El sonido arrítmico pero continuo de una gota que anuncia que las juntas de un grifo están vencidas marca el pulso de una entrevista que tiene unos sólidos anclajes con la obra de Julio Verne. "Planificar y escribir El gran salto al abismo (Nextdoor) ha sido una misión parecida a la emoción que transmiten sus novelas". Técnico informático del Ministerio para la Administración pública en excedencia, Jesús Sáez Carreras (1963, Cartagena) recurre a Carlos González Pintado, jefe de operaciones y subdirector de una estación de la NASA, para reconstruir los días que posibilitaron la llegada del hombre a la Luna. En este libro, cuyo origen se remonta a enero de 2017, también se descubren párrafos del angustioso rescate de los astronautas del Apolo 13 y del accidente mortal del Challenger. "Carlos (primer técnico español contratado para realizar el seguimiento de los vuelos tripulados desde Fresnadillo de la Oliva) no quería que esta historia viera la luz, pero lo acabé convenciendo", cuenta tras un primer encuentro con el ingeniero en la estación de Atocha (abril 2017, Madrid).

¿Cuál es el propósito de esta publicación?

El libro no solo habla de la vida profesional y personal de Carlos, habla de unos instantes claves en la carrera espacial y de otro asunto que no había sido demasiado analizado hasta la fecha y que tiene que ver con el papel que jugaron las estaciones españolas en esas misiones...

¿Una de ellas ubicada en Maspalomas?

Carlos solo tenía 13 años cuando casualmente vio pasar a la comitiva del presidente Eisenhower por la Gran Vía. Lo cuento en el bloque Bienvenido, Mr. Ike, hecho conectado con el fin del aislamiento secular de la España franquista.

¿La primera señal que llegó a España lo hizo a través de la estación canaria?

Antes de que eso sucediera, Maspalomas se convirtió en un enclave decisivo para seguir los movimientos de los Mercury y Géminis. Las naves que despegaban de Cabo Cañaveral pasaban por encima de España para aprovechar la velocidad de la gravedad terrestre. El primer punto de contacto lo tenían en las islas Bermudas, el siguiente era Maspalomas y luego entraba Madrid.

¿Se ha sentido Julio Verne?

En algunas fases del libro sí que he tenido la sensación de transitar por un territorio parecido al suyo. Hasta ahora nadie había usado ese paralelismo en las numerosas entrevistas que he concedido, pero se lo compro. Sí. Planificar y escribir El gran salto al abismo ha sido una misión parecida a la emoción que transmiten sus novelas.

¿Entiendo que halló la emoción que los buenos lectores buscan en un libro?

El libro no solo habla de Carlos, sino de la carrera espacial. Han sido dos años de trabajo apasionantes. Un dato me llevaba a otro y al final me vi metido en un laberinto cuya salida está asociada con los retos de superación del ser humano: ir en busca de lo desconocido.

¿Realmente estuvimos allá arriba?

Carlos se sube por las paredes cada vez que escucha alguna de las muchas teorías de la conspiración que tratan de minimizar esta conquista. Había más de 400.000 personas trabajando en el proyecto, los rusos iban por delante de los americanos en la carrera espacial y ese sentimiento de querer ser el primero fue lo que acabó precipitando los acontecimientos. Pensar que no hemos estado en la Luna es tan retorcido como creer que la Tierra es plana.

¿A qué circunstancias atribuiríamos esta duda descartiana?

Dudar de los logros de los demás nos hace humanos, pero, en este caso, el propio Leónov (cosmonauta soviético que realizó el primer paseo espacial el 18 de marzo de 1965) brindó por el hito logrado por los americanos. A la Luna han llegado sondas que han maparizado su superficie. La fotografía de la bandera que no se mueve es una gilipollez que se cae por su propio peso cuando observas las fotografías de los objetos que han quedado como recuerdo de las distintas misiones en la superficie lunar.

¿Armstrong 'eclipsó' a Leónov?

Pues imagine cómo se pudo sentir Collins... Armstrong y Aldrin caminaron durante dos horas y media sobre la Luna mientras Michael Collins los esperaba en el modulo lunar. Leónov tiene reservado un espacio tan increíblemente importante como el de los integrantes del Apolo 11. Armstrong fue el primer humano que pisó la Luna, pero el primero que hizo sus necesidades allí fue Aldrin. Descendió 15 minutos después y se quedó parado junto a unas escalerillas. Muchos creían que estaba extasiado con lo que estaba viendo delante de sus ojos, pero en realidad lo que pasó es que encontró una posición cómoda que le permitió hacer sus necesidades.

¿Volveremos pronto a la Luna?

Pronto, no lo sé, pero volveremos. Cuando lo hicimos no estábamos preparados, ahora sí. Hasta hace poco no existía el espíritu de querer llegar a la Luna que se contagió hace 50 años. En estos momentos estamos viviendo el inicio de la segunda carrera espacial. Estados Unidos, China, Europa, India y Japón desarrollan programas que van a generar buenas noticias antes de lo que la mayoría de la humanidad cree.

¿Y a Marte? ¿Asumimos que esa es una batalla perdida?

Perdida no, aunque sí un camino lento con problemas de difícil solución, como radiaciones cósmicas y solares. Es probable que volvamos antes a la Luna, pero Marte es un enclave estratégico para planificar estaciones permanentes que permitan ir un poco más allá. En 1969 no teníamos los medios para quedarnos en la Luna; hoy sí podemos planificar el lanzamiento de una misión desde otro planeta. Aunque suene extraño, eso puede abaratar la carrera espacial.