Una chuletada familiar para celebrar unas vacaciones en Gran Canaria acaba con la llegada de tres dotaciones de bomberos para sofocar las llamas de un incendio en una villa de Maspalomas, en San Bartolomé de Tirajana. De la vivienda salía el pequeño humo que desprendía un brasero que asaba unas chuletas; nada fuera de lo normal si no fuera porque cuando los agentes del cuerpo de bomberos de Maspalomas llegaron afirmaron, falsamente, que una normativa municipal prohibía las chuletadas en las viviendas.

Soledad Martínez, responsable de la villa en ese momento, pensó que se trataba de una broma. "¿Cómo iban a venir los bomberos por el humo de una barbacoa?", se preguntó, "no entendía nada y solo me dio la risa; no podía parar de reirme". Y no fue para menos porque, sin saberlo, todo se trataba de una falsa emergencia orquestada por su pareja, Carlos Ignacio, un bombero del parque número 2 del Ayuntamiento de Madrid que solicitó ayuda a sus compañeros del parque de Maspalomas para pedir matrimonio a Soledad después de 10 años de relación. Y los bomberos tirajaneros respondieron y enseguida pusieron toda la maquinaria a fuego rápido para organizar la mejor sorpresa posible.

La pareja, ella una empresaria de origen argentino, pasaba diez días de vacaciones en la Isla junto a su familia, un momento en que Carlos aprovecharía para sorprenderla y pedirle que se casase con él. "Ella era muy insistente y había que dar ya el paso de formalizar la relación", explicó. La idea la venía madurando desde hacía ya varios meses, pero no sabía cómo hacer para que Soledad recibiese una sorpresa mayúscula.

De hecho, barajó la idea de formularle la pregunta durante una comida familiar e incluso durante una excursión en barco. "Pero se me ocurrió comprobar si había algún parque de bomberos cerca, y así era", cuenta Carlos, "me acerqué y se lo comenté a los mandos del parque, y desde el primer momento fueron encantadores y estuvieron dispuestos a ayudarme, incluso empezaron a aportar ideas sobre cómo podíamos llevarlo a cabo para que fuese sorprendente para ella".

Un anillo ecológico

Carlos y Soledad se conocieron a través de una amiga cuando ambos, separados y con descendencia, llevaban a sus hijos a judo. Café tras café se fue fraguando una relación que ha conseguido unificar a dos familias en una y que ahora verá a sus progenitores pasando por el altar para darse el sí quiero y brindar con champán.

O con sidra. Porque la falta de esa bebida fue la excusa que Carlos expuso para abandonar la vivienda, desaparecer durante unos minutos y vestirse con el traje de bombero. Por entonces, sus compañeros ya le esperaban con los tres camiones a varias calles de la villa. Las sirenas se activaron a todo volumen y al llegar a la casa todos los vecinos se asomaron alertados por la presencia de los bomberos, quienes para poder desarrollar esta acción desviaron las llamadas del parque a los teléfonos móviles por si debían intervenir en alguna emergencia real.

"Cuando los vi entrar en la casa buscando el humo no podía parar de reir y empecé a grabarlos, porque estaba segura de que debía ser una broma", explica Soledad, "¡que mi pareja es bombero!". Tras comprobar los agentes que no había ningún incendio, solicitaron a Soledad que saliese a la calle para presentar su DNI y firmar documentación. Fue entonces cuando apareció Carlos y se quitó el casco. "Al verlo, más me reía aún, porque sabía que era una broma, pero no entendía cuál, hasta que se arrodilló, me puso el anillo y le dije que sí", relata Soledad, "no lo sospeché en ningún momento".

Mientras ella se reía, los nervios hicieron que a Carlos se le olvidara el discurso que tenía preparado. "Apenas me salían las palabras", recuerda Carlos, quien regaló a su ya prometida un anillo exclusivo de 19 diamantes ecológicos. Tras el sí quiero, las sirenas volvieron a resonar a todo volumen, anunciando una boda que se celebrará en 2020.