios", apostilla el nutricionista. "Los principales efectos secundarios que se han descrito al sobrepasar estas dosis -prosigue-pasan por calambres musculares, erupciones cutáneas, sensación de hormigueo en las manos y en los pies, cefaleas intensas, taquicardia, aumento de la presión arterial, y en casos más graves, la muerte del sujeto".

Pero eso no es todo y el peligro incrementa cuando la ingesta se combina con otros estimulantes como la cafeína o la taurina. "A excepción de la cafeína, muchas de estas sustancias carecen de estudios científicos que las respalden y pueden ocasionar múltiples inconvenientes", dice el experto en nutrición deportiva. Para después agregar que, "tampoco son recomendables los suplementos ricos en cafeína para aquellas personas que consumen una dieta muy baja en hidratos de carbono. Estos sujetos presentan reservas muy bajas de glucógeno -una sustancia que se acumula en el músculo- por lo que aumentar el ritmo metabólico representa un enorme esfuerzo para el organismo que no es saludable".

Teniendo en cuenta todo esto, el profesional reafirma su rechazo hacia los termogénicos, tras haber demostrado su capacidad para alterar el funcionamiento "normal" del metabolismo. "En el caso de recomendar alguno de estos compuestos a un paciente determinado, el más seguro y el más estudiado es la cafeína. Esto es común entre los deportistas, pero siempre en dosis muy controladas y haciendo un estudio previo muy completo del estado de salud del sujeto", valora Álvarez.

Detracción

Por su parte, la técnico superior en Nutrición Maribel Ojeda -que también desarrolla su actividad profesional en la Isla- secunda el rechazo hacia esta clase de componentes argumentando que los productos comercializados "generalmente están adulterados y no solo contienen un tipo de estimulante, por lo que en muchos casos resultan perjudiciales para la salud".

Por tanto, ambos profesionales coinciden al determinar que la forma más adecuada y saludable para perder peso consiste en llevar a cabo una dieta equilibrada y practicar ejercicio físico. "Se deben evitar los alimentos procesados y no hace falta realizar cambios drásticos en los hábitos de vida para lograr los objetivos", enfatiza Ojeda. Y añade que, "lo ideal es perder medio kilo de grasa a la semana, pero las personas tienden a demandar resultados rápidos, algo que ni es sano ni es correcto".

En este sentido, Camilo Álvarez cree que es fundamental "aprender a comer" para poder preservar los objetivos alcanzados. "Si al paciente no se le enseñan buenos hábitos, cuando abandone la dieta que está poniendo en práctica se va a producir lo que se conoce como efecto rebote. Por tanto, lo más importante es la educación alimentaria", recalca el nutricionista grancanario.

Asimismo, aboga por un aumento del consumo de frutas y vegetales y por una reducción de la ingesta de azúcares refinados. "No hay ninguna fruta prohibida, ni siquiera el plátano o el aguacate, que suelen ser las más temidas por todas las personas que desean bajar de peso", detalla el especialista en nutrición deportiva.

Un recurso innecesario