La Unesco acaba de declarar Patrimonio Cultural de la Humanidad el entorno de la yeguada más antigua del mundo, de origen español. La declaración supone inyectar un importante balón de oxígeno a los planes de Pardubice, capital de Bohemia del Este, para impulsar su economía en la región menos conocida de la República Checa, con el gancho turístico de la espectacular yeguada de Kladruby nad Labem, que cumple 440 años, cuyos caballos mantienen su clásica fisonomía tan admirada en el barroco.

Los alegóricos carteles del pintor modernista Alfons Mucha y las figuras de dos de sus grandes compositores, Bohusalv Martinu y Bedrich Smetana, oriundos de la zona, engrandecen también este territorio situado a escasos 50 minutos en tren de la imponente y turística Praga donde desde el siglo XVI los carmelitas guardan no sin avatares de todo tipo el Niño Jesús de Praga llevado a la Bohemia de los Habsburgo por la duquesa castellana María Manrique de Lara.

A 25 kilómetros de Pardubice, en Kladruby nad Labem, vive la yeguada más grande y antigua del mundo, el único monumento nacional vivo de la República Checa que en su origen perteneció a los señores de Pernstein. Las deudas familiares obligaron a estos nobles a vender sus caballos a los Habsburgo. Maximiliano I, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y abuelo de Carlos I de España, pobló los establos de las razas españolas e italianas. El emperador Rodolfo II, hijo de Maximiliano II, convirtió en 1579 la yeguada, que visitó el Rey Felipe VI en 1992, en estatal y Carlos V no se cansó de enviar a su hermano Fernando ejemplares tanto de España como de Nápoles para garantizar la calidad de estos animales en su mayoría de pelaje blanco, de cara abombada, grandes ojos y cuello largo y fuerte. Con la caída del imperio austro-húngaro, los caballos pasaron a manos de la extinta Checoslovaquia y hoy pertenecen al estado checo tras el divorcio de terciopelo de 1993 entre Chequia y Eslovaquia.

Los señores de Pernstein

"Mantienen la misma fisionomía de los caballos que se estilaban en el barroco", insiste Matej Kopeccky, uno de los guardianes de los establos, mientras cuida de los más de 250 equinos dedicados al enganche de carruajes que aún se utilizan en las cortes de Suecia, Dinamarca y Reino Unido. La emperatriz Sisi empleaba estos equinos para sus cacerías de ciervos.

Recorrer las calles de Pardubice, a 120 kilómetros de Praga, 275 de Viena y 370 de la frontera polaca, supone adentrase en el territorio que fue propiedad de los acaudalados señores de Pernstein, noble familia con la que emparentó María Manrique de Lara, camarera de la esposa de Carlos V, la emperatriz Isabel de Portugal, al contraer matrimonio con el canciller Vratislao de Pernestáno-Pernstein. El majestuoso palacio de estos nobles, una joya del gótico tardío y del renacimiento temprano, se alza ahora como museo de Bohemia del Este a escasos metros del centro histórico de la ciudad que da la bienvenida a los visitantes con su Puerta Verde.

"Se trata del palacio mejor conservado de Centroeuropa", presume la guía checa Lucie Ondackov al ensalzar la indudable belleza de esta ciudad fundada en el siglo XIV sobre los restos de un monasterio del siglo XIII en la confluencia de los ríos Elba y Chrudimka.

La renacentista Puerta Verde, una torre de 60 metros, mantiene en su frontal la leyenda del escudo de armas de los Pernstein: la mitad de un caballo blanco con un freno de oro en fondo rojo.

El amor por los caballos en la región la ha convertido en una Meca obligada para los amantes de la hípica que encuentran en su hipódromo, de 1864, el obstáculo mundial más difícil de superar. Los jinetes más avezados, entre ellos la princesa Ana de Inglaterra, han tenido que saltar el foso Taxis, una zanja de nueve metros que pocos caballos logran sortear. El Gran Premio de Pardubice es el más antiguo de Chequia.

La Unesco ya ha puesto también sus ojos en el Museo de las Culturas de Marionetas de Chrudim cuya plaza principal coronada por la iglesia de la Ascensión de la Virgen preside una de las múltiples columnas de la peste levantadas en Centroeuropa en la época del barroco para agradecer a Dios no haber muerto en aquella epidemia o para recordar a los fallecidos. El originalísimo museo de los títeres fundado en 1972 está a escasos dos minutos a pie del museo regional donde se guardan como oro en paño los carteles elaborados para la Exposición Universal de París (1889) por el modernista y máximo exponente del Art Nouveau, Alfons Mucha, casado con una mujer de la ciudad.

Martinu y Smetana

Policka, en la frontera de Bohemia y Moravia, mantiene en pie las murallas medievales mejor conservadas de Centroeuropa con 19 torres, un impresionante ayuntamiento barroco, una columna de la peste, la estatua de Juan Nepomuceno, patrón de Bohemia, y una fuente con las estatuas de San Jorge y San Miguel. En la torre de la iglesia de Santiago nació el compositor Bohuslav Martinu, cuyos paisanos le han dedicado un centro cultural en un edificio que ocupa la esquina de las calles Tylova y Saffova. Este museo municipal era una escuela en la época del ecléctico compositor que dio a conocer la música checa por todo el mundo.

Y si Martinu nació en la torre de una iglesia, el padre de la música nacionalista checa, Bedrich Smetana, lo hizo en la fábrica de cerveza del palacio renacentista de Litomysl, Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, con un teatrillo barroco de 1797 donde los actores eran los propios nobles. Los sirvientes, a los lados del escenario, guardaban cubas con aguas para apagar posibles incendios causados por las candilejas. En una estancia del museo regional de Litomysl reposa ante la indiferencia de los ateos checos una réplica del Niño Jesús de Praga entregado por María Manrique de Lara a su hija, la princesa Polyxenia como regalo de boda. La pequeña figura de cera de 48 centímetros fue donada en 1628 por la princesa a los monjes carmelitas de Praga que habían recibido del emperador Fernando II la iglesia luterana de Santa María de la Victoria para celebrar el triunfo en la batalla de Lepanto.

Litomysl, donde residió Manrique de Lara junto a su familia, celebra cada año entre el 13 de junio y el 7 de julio un festival internacional de música clásica en el patio abierto de tres paredes de arcos del palacio, donde con tan solo seis años Smetana embelesó con sus melodías al piano a los nobles de la época.

"Esta es una región llena de encanto", pregona Marketa Leheckova, directora de la oficina de turismo de la República Checa en España, para animar a los más de 260.000 españoles que cada año visitan su país a no quedarse encerrados en la majestuosa Praga y visitar también Bohemia Oriental, un territorio verde, llano y repleto de historia a menos de una hora de la capital.